El presidente de China, Xi Jinping, se encuentra de visita en Francia, donde este lunes firmó con su homólogo en el país europeo, Emmanuel Macron, 15 contratos bilaterales por un valor total de 45.000 millones de dólares.
La visita de Xi a Europa continuó este martes con una cumbre bilateral en la que se les sumaron la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
El líder chino realiza su gira días después de que la UE calificara al gigante asiático de "competidor estratégico" y "rival", unas definiciones con las que está de acuerdo el presidente galo. "Europa debe estar unida y tener un mensaje coherente", dijo Macron durante el discurso conjunto con el presidente chino, aparentemente contradiciendo su propia postura.
Teniendo en cuenta todos estos factores, ¿cómo es la relación entre China y Francia? ¿Son rivales o socios?
Tensiones económicas
Uno de los puntos que dificultan estas relaciones es la iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda, un enorme proyecto comercial diseñado por China que pretende conectar Europa, Asia del sur y oriental, Asia Central, Oriente Medio y también América Latina. A través de esta iniciativa, valuada en varios trillones de dólares, Pekín ha invertido en proyectos en todo el mundo.
A pesar de que Xi insiste en que el megaproyecto tiene un carácter ventajoso para todos, Macron ha expresado sus críticas al respecto. En este sentido, el presidente francés declaró el pasado 8 de enero que la Ruta de la Seda no puede ser "unidireccional", señalando que las arterias comerciales "no pueden ser los caminos de una nueva hegemonía que sitúan a los países que atraviesan en un estado de vasallaje".
"La relación entre la Unión Europea y China no debe ser ante todo una relación comercial, sino una relación política y geoestratégica", subrayó Macron en su discurso ante el Consejo Europeo el 22 de marzo, añadiendo que "la ingenuidad europea ha terminado".
A pesar de las advertencias del líder francés, el día siguiente Xi firmó en Italia un total de 29 acuerdos (19 de ellos institucionales y 10 comerciales), cuyo valor podría alcanzar los 20.000 millones de euros. Entre otras cosas, Roma aceptó unirse a la Ruta de la Seda.
La decisión italiana puede verse como razonable. "Desde un punto de vista práctico," dijo a RT Adrián Zelaya, presidente de EKAI Center, "hay muchísimos intereses comunes entre los 16 países europeos, Francia también, y China".
Sin embargo, el Gobierno de Italia, el primer miembro del G7 que anunció su participación en el proyecto, fue calificado por algunos medios de "caballo de Troya chino en el seno de la UE" y, según la opinión de algunos expertos, su acción debilitó la postura del presidente galo.
"A Macron no le gusta ver que China ganó tantos premios en Roma, así que ha inventado un extraño formato europeo invitando a Merkel y Juncker como contrapeso para demostrar que él es la fuerza motriz de la integración europea", cita Reuters a un diplomático asiático en París.
"Se hace una política común europea, o China va a tener acuerdos bilaterales con el resto de los países europeos", comentó a RT el analista político Javier Martínez las intenciones de Francia y Alemania, indicando que podrían sumarse a Italia los once Estados del Este de Europa, además de países mediterráneos como Grecia y Portugal.
Otra fuente de tensiones entre Pekín y París son las exigencias para los inversores extranjeros en China de revelar las tecnologías que utilizarán en el país.
La 'batalla' por África
La rivalidad por afianzar la influencia en el continente africano es otro obstáculo en las relaciones entre Francia y China.
Según la estrategia de EE.UU. para África presentada en el diciembre pasado por el asesor de seguridad nacional del presidente Donald Trump, John Bolton, China ha pasado los últimos años invirtiendo más en el continente, en términos físicos y financieros, así como en el llamado 'poder blando'. Pekín ha incrementado las becas para académicos africanos, ha desplegado personal de mantenimiento de la paz en las misiones de la ONU en Malí y Sudán del Sur y ha enviado científicos para ayudar a abordar las principales necesidades económicas y sociales.
Como no podía ser de otra manera, la velocidad de la expansión china en África supone una amenaza para los intereses de Francia en ese continente. Durante su visita a Yibuti hace dos semanas, Macron mencionó ante su homólogo Ismail mar Guellehn los peligros que, a su juicio, supone el aumento de la influencia china.
"China es una gran potencia mundial y en los últimos años ha ampliado su presencia en muchos países, especialmente en África. Pero lo que puede parecer bueno a corto plazo (...) a menudo puede terminar siendo malo a medio y largo plazo", afirmó el jefe del Elíseo en el país africano, antigua colonia francesa y tradicionalmente leal a París.
"No quisiera que una nueva generación de inversiones internacionales coartara la soberanía de nuestros socios históricos o debilitara sus economías", advirtió Macron.
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