La fase activa de la presión de EE.UU. sobre las compañías tecnológicas chinas en el marco de su guerra comercial contra el gigante asiático empezó en agosto de 2018, cuando el presidente Donald Trump firmó un proyecto de ley que prohibía a las agencias federales y a sus contratistas usar equipos de Huawei y ZTE Corp, otro fabricante chino de aparatos de telecomunicaciones.
Las posteriores acusaciones contra Huawei por espionaje industrial, fraude y otros delitos —que Pekín niega rotundamente— desembocaron este 15 de mayo en la firma de una orden ejecutiva que prohíbe a las compañías estadounidenses el uso de equipos de telecomunicaciones fabricados por compañías consideradas como "una amenaza para la seguridad nacional". Acto seguido, el Departamento de Comercio de EE.UU. introdujo la prohibición de que Huawei y sus 70 empresas afiliadas adquieran productos estadounidenses.
A consecuencia de la nueva normativa, varias compañías del país norteamericano, entre ellas Google, rompieron sus relaciones comerciales con la empresa china.
¿Quién empezó la caza?
Sin embargo, EE.UU. no fue el primer país en pasar a una fase agresiva en relación con Huawei. De acuerdo con una investigación de Reuters que cita a altos funcionarios del Gobierno australiano, fue Canberra quien empezó a advertir a otros países acerca de la "capacidad destructiva de la tecnología 5G" que estaba desarrollando activamente la compañía china.
En febrero de 2018, Malcolm Turnbull, entonces primer ministro de Australia, voló a Washington para advertir a su aliado de que la participación de Huawei en la tecnología 5G presentaba riesgos significativos para la seguridad de los países que la estaban implantando, ya que podía usarse para labores de espionaje y sabotaje, indicó a la agencia una importante fuente australiana. Los funcionarios de EE.UU. se mostraron receptivos al mensaje, pero no compartieron la preocupación "con la misma urgencia" que los australianos, según el informante.
Cabe mencionar que tanto el entonces director de la Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU. (NSA), Michael Rogers, como el portavoz de Turnbull declinaron hacer comentarios a Reuters al respecto esa reunión.
¿Por qué temen a Huawéi?
A pesar de que las advertencias de Canberra no fueron consideradas de alta prioridad por Washington, las autoridades del país oceánico siguieron investigando el asunto y los piratas informáticos de la Dirección de Señales de Australia —agencia de inteligencia de la nación— realizaron una simulación virtual para averiguar qué daño podían infligir si tuvieran acceso a equipos conectados a la red 5G.
Según los funcionarios activos y retirados del Gobierno australiano que hablaron con Reuters, los 'hackers' descubrieron con el experimento que el daño de un potencial ataque cibernético a la red 5G de la nación tendría consecuencias muy graves.
La tecnología 5G será parte integral de las comunicaciones en el corazón de las infraestructuras críticas del país que la usa, desde energía eléctrica hasta suministro de agua y aguas residuales, declaró el pasado marzo el jefe de la Dirección de Señales de Australia, Mike Burgess. Por ese motivo, la seguridad en este sector es vital para la nación, subrayó.
Aproximadamente seis meses después de la simulación del ataque cibernético, el Gobierno australiano prohibió a Huawei cualquier participación en el desarrollo de las redes 5G en su territorio nacional.
Desde mediados del año pasado, los australianos continuaron notificando a otros países sus preocupaciones al respecto. "Compartimos nuestras preocupaciones sobre la seguridad con muchos aliados, no solo con EE.UU. y no solo con los socios tradicionales", declaró a Reuters un alto funcionario australiano, mencionando a Japón, Corea del Sur, Alemania y "otros países europeos".
Ahora EE.UU. también cree que si Huawei se afianza en las redes globales 5G, esto le brindará a Pekín una oportunidad sin precedentes para atacar infraestructuras críticas y comprometer los intercambios de inteligencia con aliados clave. Los altos funcionarios de seguridad occidentales temen que ese escenario podría involucrar ataques cibernéticos en servicios públicos, redes de comunicación y centros financieros clave.
¿Quién se ha sumado a la prohibición?
En el noviembre pasado, la Inteligencia de Nueva Zelanda alegó motivos de seguridad nacional para bloquear la primera solicitud por parte de un proveedor de servicios de telecomunicaciones que quería usar el 'kit' de Huawei para redes 5G.
Además, diversas compañías internacionales han seguido las indicaciones de EE.UU., entre ellas la empresa de telecomunicaciones británica Vodafone, que ha comunicado este miércoles su decisión de suspender la compra de celulares Huawei dotados con tecnología 5G.
Al grupo se ha sumado la empresa británica de semiconductores ARM, el mayor operador de telefonía móvil de Japón, NTT Docomo, y otros dos de los principales operadores de telefonía móvil del país nipón, SoftBank y KDDI. Por otro lado, la empresa nipona Panasonic ha desmentido este 23 de mayo que detiene los envíos de componentes a Huawei.
¿Quién se opone a la prohibición?
Pese a estas preocupaciones de seguridad, las opciones en el mercado son limitadas y Huawei es una de las tres principales empresas mundiales que, según los analistas, puede suministrar una amplia gama de equipos avanzados de redes móviles (los otros dos son Ericsson y Nokia).
La compañía china tiene asimismo una buena reputación entre los operadores de telecomunicaciones por su suministro fiable de equipos rentables. Teniendo en cuenta estas circunstancias, el Consejo de Seguridad Nacional de Reino Unido acordó en abril de este año concederle a Huawei un papel restringido en la construcción de partes de su red 5G, pero el Gobierno británico aún tiene que anunciar su decisión oficialmente.
Además del Reino Unido, muchos países europeos tienen fuertes vínculos económicos con China, y los ejecutivos de la industria siguen atraídos por los productos de bajo costo de Huawei. A diferencia de EE.UU., Europa ya utiliza una gran cantidad de equipos del fabricante chino en sus redes actuales.
Este marzo, Alemania —uno de los mercados europeos más grandes de Huawei— declaró que no prohibiría a la compañía china el despliegue de su red móvil 5G en su territorio. En respuesta, Washington advirtió a Berlín que limitaría su intercambio de inteligencia con el país germano si no reculaba en su decisión.
Asimismo, el país norteamericano también ha presionado al Gobierno de Lituania, Estado báltico miembro de la OTAN, durante un encuentro en marzo, según contó a Reuters un funcionario lituano familiarizado con la reunión.
No obstante, Lituania —que depende del respaldo militar de Washington— no quiere prohibir a Huawei por sus precios económicos y porque no quiere perjudicar sus relaciones con China. Como resultado, el país está "buscando formas de prohibir a Huawei sin realmente promulgar una prohibición a Huawei".
Acusaciones sin pruebas
Hasta el día de hoy, Washington no ha presentado públicamente ninguna prueba sólida de que los equipos de Huawei hayan sido utilizados para espiar, recuerda Reuters. El embajador de EE.UU. ante la Unión Europea, Gordon Sondland, al ser preguntado al respecto en febrero, contestó a la agencia que "existen evidencias clasificadas". Negándose a explicar la naturaleza de estas, aseguró que no había duda de que Huawei tenía "la capacidad de 'hackear' un sistema" y disponía de un "mandato del Gobierno [chino] para hacerlo a pedido".
Por su parte, Huawei ha negado en repetidas ocasiones tanto las acusaciones de espionaje como que de que esté controlada por el Gobierno, el Ejército o la Inteligencia chinos.
"No controlamos de ninguna manera las redes en las que nuestros clientes despliegan nuestros equipos", afirmó la compañía, añadiendo que "las acusaciones de EE.UU. y Australia son extravagantes y no están enraizadas en ninguna evidencia".
El Ministerio de Relaciones Exteriores de China también ha declarado que las afirmaciones norteamericanas que señalan que la legislación china obliga a individuos y empresas a ayudar al Gobierno en tareas de espionaje son "una mala interpretación y una difamación sin sentido de relevantes leyes chinas". "Tratar de difamar a otros para que blanquearse a si mismo es inútil", concluyen desde el ministerio.