Los mensajes de apoyo en las redes sociales al periodista estadounidense Glenn Greenwald continuan multiplicándose, después que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, amenazara con mandarle preso por las filtraciones publicadas por The Intercept.
Greenwald, ganador de un premio Pulitzer, es cofundador del portal The Intercept Brasil, medio que desde el pasado 9 de junio está publicando mensajes privados que el ministro de Justicia, Sergio Moro, intercambió, cuando era juez, con los fiscales de la Operación anticorrupción Lava Jato, el mayor escándalo de la historia del gigante suramericano. Estas filtraciones, que han provocado una tormenta política en el país, han puesto en cuestión la imparcialidad del exmagistrado, que mandó a la cárcel al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
"Él no se va. Puede estar tranquilo. Tal vez sea preso aquí en Brasil, no va a serlo fuera, no", declaró el mandatario el pasado sábado tras participar en un evento en Río de Janeiro. El presidente hacía referencia a un decreto publicado, en medio del escándalo de las filtraciones, por el ministro de Justicia, y que da luz verde a la deportación "sumaria" de extranjeros "peligrosos", considerados así aquellos que presenten vínculos con el terrorismo, delincuencia o grupos armados, o que hayan violado la Constitución. Sin embargo, según dijo Bolsonaro, el decreto "no tiene nada que ver con el caso de él [Greenwald]".
El periodista —que en 2013 publicó las revelaciones de Edward Snowden— vive en Río de Janeiro y está casado con el diputado federal David Miranda, con quien tiene dos niños adoptados.
"Estafador, estafador. Para evitar el problema, se casa con otro embaucador y adopta a un niño en Brasil. Ese es el problema que tenemos. Él no se irá, puedes descansar tranquilo. Quizá vaya preso en Brasil, pero no será expulsado", afirmó Bolsonaro.
"Nada sobre mí"
"El gobierno no tiene poder de deportarme. Pero tengo el poder de abandonar Brasil voluntariamente, y lo tuve todo el tiempo. No lo hice y no lo haré, a pesar de estas amenazas ¿Por qué? Porque sé que no tienen nada sobre mí. Voy a defender la democracia del país de mis hijos", escribió en Twitter el periodista.
En otros tuits, Greenwald se defiendió de las acusaciones de Bolsonaro. "Adoptar niños es algo bonito que cualquiera puede hacer, pero eso no nos da ninguna ventaja legal, como Bolsonaro sugirió repugnantemente", escribió.
"Mientras amenaza con mandarme a prisión —un poder que no tiene— Bolsonaro también afirma que me casé con @davidmirandario y adopté dos niños como una táctica para evitar la deportación. Aparentemente, puedo predecir el futuro. Me casé con David hace 14 años cuando todavía yo era abogado", comentó.
Las amenazas de Bolsonaro han originado fuertes reacciones en el mundo de la prensa, dentro y fuera del país, y también han provocado la indignación de la oposición e intelectuales brasileños. La Asociación Brasileña de Prensa (ABI) convocó para el próximo martes un acto en Río de Janeiro en solidaridad con Greenwald, quien "sufre una campaña autoritaria de persecución por parte de Gobierno de Bolsonaro".
"Al amenazar con prisión a un periodista que publica informaciones que desagradan, el presidente promueve e instiga graves agresiones a la libertad de expresión", declaró, por su parte, la Asociación Brasileña de Periodismo de Investigación (Abraji).
"La escalada autoritaria de los últimos días no tiene precedentes en el período democrático", asegura Fernando Haddad, excandidato a la presidencia y miembro del Partido de los Trabajadores (PT). "Un fascista intelectualmente limitado sigue siendo un fascista y necesita ser contenido mientras haya tiempo", asevera.
Este escándalo tiene lugar pocos días después de que la Policía Federal (PF) de Brasil detuviese a cuatro sospechosos de 'hackear' —a través de la red social Telegram— el celular de Moro, pero también los de un millar de altos cargos, entre ellos, los teléfonos Bolsonaro, quien aseguró que "no le importaba lo más mínimo" que algo se hubiera filtrado. "No se encontraría nada que me comprometa", resaltó.
La semana pasada, Moro pidió a las autoridades que las filtraciones fuesen destruidas, una medida que generó gran revuelo y que terminó con una demanda por parte del Partido de los Trabajadores (PT) por un supuesto abuso de autoridad.
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