De cómo el mayor ejercicio militar de la OTAN se ha convertido en un festival de errores
Como si fuese el guión de una comedia de Hollywood, el mayor de los ejercicios militares emprendidos por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) desde la Guerra Fría ha tenido más reveses que aciertos durante su despliegue en Noruega.
Las operaciones del Trident Juncture 18, que se realizan a unos pocos kilómetros de la frontera ruso-noruega, reúnen 65 barcos, 250 aviones y 50.000 soldados, provenientes de 31 países, que buscan ensayar maniobras de rescate por si alguno de ellos es asaltado por otro Estado, refiere La Croix.
No obstante, lo que ha dejado en evidencia el ejercicio es la falta de coordinación entre los equipos, a juzgar por las reiteradas salidas en falso, los inconvenientes sufridos por los periodistas que debían cubrir la actividad y las averías que han presentado los equipos comprometidos en la maniobra.
Uno de los incidentes tuvo que ver con la interrupción del ejercicio por la presencia de un supuesto avión 'intruso', que resultó ser una aeronave amiga. "Sucedió que éramos nosotros", comentó entre risas un miembro de la tripulación de Seahawk.
Pero no ha sido el único inconveniente. Pese a la cantidad de información compartida, persisten los errores de comunicación, tal como sucedió con un convoy encargado de recoger a los periodistas que documentarían la misión: el día del vuelo, ni siquiera estaban disponibles las listas de los asistentes, de manera que se les prohibió el embarque. La autorización llegó después de una larga discusión.
Ya en el aire, un grupo de reporteros se dispuso a grabar un despliegue de helicópteros alrededor del USS Mount Whitney, buque insignia de clase Blue Ridge de la Armada de los EE.UU., pero inesperadamente la embarcación se dio vuelta: "Ha tenido un problema en el motor", admitió un oficial a bordo.
En la lista de infortunios también figuró el de un helicóptero naval Seahawk, luego de que la aeronave se viera obligada a hacer una escala en el portaaviones Iwo Jima porque no tenía suficiente combustible para llegar a la base. Después de repostar, tuvo todavía problemas para efectuar el despegue.
Si lo anterior parece mucho, hay todavía otro aspecto en el que se han destacado los soldados que participan en la operación: su vena etílica. Según reportes de prensa, los uniformados se bebieron toda la cerveza disponible en Reikiavik, Islandia.
En medio del caos, el almirante estadounidense Brad Skillman solo atinó a decir ante los periodistas: "Es por esto que nos entrenamos. Para evitar que estos imprevistos se produzcan en una situación más seria".