"Contra la asfixia económica y la violencia machista, volvemos a la calle": a cuatro años de aquella primera y masiva marcha de Ni Una Menos, hoy las mujeres se manifiestan otra vez. Desde la Plaza 25 de mayo en San Juan hasta en el kilómetro cero (Congreso Nacional), pasando por la plaza Pagano en el Bolsón, Formosa, Santiago del Estero o Jujuy, entre muchas otras.
En pleno año electoral y a menos de una semana de que se haya vuelto a presentar —acompañado de movilizaciones— el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, las mujeres, lesbianas, travestis y trans vuelven a hacer vibrar el espacio público.
"Porque todos los días vemos cómo la violencia económica hace implosión en las casas y en los barrios, sobre nuestros cuerpos", dice este año el comunicado de Ni una menos. En Argentina, actualmente, hay un 32 % de pobres. Además, ya en 2018 la CEPAL calculaba que la proporción de la deuda pública del país era del 77,4 % del PBI. Según el informe de la Secretaría de Trabajo de marzo, hay 268.300 trabajadores registrados menos que un año atrás. Sólo en la industria, se perdieron 137.000 puestos de trabajo desde que empezó el Gobierno de Mauricio Macri.
Cuando la crisis golpea, lo hace más sobre las mujeres. La desigualdad de género también es económica: se ve en la brecha de ingresos (las diferencias en el salario promedio), en el famoso 'techo de cristal' (las barreras 'invisibles' que no permiten a las mujeres acceder a determinados puestos) y en la cantidad de horas invertidas en trabajo no remunerado que se pierden del que sí es remunerado.
El comunicado de Ni Una Menos describe algunas de las consecuencias: "La asfixia estalla como violencia machista, estalla la crueldad contra las niñas obligadas a gestar, en los femicidios, en los lesbicidios, los travesticidios, estalla como ajuste y fragilización de nuestros vínculos, estalla como enfermedad en cuerpos agotados, estalla en la indigencia y en los desalojos, estalla en la violencia correctiva contra cuerpos trans. Nuestro diagnóstico feminista de la crisis no puede despreciar estas formas de la violencia".
La historia
Ni Una Menos nació en 2015, como una maratón de lectura de mujeres periodistas, escritoras y artistas en la Plaza de la Bilbioteca Nacional. Fue apenas se conoció la noticia de que a Daiana García —que había ido a una entrevista de trabajo— la encontraron muerta en un descampado.
Al mes siguiente, hallaron el cuerpo de la adolescente Chiara Páez enterrada en el patio de su femicida. La movilización fue masiva: se calculó que fueron unas 200.000 personas sólo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, más otros miles en las diferentes provincias.
Es que la tensión venía subiendo con casos resonantes y estadísticas caseras. En 2014, a Melina Romero la habían buscado un mes: su cuerpo lo encontraron en bolsas de residuos en José León Suárez. En 2013, los restos de Ángeles Rawson aparecieron en un basural. Los casos se cuentan de a cientos: en Argentina, hay un femicidio cada 32 horas. Son datos de la Asociación Civil Casa del Encuentro, que registra desde 2008 en base a noticias en los medios de comunicación.
La masiva primera movilización logró visibilizar los femicidios pero también puso sobre la mesa que se trata del último eslabón de una cadena de muchas otras violencias: la judicial, la policial, la económica, la obstétrica, la mediática e incluso el acoso callejero. Todo eso está —desde entonces más que nunca— en debate en la sociedad argentina.
Entre los puntos principales de los pedidos que figuraban en aquel primer documento que se leyó estaban que se instrumente (y se le asigne presupuesto) a la ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (26.485), la recopilación y publicación de estadísticas oficiales sobre violencia hacia las mujeres, garantías de la protección de las víctimas más refugios de emergencia, así como la aplicación de la "educación sexual integral con perspectiva de género" y que incluya la temática de la violencia machista y noviazgos violentos.
Una de las consecuencias palpables de aquella primera movilización fue que la Corte Suprema convocó a las autoridades judiciales para armar el Registro de Femicidios. Desde entonces, llevan la cuenta en base a información judicial. El análisis de 2018, presentado el mes pasado, indica que hubo 278 víctimas letales de violencia de género en el año. También, que el 83 % de las víctimas tenía un vínculo previo con el femicida y que la mayoría (un 56 %) de los asesinatos fueron cometidos por parejas o exparejas de las víctimas.
Desde el sitio de periodismo feminista LatFem lanzaron un documental triple, desde tres localidades, preguntando a ciudadanos y ciudadanas qué significa hoy Ni Una Menos.
Esta misma tarde, mientras en las calles se marche, en el Senado los Movimientos Populares presentan un Proyecto de Ley "de Emergencia en Violencia de Género".
Y es que ya la movilización tiene historia. Se hizo también en 2016, 2017, 2018. En la última, el documento decía: "Somos un movimiento potente, diverso, heterogéneo, que supo demostrar que cada violencia ejercida contra nosotras nace de la violencia que ejercen los Estados y gobiernos cada vez que nos someten a la explotación de nuestros cuerpos, cada vez que dejan nuestros derechos humanos sin cumplimiento, cada vez que repiten fórmulas económicas neoliberales y capitalistas que producen más hambre y violencia. Somos las que nos plantamos contra todos los gobiernos que quisieron y quieren imponernos un régimen de explotación, saqueo y hambre, en el que las más perjudicadas somos las trabajadoras, desocupadas y excluidas: las más pobres entre los pobres".
Julia Muriel Dominzain
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