Hallan evidencias del 'tsunami' cósmico que acabó con el megalodón hace millones de años
El estallido de una o varias estrellas masivas hace 2,6 millones de años a 150 años luz que bombardeó la Tierra con radiación cósmica pudo haber causado el cambio climático que acabó con más de un tercio de la fauna oceánica del Plioceno, incluido el tiburón gigante megalodón, sugiere una investigación científica realizada por expertos de la Universidad de Kansas (Estados Unidos).
Ese estudio, publicado el pasado 27 de noviembre en la revista Astrobiology, utilizó como evidencia el rastro radiactivo que esa explosión —conocida como supernova— dejó en el lecho marino; en concreto, depósitos de isótopos de hierro-60, un elemento químico que tiene una vida media que ronda los 2,6 millones de años y cuya edad es relativamente fácil de determinar.
Como los isótopos de hierro-60 que se formaron con nuestro planeta hace unos 4,54 mil millones de años se desintegraron hace mucho tiempo, estos científicos concluyen que los que aún existen debieron llegar desde el espacio como consecuencia de ese acontecimiento.
Adrian Melott, el autor principal del trabajo, ha llevado a cabo "investigaciones como esta durante 15 años" y, hasta el momento, "siempre se basaron en lo que sabemos sobre el universo en general"; es decir, "que estas supernovas debieron afectar a la Tierra en algún momento".
Sin embargo, "esta vez es diferente" porque "tenemos evidencia de eventos cercanos" que ocurrieron "en momentos determinados", de modo que "podemos computar cómo podrían haber afectado a la Tierra" al comparar esos datos "con lo que conocemos sobre qué ocurrió entonces" y obtener resultados "mucho más específicos", señaló este científico.
De esta manera, ese 'tsunami' de radiación cósmica, que golpeó la Tierra hace 2,6 millones de años incrementó el índice de mutaciones y cáncer en un 50 % para los animales con una masa corporal similar a la de un humano y más en las especies con un tamaño mayor. Esta hipótesis coincide con el hecho de que la extinción afectara con mayor fuerza a la fauna marina de las aguas menos profundas, que habrían recibido rayos radiactivos con mayor facilidad.