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'Mais memória por favor': así contesta el arte callejero de Buenos Aires a las políticas de América Latina

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Los artistas urbanos de la capital argentina y sus alrededores se disputan el espacio público con las autoridades, haciendo 'collages', 'stencils' y murales de fuerte contenido social.
'Mais memória por favor': así contesta el arte callejero de Buenos Aires a las políticas de América Latina

América Latina vive tiempos de giros vertiginosos a nivel político, económico y social. La mayoría de los países parecen estar direccionados, en sintonía, dirigiéndose por el mismo camino ideológico en estos años. Argentina, y Buenos Aires, no les escapan a este reciente cambio de rumbo continental, y el arte urbano emerge ante la necesidad de contestar. En efecto, las paredes porteñas gritan, diciendo que todo podría ser de otra manera. 

Con técnicas que están en su esplendor desde los últimos años, como el 'paste up' —pegatinas en una pared que conforman un gran 'collage'—, el 'stencil' —estampado con la ayuda de una plantilla previamente diseñada— u otras obras que nos retrotraen a tiempos inmemoriales, como los clásicos murales, el arte callejero muestra su cuota de rebeldía en la capital y sus alrededores, como nunca antes. 

Las temáticas escogidas por esta clase de artistas —que no son mayoría en su rubro— suelen hacer referencia a causas populares, como la lucha feminista contra el patriarcado, críticas al aumento en las tarifas y otras políticas gubernamentales, el repudio al aparato represivo del Estado y el deseo en la obtención de derechos para diversos colectivos sociales, entre otras.

"¿Es arte o no es arte? Para algunos, es vandalismo. Creo que se puede hablar de una expresión, que a veces sale como un vómito", grafica Iván Andrada, creador de Arte Callejero Latinoamérica (ACL), un proyecto que difunde las obras de artistas regionales, organiza encuentros y desarrolla festivales para hacer intervenciones en la vía pública. "Tenemos la inquietud de mostrar lo que está pasando en la actualidad latinoamericana", comenta.

La idea nació con otro nombre en el 2003, cuando Argentina seguía tambaleando por la crisis del 2001: "Ahí todos salimos a la calle a expresarnos, golpeando una cacerola o haciendo una pintada. Escuchabas una noticia y a las dos horas veías un 'stencil' en la calle sobre esa novedad", recuerda. En ese aspecto, opina que "el arte callejero siempre se pensó como una medida de resistencia". Y suma: "El contexto incentiva la expresión y el mensaje político. La resistencia está, porque está el descontento". A su vez, explica que uno de los objetivos de ACL "es participar de espacios alternativos, en casas ocupadas, centros culturales que no están habilitados o lugares públicos que no acostumbran a recibir ese tipo de manifestaciones".  

Lógicamente, esta clase de actividades genera controversias entre las autoridades, pero también con algunos vecinos. De hecho, no a todos les agradan los carteles que repudian al presidente, Mauricio Macri. Así, en torno a las obras artísticas surgen debates más filosóficos: "Está la discusión entre la propiedad pública y privada", reconoce Iván. Sobre ello, considera: "Muchas veces el arte callejero se hace en la propiedad pública. Si es público, es de todos, y si es de todos, es mío también. Estoy interviniendo ese espacio mío y de todos". 

A pesar de su razonamiento, hay artistas que reciben quejas y planteos de todo tipo: "'¿Por qué no lo hacés en la puerta de tu casa?'", repasa uno de los típicos reproches. No obstante, reflexiona: "Reflejamos una forma de pensar, anticapitalista. Lo importante es que invite a la reflexión de la gente que anda en la calle. Tanto para el que maneja un Mercedes Benz como para el que viaja dos horas yendo al trabajo". 

'Stencil' o el arte de quejarse con estilo

'Marian Calle', como se hace llamar la artista, hace pegatinas con 'stencil', una técnica muy habitual para estos letreros. Aquella práctica también la usó en Brasil, Colombia y Uruguay. Decidió "pasar el límite de lo convencional, porque en galerías de arte y esos lugares no podía mostrar lo que realmente quería expresar". Curiosamente, empezó a usar las paredes de Buenos Aires en el 2015, el mismo año en que Macri ganó la Presidencia: "Las ganas de hacer murales fueron atravesadas por instancias políticas y empecé a realizar carteles, de modo más directo", cuenta. 

Sin embargo, la admiración por el arte urbano apareció muchos años antes, en 1992: "Se cumplían cinco siglos de la llegada de Colón a América, y vi un afiche en la calle. Era una hoja, que decía 'nada que festejar', y tenía un bombazo de tinta roja". Eso la cambió para siempre. 

'Marian' considera que, aunque la práctica no sea nueva, "hoy es mucho más masiva". Asimismo, añade que "las redes sociales ayudan a conocer a más personas que están en la misma, a generar lazos". Y así como las expresiones artísticas crecen en tiempos de crisis, también aumenta la respuesta oficial: "Hay más intención del Gobierno para tapar las cosas, para arrancarlas"

Al mismo tiempo, la entrevistada se deja llevar y dice que en la región se vive una "dictocracia", es decir, "una dictadura disfrazada de democracia". Eso se ve plasmado en sus obras. También se queja sobre cómo el Gobierno de la capital argentina administra el espacio público: "En Buenos Aires tenés un montón de invasión visual por parte de propagandas del Gobierno, o espacios de publicidades para comprar cualquier cosa, cedidos por ellos".

Su meta es generar pensamiento crítico, y que los transeúntes cuestionen las imágenes que ven, con su trasfondo. "No puedo hablar por todos los artistas, algunos se van más hacia lo comercial, otros somos más combativos. Pero podemos usar una imagen bonita, llamativa, y añadirle un mensaje de resistencia, porque no tranzamos con las políticas actuales", finaliza.

Su colega del rubro, 'Nazza', se especializa en delitos de lesa humanidad cometidos por la última dictadura argentina, tormentos sufridos por los pueblos originarios en diversos tramos históricos y la actual violencia institucional. "Al tener esa carga simbólica, las imágenes cobran otro sentido en el espacio público", comenta. Desde su punto de vista, la región muestra mucha actividad en sus paredes "porque expresan lo que no pasan los grandes medios de comunicación, donde el discurso es otro".

Su estilo es bien personalizado, por ello prefiere dibujar rostros: "30.000 desaparecidos en la última dictadura, es un número frío. Ahora, darle una cara y nombre, es saber que esas personas tienen una historia, una familia, amigos", ejemplifica. Y se explaya: "Estas historias forman parte de mí. Lo que pinto me pinta".

Sin embargo, suma que "el espacio para generar cosas es cada vez más acotado en la capital", debido a las restricciones.

Murales contra la censura

La disputa por el espacio público y la difusión de ideas en plena calle no es fácil, y eso lo sabe muy bien el Colectivo Político Ricardo Carpani, llamado así para homenajear a un recordado pintor argentino muy vinculado a las causas populares. Este año, unas pocas horas después del 24 de marzo —Día de la Memoria—, comenzó a viralizarse en las redes un video donde enviados del Gobierno de la Ciudad tapaban un mural dedicado a las Abuelas de Plaza de Mayo y los 30.000 desaparecidos políticos. Fue un escándalo.

Pero la polémica era doble, porque previamente ya habían tapado otro mural suyo en la misma pared, a pocos metros de la casa de Gobierno, en pleno centro porteño. Ese dibujo era una manera de contestar los dichos del secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación, Claudio Avruj, que en su momento había puesto en duda la cantidad de desaparecidos entre 1976 y 1983. Antes de la primera censura, la pared era así:

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Basta.

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En esa ocasión, en 2018, se desarrollaban los Juegos Olímpicos de la Juventud y se aproximaba el G20. Por esos días, varios líderes ya transitaban la Avenida de Mayo, donde estaba el homenaje. Tras la tapada gubernamental, los pintores regresaron para restaurar su mensaje, en el mismo lugar, pero esta vez el mural nuevo duró unas pocas horas, como se ve en la filmación. Lo borraron dos veces.

"Venimos trabajando en esa pared hace diez años, siempre la intervenimos con las consignas que se van planteando sobre derechos humanos. Todos los 24 íbamos, y ese mural no lo tocaba nadie. Ya estaba instalado en el imaginario de todos", dice Gerardo Cianciolo, miembro del grupo. Actualmente, ese colectivo planea colocar un código QR junto a la pared "para que la gente que pase pueda ver en sus teléfonos lo que estaba ahí antes de que lo tape Horacio Rodríguez Larreta", el jefe de Gobierno de la ciudad. Ahora hay un muro marrón, sin nada.

Esta clase de situaciones también se vivió en varias plazas porteñas este año, donde los servidores públicos ya borraron los pañuelos que habían sido pintados en el piso para homenajear la lucha de las madres, que buscaban a sus parientes secuestrados por el terrorismo de Estado. 

En sintonía, Gerardo describe el momento actual para los artistas: "El macrismo empezó muy fuerte la cuestión represiva. A muchos artistas en la ciudad, con la excusa de la denuncia anónima de vecinos, la Policía se los lleva presos. Hasta te confiscan los elementos, hay mucha presecución. Entonces, las intervenciones pasaron a ser más efímeras, más de 'stencil' y calcos, para dejar un mensaje mucho más rápido". Con ello, las autoridades transmiten "esa idea de que todo lo callejero es malo, ensucia o perturba". 

No obstante, desde el colectivo muralista no se rinden, y avisan: "Lo vamos a pintar otra vez, que no les quepa la menor duda". 

Leandro Lutzky

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