El martes, después de 19 días con 83 migrantes rescatados a bordo, el barco español de Open Arms atracó en el puerto de la isla de Lampedusa —en las costas de Italia—, por orden de la Fiscalía del país europeo, organismo que también dictaminó la incautación del navío. Pese a esta última decisión, la organización sin fines de lucro celebró que sus tripulantes desembarcaran y recibieran la atención médica pertinente, luego del largo viaje.
Ricardo Sandoval, de 40 años, es argentino y uno de los capitanes de Open Arms. Se unió a las expediciones rescatistas de la ONG en 2017, luego de abandonar su empleo como conductor de un yate para un millonario en España.
Aunque no participó de la última misión marítima en Italia, debido a una breve pausa por cuestiones personales (volverá a comandar el barco en el próximo mes), Sandoval festejó la "victoria" de sus compañeros por llegar a tierra firme: "Lampedusa es es un puerto seguro y cumple con las normativas internacionales para el desembarco de migrantes. Lo que ocurre es que allí se encuentra Matteo Salvini (ministro del Interior italiano) y él quiere a una Europa divida por la crisis migratoria. No solo no permite nuestro ingreso, sino que castiga a las países que lo hacen", afirmó Sandoval, en diálogo con RT.
Respecto a la medida del gobierno italiano de confiscar el navío, el argentino tiene dudas de que efectivamente se lleve adelante: "Habrá que esperar, pero no creo que todo el poder judicial del país esté en contra nuestra y menos aún cuando no infringimos ninguna ley. Hay jueces que nos avalan, incluso en las naciones más reaccionarias", concluyó.
Desde que el ultraderechista Matteo Salvini asumió en 2018 su cargo como ministro del Interior, Italia cerró los puertos 23 veces, y negó el arribó de 14 embarcaciones para impedir que unas 3.000 personas llegaran a Europa, en su mayoría provenientes de países del norte de África.
"En 2017, durante mis primeras misiones, Italia nos enviaba indicaciones cuando detectaba alguna barcaza en su radar y luego nos asistía en las operaciones. Ahora no solo no nos informa, sino que nos ataca interponiendo medidas burocráticas al barco para no ingresar a su territorio", recuerda el rescatista.
Las reglas en el mar
Ricardo Sandoval pasó toda su vida con el mar a la altura de los ojos. Nació en la ciudad de Mar del Plata, uno de los principales distritos costeros del país sudamericano. A los 20 años, viajó a España en busca de "un nuevo hogar" y allí comenzó un curso como jefe de embarcaciones en Tenerife. Con el tiempo conoció a su actual mujer, quien se desempeñaba como vigilante de tránsito marítimo en un puerto de la ciudad de Terragona, sitio que él visitaba habitualmente.
Antes de iniciar su camino en Open Arms, Sandoval trabajaba como conductor de un yate, cuyo dueño era "un millonario ruso". Pero le puso fin a esa relación laboral cuando la ONG aceptó su solicitud de ingreso: "Prefiero ayudar a miles de inmigrantes a que a un único millonario", confiesa.
En cuanto a los actuales procedimientos de rescate, el marplatense detalla que "el foco migratorio" se encuentra hoy en el Mar Mediterráneo central. "El territorio se divide actualmente en zonas de emergencias y de rescate, denominadas como SAR (Search And Rescue por sus siglas en inglés). Las mismas se delimitan bajo una serie de requisitos otorgados por la organización marítima internacional y cuya normativa apunta a la seguridad que tenga cada puerto para un desembarco", explica Sandoval, y remarca: "No es lo mismo un puerto de Trípoli, en Libia, un país sin gobierno y en plena guerra civil, que uno en Italia. Cuando las condiciones de seguridad no están garantizadas, no podemos ingresar".
El capitán del Open Arms acusa a Italia de preferir que los barcos de las organizaciones humanitarias lleguen a zonas portuarias de ciudades "en guerra", antes de permitir que los inmigrantes pisen Europa: "Hay dirigentes políticos que quieren darle a Libia la potestad de 'zona de rescate' para que reciba a personas que intentan cruzar el Mediterráneo. Esto viola el estatuo del refugiado de las Naciones Unidas. Es una locura rescatar a personas que se encuentran en peligro en el mar para llevarlas a los sitios de donde se están escapando. Cuando nosotros nos negamos a esto, recibimos las represalias del Gobierno. Nos acusan de muchas incoherencias cuando solo queremos que no se muera más gente", asevera.
Actualmente, el equipo de la ONG se compone de 19 tripulantes, entre profesionales y voluntarios. Su capacidad, según Sandoval, podría albergar "hasta 500 refugiados". También cuentan con un velero, en donde caben unas 50 personas. En cada misión, el capitán asegura que lo envuelve un sentimiento de hermandad: "No estoy hace mucho tiempo, y ahora me encuentro en tierra por cuestiones personales, pero lo que uno vive al estar navegando allí es único. Cuando tendés el brazo para que esa persona, o familia, finalmente suba y se sienta segura, comprendes que existe el amor por la humanidad", finaliza.
Facundo Lo Duca
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