El debate político entre independentistas y unionistas sigue abierto en Cataluña. Un año después de la declaración unilateral de independencia que sumió a España en una de las crisis territoriales más importantes de su historia, se aprecian con claridad las marcas que la tensión vivida en este periodo ha producido en el tejido social.
Una serie de conversaciones con diferentes ciudadanos catalanes permite tomar el pulso directo a una confrontación política difícil y ayuda a calibrar la profundidad de las heridas sociales, personales e incluso familiares que este tipo de conflictos pueden llegar a producir. Son testimonios, en primera persona, de lo que supone a pie de calle la discrepancia ideológica, que se refleja institucionalmente en una situación de estancamiento político.
"Esta situación cansa"
El joven independentista Pau Fernández reconoce haber pasado un año de tensión familiar. De padre extremeño y madre catalana, especifica que no se trataba de una tensión por motivos estrictamente políticos, sino de una preocupación por lo que "van a decir los medios de comunicación y lo que pensarán nuestras familias".
Sentado frente a él, Xavier Granollers, también independentista, lamenta uno de los "estereotipos" creados precisamente por los medios: la sensación de "un clima irrespirable entre los dos bandos, en el que casi parecía que la gente por la calle se iba agrediendo". Tanto Pau como Xavier coinciden en que "esta situación cansa".
Xavier añade además que le dolió especialmente el "ensañamiento" que observó en la intervención policial el día 1 de octubre, cuando se intentó llevar a cabo el referéndum soberanista. "Yo eso nunca lo había visto en un país democrático", afirmó.
Pérdidas personales
Enrique Abad es partidario de la unidad de España y denuncia con amargura "la persecución, la exclusión, los escraches" que ha sufrido y recuerda que en una ocasión llegó a encontrarse con una pintada en la que aparecía su nombre en el interior del dibujo de una diana.
Por su parte, María Merce Pallach lamenta una "espina" que aún tiene clavada, y se le quiebra la voz cuando explica que su sobrino ya no le habla, debido a las discrepancias ideológicas que les separan. En ese momento, Enrique también cuenta la ruptura con su hija de 44 años, con la que ya no tiene contacto debido al mismo motivo.
"No interesa la paz"
Joan Estrada, desde su postura escéptica con el proceso independentista, también afirma haber perdido amistades a causa de la fractura ideológica. "Amigos desde hace cuarenta años –puntualiza–, y en una ocasión, mi cuñado llegó a decirme 'pues vete de Cataluña', durante la comida del día de San Esteban".
Jose Antonio Aguilar también lamenta que algunos amigos "ya no contestan o ya no escriben" desde que conocen su escepticismo con respecto al ideal soberanista. Además, explica que "a los que somos independentistas nos han engañado, diciendo que nos iban a llevar a una independencia temprana". Joan interviene con una reflexión: "yo creo que a todos les interesa un poco esta confrontación; no interesa la paz".