Cómo saber si una lengua indígena está en peligro de extinción y por qué es importante mantenerla 'viva'
Cuando el ecuatoriano Pedro Andy Vargas estudiaba educación primaria, el siglo pasado, en la escuela Juan Tanca Marengo, ubicada en la parroquia de Telag, provincia de Napo de la Amazonía de Ecuador, tenía prohibido hablar en kichwa, su lengua materna. "Cada palabra que decía era contabilizada para luego pagar como castigo, cargando tarros de arena, que era pesada y lastimaba", cuenta.
"Sin embargo, persistí y salí triunfante. Gracias a mis difuntos padres, que eran monolingües kichwas, pude mantener mi lengua materna", explica Andy, actual titular de la Dirección Académica e Investigación del Sistema de Educación Intercultural Bilingüe (SEIB) del Ministerio de Educación de Ecuador.
El kiwcha es una de las 14 lenguas indígenas que tiene Ecuador y —entre la región Amazónica y la Sierra— es una de las más habladas en el país: en el censo 2010 del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC) se contabilizaron 591.448 kichwahablantes.
Junto al shuar [61.910 hablantes en 2010] y al castellano "son idiomas oficiales de relación intercultural" en el país, según el artículo 2 de la Constitución ecuatoriana. Punto que establece que "los demás idiomas ancestrales son de uso oficial para los pueblos indígenas en las zonas donde habitan y en los términos que fija la ley. El Estado respetará y estimulará su conservación y uso".
Las lenguas indígenas en peligro
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) declaró 2019 como el Año Internacional de las Lenguas Indígenas, con el objetivo de "sensibilizar a la opinión pública sobre los riesgos a los que se enfrentan estas lenguas".
Andy señala que un año es muy poco y solo alcanza para "reflexionar momentáneamente" sobre el tema. Por ello, propone "una década de las lenguas".
En Ecuador, de las 14 lenguas indígenas, dos son las más vulnerables a desaparecer, señala Luis Montaluisa, lingüista ecuatoriano.
"Hay una que resultaría casi imposible de rescatar, va a desaparecer definitivamente", dice el entrevistado, en relación a la lengua andoa, de la cual "no hay ni un solo hablante en Ecuador ni en Perú", incluso no aparece en el censo del INEC de 2010. Comenta que "han quedado apenas uno que otro estudio, pero de alguna pequeña parte de la lengua y eso no permite volver a enseñarla". Un poco optimista, manifiesta que esa situación se podría revertir si se encuentra alguna investigación o archivo de mayor envergadura.
La otra lengua que está en riesgo es la zapara, del pueblo Zápara, de la Amazonía ecuatoriana. "Hay unos poquísimos hablantes ya mayores de 80 años" y "están dispersos, no están en la misma comunidad", detalla Montaluisa y precisa que se están haciendo esfuerzos desde el sistema educativo ecuatoriano para "reintroducir como segunda lengua a los niños".
¿Cuándo una lengua está en riesgo de desaparecer?
Montaluisa explica que la situación para declarar a una lengua en peligro de extinción "es bastante compleja". Teóricamente, la UNESCO considera una lengua vulnerable cuando es hablada por menos de 100.000 personas.
Sin embargo, el lingüista señala que "el kichwa tiene varios cientos de miles de hablantes, pero está en situación de riesgo igual"; mientras que otras, como el paikoka, "puede tener menos vulnerabilidad", pese a que la hablan menos personas.
Montaluisa explica que, en consecuencia, existen otros factores que determinan si una lengua está en riesgo de desaparecer. En el caso del kichwa, al que se refiere, señala que el peligro que corre es porque muchos kichwahablantes al estar en la ciudad hablan español; mientras, el paikoka cuenta con más "lealtad" por parte de sus hablantes, quienes se comunican en ese lenguaje, independientemente de donde se encuentran, y es transmitido a las nuevas generaciones.
Factores que ponen en peligro a las lenguas
El lingüista señala dos factores que ponen en riesgo a las lenguas indígenas en Ecuador y ambos son "extralingüísticos", dice.
El primero es la invasión de los territorios. "Cuando el Estado va y explota el petróleo o las minas y abre carreteras entra gente de afuera, se pierde el ambiente, el medio donde se habla la lengua".
"Si queremos que vivan las lenguas, hay que trabajar con el desarrollo sustentable, no con el desarrollo extractivista; pero cambiar ese modelo de desarrollo implica cambiar las mentalidades de las personas que dirigen el país y también de toda la nación", enfatiza.
El otro factor es la ideología educativa. Montaluisa se refiere a la "ideología psicosocial de las clases dominantes" que han generado en el país "lo que en términos sociolingüísticos se llama la 'diglosia', cuando una lengua tiene mayor prestigio sobre las otras".
Históricamente, en el país se ha impuesto el español sobre el lenguaje ancestral. No obstante, el lingüista señala que ahora también "está el prestigio del inglés" y es introducido bajo el discurso de tener "educación de calidad".
De esta manera, a pesar de que no es reacio a la enseñanza de ese idioma extranjero, se opone a que en las instituciones condicionen su aprendizaje a que los estudiantes cultiven muy bien el español y, para ello, "tienen que olvidarse de su lengua materna, el kichwa, por ejemplo".
Andy, por su parte, señala que en el país "persisten todavía los efectos de la colonización", que han provocado y sembrado en la gente, por años, "el miedo a su propia lengua".
La importancia de mantener 'viva' una lengua
"Todos los valores culturales están encerrados detrás de la lengua, la lengua pervive en contacto con la naturaleza y en la naturaleza está la sabiduría, es donde se aprende", enfatiza Andy.
Montaluisa, por su parte, destaca que "cada lengua tiene su cosmovisión, tiene su manera de captar la realidad; los seres humanos ampliamos el conocimiento y las experiencias de vida gracias a esta diversidad".
"Cuando una lengua muere es como que una biblioteca entera, única, desaparece", señala el especialista.
También, dice que "la lengua es un componente fundamental de la identidad" de una persona, una comunidad y un país.
Edgar Romero G.
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