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Histórica devaluación del peso argentino: ¿Cuáles son las consecuencias?

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El 14 de junio algunos bancos privados vendían dólares a más de 28 pesos cada uno, alcanzando un nuevo récord, como viene ocurriendo en las últimas semanas. El aumento de su valor genera una subida de precios que golpea los bolsillos de las clases medias y bajas.
Histórica devaluación del peso argentino: ¿Cuáles son las consecuencias?

"La subida del dólar alcanza un nuevo récord en Argentina", aquel titular se viene repitiendo en los medios de comunicación durante los últimos días aunque, a esta altura, ya suena redundante. El aumento del valor de aquella moneda estadounidense ya superó los 28 pesos el 14 de junio, o mejor dicho, la devaluación de la moneda local con respecto a la norteamericana sigue creciendo y a ciencia cierta no se sabe cuándo llegará el tope que calme estos drásticos movimientos económicos.

Para comprender quiénes son los ganadores y perdedores del actual contexto argentino, hay que explicar las causas por las cuales el peso pierde valor. El desbarajuste se desató cuando grandes actores de la economía y ahorristas en general optaron por cambiar su dinero hacia la moneda estadounidense. Este concepto, conocido como 'corrida cambiaria', "duró tres semanas —desde fines de abril— y encontró a un Banco Central dubitativo con respecto a qué política monetaria llevar adelante, sin grandes intervenciones", repasa el economista de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Ignacio Carballo. A su vez, concluye: "Eso terminó con Argentina golpeándole la puerta al Fondo Monetario Internacional (FMI)".

Ignacio Carballo, economista, docente, investigador y especialista en inclusión financiera.
Ignacio Carballo, economista, docente, investigador y especialista en inclusión financiera.
"No impacta solo a mediano y largo plazo, sino en un lapso cortísimo y en bienes de primera necesidad, afectando severamente a las personas de menores recursos, la base de la pirámide social".

Además, el investigador repasa que la corrida se disparó por razones internas y externas, como las subas en las tasas de interés de EE.UU. y el aumento del petróleo en el plano internacional. A nivel interno, Carballo subraya el rol de los grandes actores de la economía, o dicho de otro modo: "Los grupos concentrados que mueven la aguja de la cotización al comprar y vender dólares".

En otras palabras, resalta el caso de fondos de inversión como JP Morgan, una importante empresa financiera con sede en Nueva York, que participaron en estos movimientos abruptos: "Tenían letras del Banco Central, que ya ofrecía un 30% de interés a favor. Tuvieron la posibilidad de venderlas en moneda local y comprar dólares a 20 pesos. Tres semanas después, a comienzos de mayo, pudieron vender esos dólares a más de 23 pesos y comprar las letras del Banco Central en la moneda argentina, pero ya con un 40% de interés favorable. Una ganancia desmesurada".

¿Quiénes son los más perjudicados?

Tras comentar quiénes son los grandes ganadores de aquel vaivén, sin mencionar al sector exportador que liquida sus divisas en dólares, principalmente en el rubro de la soja, resta por señalar qué sectores se ven seriamente perjudicados: "Casi todos los argentinos", resume el docente de la UBA y la Universidad Católica Argentina (UCA), institución académica donde estudió el presidente Mauricio Macri. En primer lugar, porque "activando un crédito de 50.000 millones de dólares con el FMI se pierde margen de acción, ya que la política económica pasa automáticamente a estar más condicionada", opina.

Pero yendo hacia las urgencias de la vida cotidiana, cuando crece el valor del dólar también suben considerablemente los precios de productos básicos, incluso en los alimentos. Según enseña el entrevistado, este fenómeno es común en Latinoamérica, pero "Argentina tiene una tasa del traspaso de la devaluación a la 'inflación' particularmente alta". Asimismo, añade: "No impacta solo a mediano y largo plazo, sino en un lapso cortísimo y en bienes de primera necesidad, afectando severamente a las personas de menores recursos, la base de la pirámide social".

Pero, ¿por qué cuando hay devaluación de la moneda local se disparan los precios de bienes y servicios? Para el entendido, el fenómeno de la inflación es multicausal. Sin embargo, profundiza en un gran problema vinculado a los dólares, y es que "hoy no tenemos análisis exhaustivos sobre las cadenas de valor de la estructura económica". Esto quiere decir que para comprender por qué ocurren aumentos en productos argentinos destinados al mercado interno frente a una devaluación, hay que determinar en qué etapas de producción o distribución los participantes del proceso utilizan, por ejemplo, insumos importados y pagados en dólares. Dicho de otro modo, hay que considerar en qué etapa anterior a la venta se tuvo que utilizar la moneda extranjera, que termina inflando el precio final.

"Desde que ordeñás la vaca, hasta que tenés la crema en el supermercado, el producto pasa por diversos proveedores, agentes y empresas. Todo eso no lo tenemos estudiado de manera certera, no hay información suficiente para acusar qué es realmente lo que está gestando la inflación y en qué cantidad, solo hay teorías o hipótesis", opina Carballo. Para el académico, "aquellos productos que tengan una estructura de costos dolarizada van a aumentar de manera inmediata y justificada, si es proporcional a la devaluación por tener componentes importados". No obstante, hay productos que no cumplen con estos requisitos y aumentan al ritmo de la subida del dólar: "Eso no tiene ningún sentido monetario", critica. El efecto contagio y la especulación son una realidad argentina, algunos le llaman 'viveza criolla'.

Juego de ricos pagado por pobres

Otro gran problema sobre los formadores de precios en aquel país sudamericano son los grupos económicos que conforman "estructuras productivas integradas". Esto significa, explica el profesor, que son "dueños de las tierras, del transporte que traslada los productos y probablemente también sean parte accionaria del supermercado". Sobre ello, puntualiza: "No sirve el fundamento de que se tuvo que aumentar el precio porque aumentó el proveedor, salvo algunos casos. Pero no tenemos estudios certeros desde la política pública. Es una gran falencia".

Desde la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) explican a RT que la subida en el precio del dólar "no debería impactar más de un 30 o 35% en la mayoría de las industrias porque eso es en general el promedio de insumos o componentes importados que existe en la producción local". Asimismo, considera: "Si la devaluación fue de un 20% —cifra que varía constantemente—, y la parte importada en la producción ocupa un 30%, el aumento del precio final de venta no debería superar el 6%". Ese monto equivale al lapso de "unos dos meses", detalla el vocero de la entidad, e impacta fuertemente en el consumo y las clases sociales más humildes de Argentina. Solo en mayo, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) publicado recientemente por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) señala que los valores subieron un 2,1% con respecto al mes de abril.

"Como las compras han venido cayendo en los últimos años, particularmente este año, entendemos que muchos comercios e industrias van a trasladar el mínimo impacto posible de la devaluación a los precios para poder mantener el nivel de ventas", opina. Pero claro, ello es más factible para actores con mayor respaldo económico. En cuanto a la baja del consumo interno, CAME señaló en un informe que en mayo de este año las ventas cayeron un 4,8%, comparado con el mismo mes del 2017. La estadística no solo menciona compras como indumentaria o muebles, sino que también incluye rubros de necesidades básicas, como productos de farmacias y alimentos —cayeron 6,7% y 1,8%, respectivamente —. "Como dato positivo, los grupos o flujos de turistas que atravesaban la frontera para comprar en países limítrofes cesaron o se redujo, producto del encarecimiento del dólar", destaca el consultado, para señalar una salvedad.

Pérdida del salario real

Carballo va más lejos y añade que la clase media también se ve seriamente perjudicada, ya que "tiene patrones de consumo bastante comunes, con grandes gastos de manera planeada". Y menciona un ejemplo: "Probablemente estén todo el año ahorrando para irse de vacaciones, compran un pasaje en cuotas y tienen plata ahorrada para el hotel. Bueno, el hotel ahora va a costar un 15% más caro solamente por el efecto de la devaluación".

El experto en inclusión financiera continúa explicando: "Esto también impacta en los supermercados, las compras con tarjetas de crédito (que ya aumentaron sus cargas), préstamos y créditos hipotecarios cuyos valores están indexados por la inflación". Sobre las compras con tarjetas, comenta que "el costo financiero total suma gastos al interés", como mantenimiento o comisiones. Cuando un argentino compra un producto en cuotas fijas —algo poco habitual en el mercado actual—, es decir, que no suben su valor a pesar de la inflación nacional, en realidad "aumentan los costos por otros lados". Asimismo, resalta: "Vas a tener menos plata a fin de mes para pagar las deudas. No solo sube el costo de la tarjeta, sino de toda la economía".

Otro de los puntos destacables del conflicto es el salario de los trabajadores. Así las cosas, tras el paro de actividades concretado este 14 de junio por el Sindicato de Choferes de Camiones —que reclama un aumento salarial del 27%— y la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), la Comisión General del Trabajo (CGT) —el gremio más importante del país— anunció una huelga general para el lunes 25 de junio. Los camioneros, por su parte, amenazan con extender aquella medida incluso hasta el 27 del mismo mes, siendo aquel medio de transporte vital para trasladar elementos importantes para el desarrollo de la vida cotidiana argentina, como alimentos, dinero para los cajeros automáticos o mensajería. 

"Todos los que cerraron aumentos con un techo del 15%, como los empleados de comercio que abarcan a 1,2 millones de personas, ya perdieron poder adquisitivo, salario real", alerta Carballo. En efecto, el Gobierno tuvo que descartar su meta anual de ponerle un límite del 15% a la inflación, porque no la podrá cumplir. Por su parte, el expresidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, había asegurado que no existen metas de inflación para este año, y el 14 de junio presentó su renuncia. De este modo, además del impacto simbólico de su mensaje hacia el colectivo de trabajadores argentinos, el Estado reconoce que los precios seguirán subiendo hacia valores que todavía son difíciles de predecir. Resta por ver si los sueldos tendrán aumentos acordes, pero en los meses previos a las negociaciones la pérdida salarial ya es un hecho consumado.

Leandro Lutzky

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