Con tan solo un mes y medio en la presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador ha salido bien librado de uno de los temas más complejos que su Gobierno podría enfrentar en un inicio: el combate frontal al robo de hidrocarburos.
El 27 de diciembre, López Obrador anunció una nueva estrategia contra el 'huachicoleo', como se le conoce al robo de combustible en el país.
Aquel día, López Obrador informó sobre el despliegue de 4.000 elementos de las Fuerzas Armadas en 58 instalaciones estratégicas de Petróleos Mexicanos, la habilitación de una línea telefónica para denunciar el robo de hidrocarburos y una investigación sobre la presunta complicidad de los funcionarios de Petróleos Mexicanos (Pemex), quien estarían relacionados en 80 % de los casos de 'huachicoleo'.
"Es como si le pegan a un avispero", dice Ana Lilia Pérez Mendoza, periodista y autora del libro 'El cártel negro', una investigación sobre cómo el crimen organizado se infiltró en Pemex.
Según Mendoza, en la industria del contrabando de combustible operan organizaciones criminales, funcionarios de Pemex, empresarios y personas que deliberadamente compran la gasolina robada a precios más bajos.
De acuerdo con cifras del Gobierno mexicano, en los últimos tres años el desvío de combustible en Pemex ascendió a 147.000 millones de pesos (equivalentes a 7.729 millones de dólares).
Con un desvío millonario que ha ido creciendo desde el sexenio del expresidente Vicente Fox Quesada (2000-2006), la periodista mexicana explica que una estrategia que ponga un alto al robo de hidrocarburos era necesaria, aunque el problema es muy complejo y requiere la implementación de un plan integral, que no solo contemple el corte del suministro de donde se abastecen los grupos criminales.
"Requieres de un trabajo muy intenso (...) perseguir el lavado de dinero, la inteligencia financiera, integrar a las otras áreas del Estado, incluso a la ciudadanía, para que deje de consumir este producto robado, ya que no solo lo consumían los empresarios para vendérselo al ciudadano, sino que también la gente deliberadamente compraba ese producto", dice Pérez Mendoza en entrevista con este medio.
Han transcurrido menos de tres semanas desde el anuncio del Gobierno mexicano y el tema que dominó la conversación pública fue la estrategia contra el 'huachicoleo' y el desabasto de gasolinas que se presentó en varios estados de la República.
El viernes 4 de enero, López Obrador pidió la comprensión y apoyo de los ciudadanos porque el problema necesitaba resolverse "entre todos".
Mientras el Gobierno mexicano pedía el apoyo de la ciudadanía, una escena se repitió en al menos 10 estados de la República: carencia de combustible y larga filas de automóviles en las estaciones de servicio en donde sí había gasolina.
Estrategia de comunicación
Aunque la Administración de López Obrador explicó que la distribución de la gasolina se vio afectada como consecuencia del cierre de ductos y la utilización de pipas para repartir el combustible, buena parte de los mexicanos reclamaron el desabasto y cuestionaron el tiempo de respuesta del Gobierno.
Para Ivonne Acuña, académica del departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana, el Gobierno de López Obrador seguramente ya tenía en mente cerrar los ductos, aunque optó por una estrategia de comunicación gradual para no causar pánico en la población.
Acuña explica que el Gobierno mexicano fue sensibilizando a la población sobre la magnitud del tema, porque de otra manera, "hubiera sido contraproducente".
Buenos resultados
Después de toda la crítica suscitada, la estrategia de López Obrador fue bien recibida por la población mexicana, de acuerdo con distintas encuestas.
Casi nueve de cada diez mexicanos (89 %) apoya el combate contra el robo de combustibles y seis de cada diez (64 %) está a favor del cierre de ductos de distribución de gasolina a pesar del desabasto, de acuerdo con una encuesta de El Financiero publicada el lunes 14 de enero.
"Yo creo que sí fue exitosa (...) la gente realmente está asumiendo que por primera vez un presidente de la República está haciendo algo en serio para frenar esa corrupción", dice Acuña.
Una encuesta del diario Reforma, publicada el pasado viernes, estimó que seis de cada diez mexicanos estuvieron de acuerdo en la estrategia del Gobierno de cerrar ductos para combatir el robo de gasolina.
Para la académica de la Iberoamericana, el mandatario se ha valido de ciertos elementos utilizados en su comunicación para conseguir la aprobación, como usar el "nosotros" pedir el apoyo a la ciudadanía y agradecerle por ello.
Además, López Obrador se valió de otro recurso que tiene en este momento: la legitimidad.
"La estrategia de López Obrador es lanzarse con todo a atacar ese saqueo de Pemex aprovechando el gran bono de legitimidad que tiene. No sé, si lo hiciera a medio sexenio muy probablemente el resultado no sería el mismo", acota.
El gran negocio
La Administración de López Obrador cuenta, por ahora, con el respaldo ciudadano, aunque el reto es enorme y requerirá más que eso para entregar buenos resultados.
El negocio del robo de combustible no solo pasa por la sustracción del producto a través de ductos, también hay embarcaciones en el Golfo de México que participan en el "ordeño", explica Pérez Mendoza.
"También se fueron registrando muchos atracos el desvalijamiento de plataformas petroleras, estás hablando de zonas de seguridad nacional, hay presencia de capitanías de puerto, de control marino que tiene Pemex, presencia de cuerpos policiacos, y así, a plena luz del día, han desmantelado plataformas completas", añade.
Pérez Mendoza, el crimen organizado se dejó crecer y fortalecer dentro de toda la industria petrolera, al grado que hay cárteles que cobran derecho de piso tanto a contratistas del Gobierno como a trabajadores.
Cuestionada sobre cómo operaba el saqueo a niveles industriales, la periodista mexicana tiene una respuesta: "Todos robaban".
José Beltrán
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