Al menos dos especies de dinosaurios del Cretáceo tardío tenían un sistema en sus hocicos, que funcionaba como un climatizador para protegerlos del sobrecalentamiento. Este fue uno de los mayores desafíos para la supervivencia de estas hace aproximadamente 75 millones de años en lo que hoy es Norteamérica, estima un grupo de paleontólogos.
El pequeño cerebro de los extintos reptiles era vulnerable a un golpe de calor, dicen los científicos en un artículo publicado en el portal web de la Universidad de Ohio (EE.UU.). La solución también se encontraba en la cabeza, específicamente en los pasajes nasales, en el caso del Panoplosaurus, del mismo tamaño que un hipopótamo, y el Euoplocephalus, algo más pequeño.
Los cráneos de ambos herbívoros fueron hallados hace más de una década en el sudoeste de Canadá. Tenían en común las cavidades nasales, de una forma muy elaborada. Los investigadores realizaron una tomografía computarizada, una reconstrucción tridimensional y un modelo de dinámica de fluidos para apreciar qué efecto podía tener dicha complejidad.
Esa parte superior del sistema respiratorio permitía tanto reducir como aumentar las temperaturas del aire inhalado. Los científicos calcularon hasta qué punto podía llegar la diferencia entre la temperatura en la entrada y en la salida: unos 20 grados Celsius como mucho.
En los comentarios ofrecidos al portal web universitario los investigadores comparan los pasajes nasales de ambos animales con un tobogán de numerosas curvas por lo alambicado que eran. "El olfato puede ser la función primaria de la nariz, pero asimismo las narices son intercambiadores de calor, asegurando que el aire es bien calentado y humidificado antes de que alcanzara nuestros delicados pulmones", explica el comunicado de la Universidad.
Tanto el Panoplosaurus como el Euoplocephalus se distinguían por su pesada armadura ósea que cubría todo el cuerpo y el segundo animal también por sus párpados huesudos y un gran mazo óseo en la cola. Ahora el equipo científico se dedica a explorar si otros dinosaurios grandes también tenían mecanismos semejantes para respirar sin poner los cuerpos en riesgo de calentamiento excesivo.
El artículo científico del grupo sobre el descubrimiento del 'climatizador' en los hocicos de los dinosaurios fue publicado el 19 de diciembre en la revista PLOS One.
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