El accidentado proceso del Brexit se enfrenta este martes a otra difícil prueba en el Parlamento británico, mientras se acerca el 29 de marzo, fecha prevista para que el Reino Unido abandone la Unión Europea (UE).
La Cámara de los Comunes votará por segunda vez el acuerdo que el Ejecutivo liderado por Theresa May ha obtenido en sus negociaciones con la Unión Europea, que ya fue rechazado por los diputados el pasado 15 de enero y que presenta ahora cambios "legalmente vinculantes" sobre uno de sus puntos más controvertidos, el del 'backstop' o la salvaguarda irlandesa.
Documentos clave
En un desplazamiento 'in extremis' a Bruselas, pocas horas antes de la votación de este martes, May ha logrado acordar con la UE modificaciones que, según palabras de su ministro de la oficina del Gabinete, David Lidington, "fortalecen y mejoran" el texto original, y que consisten en dos documentos diferentes.
El primero de ellos concierne directamente al mencionado 'backstop', el punto más complejo de la negociación y principal escollo del progreso del acuerdo, y establece que el bloque no puede intentar "atrapar" al Reino Unido con la aplicación de esta medida sobre Irlanda del Norte. Si esto sucede, el nuevo documento permite que el país inicie una disputa formal a través de un arbitraje independiente.
El llamado 'backstop' es un plan de emergencia para la gestión de la frontera entre Irlanda del Norte –que forma parte del Reino Unido– y la República de Irlanda, que es un país miembro de la Unión Europea. Este plan, que se prevé temporal pero para el que no hay una fecha límite establecida, mantendría a todo el Reino Unido dentro de la unión aduanera, y a Irlanda del Norte alineada con el mercado único europeo en cuanto a los bienes, como una medida especial para evitar una frontera dura entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda.
El segundo documento es una "declaración conjunta", que resume los compromisos tanto del Reino Unido como de la Unión Europea para acelerar el proceso de promulgar una relación futura y reemplazar el respaldo con "acuerdos alternativos" para el año 2020.
Futuro inmediato
En el caso de que los miembros del Parlamento vuelvan a rechazar la propuesta de May, el miércoles se celebrará otra votación en Westminster para decidir si el Reino Unido abandona o no la Unión Europea sin suscribir el acuerdo. Si el Parlamento también vota en contra de esta opción (considerada como catastrófica de manera prácticamente unánime entre los negociadores de ambas partes), al día siguiente (jueves) la Cámara de los Comunes someterá a votación el último recurso del Gobierno británico: la petición de una prórroga que permita posponer la fecha de desconexión y situarla más allá del 29 de marzo.
Así las cosas, en un contexto político en el que las negociaciones con Bruselas están "estancadas", tal como reconoció la propia mandataria británica, los únicos escenarios posibles a los que puede aspirar el Reino Unido a corto plazo son: aceptar el acuerdo con la UE logrado por Theresa May y abandonar el bloque el 29 de marzo; rechazar el acuerdo y aprobar una salida abrupta de la UE; o pedir a Bruselas una prórroga.
Los argumentos del Ejecutivo de May
En un intento de convencer a los parlamentarios británicos de que otorguen su apoyo al acuerdo en la sesión de este martes, Theresa May advirtió a finales de la semana pasada que el Reino Unido podría "no abandonar nunca la UE" si su propuesta no era refrendada.
"El Brexit no pertenece al Parlamento, sino a todo el país", manifestó May, que también dijo que "si los diputados rechazan el acuerdo, nadie sabe lo que puede pasar". De lo que si se mostró segura la primera ministra es de que una eventual cancelación del Brexit –a la que se refirió como uno de los efectos posibles de activar una prórroga– "causaría un profundo daño a la fe del pueblo" en la "democracia".
Tras la reunión de última hora en Bruselas, el ministro David Lidington señaló que los legisladores británicos tienen en sus manos la opción de "votar por este acuerdo o hundir al país en una crisis política", y advirtió que la Unión Europea dejó claro en el encuentro que este será "el único acuerdo sobre la mesa".
"Dense prisa"
La postura de Bruselas ha variado poco desde la firma del Acuerdo de Salida. Ante los complejos problemas internos del Reino Unido para decidir los términos de su futura relación con el bloque europeo, la UE siempre ha reclamado claridad y cumplimiento de los plazos en la respuesta.
En esa línea, no resulta extraño que la ministra francesa de Asuntos Europeos, Nathalie Loiseau, cuestionara a mediados del pasado mes de febrero el sentido de una eventual prórroga. Loiseau advirtió que "ha llegado el momento de decidir" si el Brexit se lleva a cabo "en términos amistosos o de forma abrupta", y subrayó que en cualquier caso se trata de "una decisión puramente británica". "Lo que estamos diciendo es: dense prisa", concluyó la ministra gala.
Un mes antes, justo en la víspera de la votación que rechazó el acuerdo, Donald Tusk y Jean-Claude Juncker, presidentes del Consejo Europeo y de la Comisión Europea respectivamente, enviaron una carta a la primera ministra británica, Theresa May, en la que aseguraban que la UE no estaba "en posición de acordar nada" que fuese "inconsistente con el acuerdo". Al día siguiente, una vez confirmado el rechazo de Westminster al texto, Juncker se manifestó al respecto, urgiendo a las autoridades británicas a proporcionar una respuesta clara.
"Insto al Reino Unido a clarificar sus intenciones tan pronto como sea posible. El tiempo casi está agotado", declaró el presidente de la Comisión Europea.
Los cambios en el documento acordados en la noche de este lunes podrían considerarse la única concesión que ha hecho la UE desde entonces. Está por ver si esas modificaciones son lo suficientemente substanciales como para producir también un cambio en la postura la Cámara de los Comunes, hasta ahora mayoritariamente reacia a validar el acuerdo.
David Romero
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