Este viernes arrancó la cumbre del G-7 en la ciudad canadiense de La Malbaie (provincia de Quebec) con una marcada división en las posturas entre EE.UU. y los demás miembros: el Reino Unido, Alemania, Italia, Canadá, Francia y Japón.
Los líderes del G-7 pasaron el día buscando una fórmula que oculte la profunda grieta infligida a la alianza occidental, que se abrió después de que el presidente de EE.UU., Donald Trump, impusiera aranceles a las importaciones de acero y aluminio de sus aliados estratégicos y antiguos socios económicos.
Tras un intercambio –previo a la cumbre– de amenazas verbales, avisos de contramedidas a las "acciones ilegales" de EE.UU. y los intentos de Trump de culpar a Francia y Canadá por 'haber empezado primero', el presidente de Francia, Emmanuel Macron, describió la reunión con su homólogo estadounidense como "una discusión muy abierta y directa".
"Siempre tuvimos este tipo de debate. Y creo que en el comercio, hay un camino crítico, hay una manera de progresar todos juntos", expresó.
Por su parte, al concluir la reunión cara a cara con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, el presidente Trump aseguró que "progresaron mucho". "Veremos cómo funciona todo, pero hemos progresado mucho", aseguró el mandatario de EE.UU., sentado junto a Trudeau después de las conversaciones, que un funcionario, citado por AFP, describió como marcadas por "un fuerte desacuerdo".
¿Por qué se alejan?
A finales de mayo, Canadá presentó una queja ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por lo que considera la imposición "ilegal" de tarifas arancelarias al acero y el aluminio por parte de EE.UU. y también denunció esta cuestión amparándose el Capítulo 20 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
La ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, indicó que "las tarifas unilaterales" fueron "impuestas bajo un falso pretexto de proteger la seguridad nacional de EE.UU.", pero ya que Canadá no representa este tipo de amenaza se trata de "un acto ilegal, absolutamente injustificado".
En las vísperas de la cumbre, la parte alemana declaró que las decisiones unilaterales de la administración Trump perjudican al Viejo Continente. El ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Heiko Maas, citó como asuntos problemáticos, causados por EE.UU. la retirada de Washington del acuerdo sobre el cambio climático, el compromiso nuclear iraní y la introducción de aranceles sobre las importaciones de acero y aluminio.
Y ahora… Rusia
La tensión ya existente en el ámbito económico se agravó debido a la declaración que el presidente Trump hizo el mismo día antes de llegar a la cumbre del G-7. "Rusia debería estar en esta reunión. ¿Por qué tenemos una reunión sin Rusia?", preguntó Trump al agregar que va a recomendar que Moscú esté presente en la cumbre.
El mandatario de EE.UU. recibió apoyo en este sentido del nuevo primer ministro italiano Giuseppe Conte, quien en un mensaje de Twitter aseveró que "Rusia debería ser reintegrada en el G-8". "Está en el interés de todos", sostuvo el líder italiano.
Sin embargo, otros miembros del G-7 reaccionaron con frialdad a la propuesta de Trump. Así, el portavoz del primer ministro canadiense Justin Trudeau afirmó que Ottawa no ha cambiado su postura acerca de la exclusión de Rusia del G-7. Opinión similar fue expresada por la canciller alemana, Angela Merkel, quien señaló que el regreso al formato del G-8 ya no es posible.
Según ha indicado AFP, el "G-7 se divide en G-6 más Trump". Así, desde Francia y Alemania afirman que podrían firmar la declaración final sin EE.UU.