En la historia reciente de Venezuela se encuentran dos hechos: el golpe de Estado en contra de Hugo Chávez, ocurrido el 11 de abril de 2002, hace exactamente 17 años, y la autoproclamación como "presidente encargado" del diputado Juan Guaido, el 23 de enero de este año. A pesar de la distancia, ¿habrá paralelismos entre los dos?
Si se buscan puntos de convergencia entre ambos eventos, se encuentran varias constantes que pueden esquematizarse:
- Participación como actores políticos de los medios de comunicación, que han adversado tanto a los gobiernos de Chávez como al de Nicolás Maduro.
- Promoción de la dirigencia más radical de la oposición de salidas no electorales para acabar con los mandatos constitucionales.
- Actuación de EE.UU.
- Respuestas de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y del chavismo.
La autojuramentación de Guaidó tuvo como precedente el mismo hecho, el 11 de abril de 2002, cuando Pedro Carmona Estanga, presidente de Fedecámaras, que agrupa a la cúpula empresarial venezolana, hizo lo mismo en el Palacio de Miraflores. El ambiente previo era similar: protestas antigubernamentales, deslegitimación de los poderes públicos, acusaciones de violación de los derechos humanos por parte del Estado y una fuerte campaña mediática opositora.
A continuación, se alternarán la serie de sucesos más destacados que ocurrieron en los gobiernos de Chávez y de Maduro que abonaron el terreno de los intentos para derrocarlos y que han sido definidos por los expertos como un "golpe continuado":
Antecedentes del golpe
El 13 de noviembre de 2001 se publicaron en la Gaceta Oficial 49 leyes, como parte de la 'Ley Habilitante', un instrumento legal constitucional que faculta al presidente para dictar decretos en situaciones de emergencia. Los especialistas sitúan este hecho como el detonante para el golpe de Estado, que fue denominado por la oposición como un "vacío de poder".
Esta segunda habilitante, aprobada por la Asamblea Nacional, incluía la 'Ley de Tierras y Desarrollo Agrario', que protegía los derechos de los campesinos frente a los ganaderos y prohibía el latifundio; la 'Ley Orgánica de Hidrocarburos', que incrementaba al 30% los tributos que debían pagar transnacionales por la explotación petroleras y fijaba en el 51% la participación mínima del Estado en empresas mixtas; y la 'Ley de Pesca', que resguardaba a los pescadores artesanales frente a las grandes compañías.
En protesta a estas leyes, que eran consideradas como "estatistas", "inconsultas" y "cerradas a la economía global", Fedecámaras convocó a un paro nacional que se llevaría a cabo el 10 de diciembre de 2001, con el apoyo de la central patronal Confederación Venezolana de Trabajadores (CTV) y la oposición. Esta primera acción generó otras huelgas similares a principios de 2002.
¿Dos presidentes?
Días antes de la autoproclamación de Guaidó, el actual presidente Maduro fue juramentado por el TSJ para el periodo 2019-2025. Su reelección fue cuestionada por la oposición, que se negó a participar en las presidenciales de 2018 argumentando que eran "ilegítimas" y una "farsa". Esta acción estuvo apoyada por EE.UU. y la mayoría de países de Europa y de la región.
En esta oportunidad, el detonante no fue solo la aprobación de leyes, se trataba del desconocimiento de los poderes públicos y de la plenipotenciaria Asamblea Nacional Constituyente (ANC), electa en 2017 como salida pacífica a las protestas organizadas por la oposición, que devinieron en hechos violentos que causaron más de cien muertes.
Medios calientan el ambiente
El 2 de abril de 2002, los medios recogieron los llamados a "paralizar al país" de la 'Coordinadora Democrática', coalición opositora disuelta posteriormente, la CTV, Fedecámaras y un grupo de extrabajadores petroleros. La situación se alargó hasta los días siguientes, en un paro indefinido, que se planteó para el 9 de abril y los días posteriores.
La prensa y la televisión dedicaron gran parte de sus espacios a presentar las opiniones en contra del Gobierno, que era definido como "autoritario", "represivo" y "sin capacidad de diálogo".
De igual manera, tuvo gran centimetraje en la prensa que Chávez despidiera a altos cargos de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), calificados de "saboteadores" de la principal industria del país suramericano. Los medios titularon que el Gobierno había acabado con la meritocracia.
El 11 de abril se convocó una gran marcha opositora con la consigna 'Ni un paso atrás', que llegaría a la sede del Gobierno. Algunos medios de comunicación apoyaron directamente la propuesta, con titulares como 'La batalla final será en Miraflores". Ese día, se desataron los hechos violentos que, según investigaciones posteriores, fueron planificados por la oposición para causar muertes y justificar el derrocamiento de Chávez. Ese día, el chavismo también marchó.
Un largo preludio
El camino a la autojuramentación de Guaidó tienes sus orígenes a principios de 2016, cuando la directiva de la Asamblea Nacional (AN) fue declarada en desacato. Dos años antes, se habían desarrollado protestas violentas que causaron más de 40 fallecidos y donde resultó encarcelado el político opositor Leopoldo López, por su relación con los hechos.
A partir de 2016, se afianzó el desconocimiento de los poderes públicos y se preparó el ambiente para convocar a nuevas manifestaciones que buscaban derrocar a Maduro, que ocurrieron en 2017.
En 2018 hubo ataques contra sedes estatales, por parte del piloto Óscar Pérez y ocurrió el atentado fallido contra Maduro.
Entre 2017 y 2018 se celebraron cinco elecciones donde la dirigencia de la oposición, que no participó, realizó giras internacionales para pedir el rechazo a los resultados de las votaciones y el incremento de las sanciones contra Venezuela.
EE.UU. detrás del golpe
En 2004 el entonces embajador de Venezuela ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Jorge Valero, presentó una serie de documentos ante el bloque donde explicaba que EE.UU. había tenido una "abierta intervención" en el golpe. En el texto se mencionaban los nombres de funcionarios del Departamento de Estado, así como al embajador de entonces, Charles Shapiro, quien visitó al autojuramentado presidente Carmona Estanga.
Además, se daba cuenta de la presencia de helicópteros militares estadounidenses en el aeropuerto Internacional de Maiquetía, buques de guerra en aguas del Caribe venezolano, reuniones de militares estadounidenses y venezolanos golpistas y un avión de EE.UU. que estaba en la isla La Orchila, donde llevaron al presidente Chávez, al ser retenido.
De igual manera, el entonces secretario de Estado de EE.UU., Colin Powell, quien consideraba a Chávez "poco democrático", había manifestado su apoyo a un "gobierno de transición". En Venezuela actuaba la National Endowment for Democracy (NED), que ofreció un millonario apoyo financiero a los partidos y ONG abiertamente antichavistas.
EE.UU. delante del golpe
El canciller venezolano, Jorge Arreaza, ha afirmado en distintas oportunidades que "EE.UU. no está detrás del golpe en Venezuela, está delante", con referencia al reconocimiento de Guaidó por parte de Washington y a la intensificación de las sanciones contra el país suramericano tras su autoproclamación, que incluye embargo de activos, bloqueos de cuentas bancarias y prohibiciones a los empresarios estadounidenses de realizar transacciones financieras con el Estado.
Además, el Gobierno venezolano responsabiliza a la Casa Blanca de haber participado en el atentado fallido contra Maduro, de financiar a la oposición para propiciar hechos de violencia y de estar detrás de los ataques electromágnéticos y cibernéticos a la Hidroeléctrica de Guri, que abastece de energía al 70 % de país.
Desde el presidente Donald Trump, hasta lo altos voceros de su administración, han reiterado que "todas la opciones están sobre la mesa" en el caso de Venezuela.
El golpe mediático
En Venezuela se llevó un hecho inédito: los canales de televisión manipularon sus informaciones para responsabilizar al Gobierno de una supuesta matanza de sus adversarios, el 11 de abril de 2002. "Los medios actuaron como operadores políticos", según una entrevista hecha a la socióloga Maryclen Stelling en el Correo del Orinoco, en 2013.
Las acciones de la dirigencia opositora buscaban darle legitimidad al desconocimiento del presidente constitucionalmente electo en 1998, a través de una llamada "desobediencia civil", que se sustentaba en una interpretación de los artículos 333 y 350 de la Carta Magna venezolana, tal como ha ocurrido recientemente.
Desconocer a Maduro
Los medios de comunicación opositores también han negado la legitimidad de Maduro y han reconocido como mandatario a Guaidó. De igual manera, se han mostrado a favor de las medidas coercitivas impulsadas por EE.UU. y han posicionado en sus agendas el término de 'crisis humanitaria' para definir la situación actual de crisis económica que atraviesa el país suramericano.
Por otra parte, también fueron escépticos al informar sobre el magnicidio frustrado en contra del presidente y sobre los ataques a la Hidroeléctrica de Guri, que abastece de energía al 70 % del país, y otras subestaciones.
Alto mando militar y el golpe
En 2002 algunos integrantes de la cúpula castrense se rebelaron contra el Gobierno, exigieron la renuncia de Chávez, a quien calificaron de "antidemocrático" y de haber reprimido brutalmente a los manifestantes, en un pronunciamiento tras el golpe de Estado. Esperaban ocupar cargos en la eventual administración de Carmona Estanga.
Tras los hechos violentos durante la protesta del 11 de abril, el general Lucas Rincón, rodeado del alto mando militar, se dirigió al país para decir que el presidente había renunciado, sin que esto hubiera ocurrido realmente para mitigar las tensiones, según diría años después. Mientras tanto, Chávez fue detenido y llevado a varios lugares, entre ellos la isla venezolana La Orchila.
Los medios titularon: '¡Se acabó!', 'Hugo Chávez se atrinchera', 'Chao, Hugo', 'Chávez se rinde' y 'Las últimas horas del tirano'.
Posteriormente, el líder latinoamericano fue llevado a la base naval de Turiamo, en el estado Aragua, donde le entregó a un soldado que lo custodiaba un manuscrito que explicaba que no había renunciado.
En paralelo, los militares que le eran leales idearon un plan para su rescate, mientras que miles de venezolanos se encontraban a las afueras del Palacio de Miraflores exigiendo su regreso. Finalmente, el 14 de abril fue trasladado nuevamente a la sede del Gobierno, por la Brigada de Maracay, para retomar el poder.
Militares y Maduro
En esta oportunidad, la mayoría de los miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) que se han pronunciado en contra del mandatario no se encuentran activos, han desertado o no manejan tropa.
Desde la autoproclamación de Guaidó, tanto la dirigencia de la oposición, como algunos gobiernos de la región y la Casa Blanca han pedido que los militares venezolanos den la espalda a su comandante en jefe, a cambio, de una "amnistía", que ha sido catalogada por el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, como una muestra de "amenazas" y "chantaje" que procura "intimidar con la coerción".
Desde el intento fallido de ingreso de 'ayuda humanitaria' el pasado 23 de febrero en Cúcuta, ciudad del departamento fronterizo del Norte de Santander, un grupo de mil soldados, según Bogotá, ha cruzado de Venezuela hacia Colombia en apoyo a Guaidó. Sin embargo, denunciaron hace casi un mes que se sentían abandonados y que no les habían prestado la atención prometida.
Nathali Gómez
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