Un viajero de Países Bajos ha podido apreciar y enseñar al público el desastroso efecto que tuvo la avería de 1986 en la central nuclear de Chernóbil sobre el sudeste de Bielorrusia y no solo sobre las tierras aledañas de Ucrania. La boscosa región, situada a orillas del río Pripiat, ha estado 32 años completamente despoblada y asilvestrada.
El acceso al terreno que Bob Thissen, de 33 años, visitó en octubre pasado había estado estrictamente prohibido por las autoridades. Varias personas en lo que va del año fueron detenidas por penetrar sin autorización en el área cerrada.
Según detalló este 8 de noviembre el sitio web Story Trender, el hombre tuvo que acudir, para llegar allí, a la ayuda de un científico bielorruso que estudia el impacto de la radiación en animales.
Thissen explicó en un comentario por qué era importante esta experiencia de viaje al lado bielorruso de la zona de exclusión nuclear: "Cuando vayas a Pripiat o Chernóbil —dijo—, sabes qué verás, como la famosa noria o la piscina. Sobre esta zona no se sabe mucho, así que fue agradable descubrir pueblos donde no sabes con qué te encontrarás".
En los años previos al desastre, las aldeas que visitó eran el hogar de más de 1.000 personas. Sus casas permanecen casi intactas hasta el día de hoy y solo han sido afectadas por los elementos.
Para el viajero neerlandés, esta experiencia fue también un viaje al pasado, específicamente a una época en la historia de la URSS. Afirma en sus comentarios que viajó junto a algunos exploradores bielorrusos y le pudieron traducir los textos en ruso que veían en todas partes. "Nos dimos cuenta que había enorme cantidad de propaganda en las escuelas. Los pequeños niños también estaban preparados para ser soldados".
Desde abril de 1986, cuando ocurrió el desastre nuclear, miles de kilómetros cuadrados a ambos lados de la frontera quedaron completamente deshabitados por órdenes de las autoridades soviéticas. El acceso a la zona de exclusión se mantiene prohibido estrictamente desde el lado bielorruso, mientras que Kiev permite excursiones hasta al propio epicentro de la contaminación.