La Oficina Internacional de Pesas y Medidas (BIPM, por sus siglas en francés), con sede en Francia, prepara una revolución contra un símbolo clave del sistema métrico comúnmente aceptado: el patrón del kilogramo.
Durante 130 años, un cilindro metálico encerrado bajo dos campanas de vidrio en la ciudad de Sevres ha servido de estándar para las mediciones de masa. Cada 40 años aproximadamente, los funcionarios lo sacan de allí para calibrar pesas similares de todo el mundo, pero la semana que viene se puede poner fin a este orden de cosas.
Los físicos quieren ahora prescindir del Grand K, como se llama este trozo de aleación de platino e iridio, informa la revista Science, y suplantarlo como medidor por un cálculo a partir de varias constantes físicas. Esta decisión será sometida a votación en la 26.ª Conferencia General de Pesos y Medidas que la ciudad francesa de Versalles acogerá la semana que viene.
Allí, los delegados de 60 países miembros del Sistema Internacional de Unidades votarán sobre la opción de redefinir cuatro unidades básicas —el kilogramo, el amperio, el kelvin y el mol— para que no sea necesario compararlos cada rato con sus respectivos patrones de referencia. De esta manera, las cuatro se unirían a otras tres unidades básicas que ya están definidas de esta manera: el segundo, el metro y la candela (medida de luminosidad).
La metróloga de la BIPM Estefanía de Mirandés señaló que "lo lindo de la redifición" es "no estar limitado a una sola tecnología".
Ella y otros autores de la iniciativa dicen que lo que buscan es hacer más estables las unidades y permitir que los científicos desarrollen técnicas cada vez más precisas y flexibles para convertir constantes en unidades de medida. Si la propuesta es aprobada, el cambio entraría en vigor desde mayo del 2019.