¿Por qué ha fallado el modelo económico de Macri?
El modelo del presidente Mauricio Macri falló, y hasta los oficialistas más convencidos reconocen la mala situación que atraviesa Argentina. Así, la discursiva gubernamental fue mutando a lo largo de la gestión, intentando justificar el difícil momento que atraviesan miles de familias.
La economía repuntará en "el segundo semestre", prometió el presidente en su turbulento inicio de gestión. "Veníamos bien, pero pasaron cosas", se excusó a mediados del 2018, para luego llegar a sus creaciones más recientes: "Fui demasiado optimista", y hubo "errores de diagnóstico", reconoció en los últimos días.
En estos cuatro años aumentó la pobreza y el desempleo, cerraron fábricas, creció la inflación y se derrumbó el consumo, sumado a un asfixiante endeudamiento. Así, la población mostró su disconformidad en las elecciones primarias del 11 de agosto y siete de cada diez argentinos votaron por otro candidato; si en octubre se dan resultados similares, el opositor Alberto Fernández será el próximo mandatario de centroizquierda en ocupar la Casa Rosada, con holgura. Pero, ¿por qué le fue tan mal al Gobierno?
"Muchos gallineros cuidados por zorros"
Para el coordinador de la Comisión de Economía en la Convención Nacional de la Unión Cívica Radical (UCR), Miguel Ponce, el problema es más económico que político: "Ha sido un fracaso", resume. Desde su punto de vista, el error de cálculos fue seguido por "mala praxis", y lo explica en una serie de tips que sirven para entender los malos resultados.
En primer lugar, destaca "la divisoria" del Ministerio de Economía. "En momentos de guerra, no se pueden tener ocho generales, hay que tener unidad de mando. La falta de coordinación, fue una equivocación terrible", reflexiona. Sobre ello, recuerda: "Alfonso Prat Gay —ex ministro de Hacienda, del mismo partido que el entrevistado— me decía que se enteraba por los diarios del cambio de tarifas en servicios públicos".
Otro punto clave fue la colocación de CEOs en puestos relevantes para la administración pública. Sin embargo, el "error garrafal" no fue solo por la "inexperiencia" de los gerentes en funciones sociales, sino que para Ponce se trata de un problema filosófico: "Colocaron en lugares determinantes a personajes comprometidos con las áreas que debían controlar". En Argentina se le llama "estar en ambos lados del mostrador", una frase muy típica.
Por citar un ejemplo, Juan José Aranguren había sido presidente de la filial de Shell en Argentina y luego lideró el Ministerio de Energía, entre 2015 y 2018. "No se puede dejar al zorro libre, en el gallinero libre, cuidando a las gallinas libres", dice el especialista, parafraseando al expresidente Raúl Alfonsín. "En este Gobierno tuvimos muchos gallineros cuidados por zorros", concluye.
La última falencia señalada por el experto, y tal vez la más polémica, fue recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI) para recibir un préstamo de 57.000 millones de dólares: "No había una corrida bancaria ni una obligación de pago de deuda inmediata", remarca el director del Centro de Estudios para el Comercio Exterior Siglo XXI. Además, subraya que la entidad financiera violó su normativa interna para otorgarle el crédito al país sudamericano, que no estaba en condiciones solventes de recibirlo. Todo ello sin mencionar que el pacto no se debatió en el Congreso, como ordena la Constitución.
Déficit fiscal, recesión y más deuda
El macrismo llegó al poder en el 2015 con el aparente objetivo de reducir el déficit fiscal dejado por el Gobierno anterior, porque el Estado gastaba más de lo que recaudaba. Esto fue llamado por el líder argentino como "pesada herencia". Entonces, el debate entre el sector más conservador de la sociedad argentina era si el ajuste, es decir, la reducción del gasto público, debía hacerse de forma gradual o con un 'shock'. ¿En el medio? Millones de personas. Y aunque el Ejecutivo optó por el llamado "gradualismo", Argentina no pudo reducir su déficit: con la llegada de la recesión, debía seguir gastando fondos para contener a la población, cada vez más vulnerable.
"Macri confió en la idea de que las inversiones iban a venir sin hacer ningún tipo de reformas, entonces el 'gradualismo' consistió en tomar deuda para seguir gastando al mismo ritmo que gastaba el Gobierno anterior", opina Miguel Boggiano, máster en Economía por la Universidad de Chicago (EE.UU.). Así, el CEO del grupo de asesoramiento Carta Financiera, expresa: "No hubo ningún cambio de fondo, con el agravante de que tuvieron que subir los impuestos. El gran problema es que las empresas argentinas no pueden ganar plata".
Además, considera que "tomar deuda tiene un costo político mucho más bajo que hacer reformas". Desde aquella postura, expresa: "Tendrían que haber achicado el Estado y realizado cambios en leyes laborales. Reducir el gasto público y rebajar impuestos que permitan que las empresas generen utilidades". Y suma: "Desde que está el Fondo, Argentina lo único que hace es agonizar para intentar cumplir metas fiscales, ahogando cada vez más la economía".
"El pecado original"
Desde la vereda de enfrente, el economista Julián Grancharoff, miembro del Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas, critica la "completa desregulación del mercado cambiario", ya que Argentina pasó a ser "uno de los países más desregulados de la región en movimientos de capitales, incluso mucho más que Chile o Colombia".
En efecto, Macri tomó la Presidencia con un dólar que se vendía a 9,75 pesos —en el mercado paralelo se ofrecía más caro—y hoy tiene un precio de 57. En ese país sudamericano, cuando crece el valor de la divisa estadounidense, se disparan todos los precios de la economía, incluso en alimentos. Por ello, recientemente el Gobierno se vio obligado a retomar las políticas de control cambiario, aquellas que tanto les había cuestionado al kirchnerismo, y estableció límites para la compra de dólares: hasta 10.000 por persona.
"Ellos pensaban que desregulando iban a generar confianza y la llegada de inversiones, pero solo trajeron movimientos especulativos", analiza Grancharoff. No obstante, cree que la peor política económica de Macri, "el pecado original" que podría comprometer las cuentas argentinas en el futuro, "fue financiar gastos en moneda local con deuda en dólares".
Según detalla, el 80% de la deuda argentina está en moneda norteamericana, y cada vez que sube su cotización o que se deprecia la moneda nacional, los dólares resultan más costosos para ser devueltos. Es decir, se requerirán muchos más pesos para afrontar los compromisos financieros asumidos por Macri.
- Altísimas tasas de interés
Con el fin de mantener el precio de la divisa estadounidense, además de subastar dólares del Banco Central para contener la demanda, una herramienta muy usada por el Gobierno fue elevar las tasas de interés. Esto quiere decir que las entidades o personas que le prestan dinero a la casa madre bancaria a cambio de bonos, luego recibirán un porcentaje de ganancia mayor, y ello se hace, en parte, para que sea más atractivo que comprar dólares.
Pero, ¿eso qué tiene de malo? Sucede que para los empresarios puede resultar más conveniente, o cómodo, comprar bonos con altas tasas de ganancia, en vez de sostener una fábrica con mano de obra. De hecho, para Ponce esto "es incompatible con cualquier actividad productiva". Y subraya: "Es muy claro quiénes son los ganadores y perdedores de este modelo, en algún momento deberá ser investigado en profundidad".
"Macri agravó la herencia"
Por su parte, la directora de la consultora Eco Go, Marina Dal Poggetto, coincide en que Macri "recibió una herencia complicada", pero "la agravó". Su opinión se centra en la política energética, que durante el kirchnerismo se volvió deficitaria: "Se importaba combustible a precios muy altos, entonces había que subir tarifas para ganar rentabilidad de las empresas energéticas y recuperar la inversión del sector, y corregir la situación fiscal". El problema, es que ello "genera un impacto en el salario y un efecto inflacionario", como terminó ocurriendo.
No obstante, la especialista señala como positivo que el Gobierno recibió un país con baja deuda. De hecho, esto fue reconocido por Nicolás Dujovne en 2016, antes de tomar las riendas del Ministerio de Economía, cuyos comentarios salieron a la luz en las últimas horas: "La Argentina tiene niveles de endeudamiento bajísimos, tanto a nivel del Gobierno, como las empresas y las familias. Su deuda neta es del 20% del Producto Interno Bruto (PIB)". Si no se cuentan los compromisos con organismos internacionales, aquel número se reducía a 16%, y solo el 8% era en moneda extranjera, una situación muy ventajosa para el Estado. Tiempo después, la deuda actual ya equivale a casi la totalidad de lo producido en Argentina.
Acá Dujovne reconociendo que el gobierno recibió un país desendeudado. Incluso la gente vivía sin deudas. Lo ve como algo positivo. Claro, eso le dio la posibilidad de endeudarse al mango para que se la fuguen toda y la tengamos que pagar los trabajadores. #saqueopropic.twitter.com/T4UCSVT5n0
— Lautaro FyM (@Lautafym) September 3, 2019
Según Dal Pogetto, durante los primeros años de gestión el Gobierno se financió con créditos, pero cuando se le cortó el acceso a estos préstamos, "Argentina buscó con el Fondo un financiamiento puente hasta poder regresar al mercado". Así, hubo dos pactos con el FMI, hasta llegar a la cifra actual de 57.000 millones de dólares: "El primer intento falló. El segundo tenía mayor lógica, pero el problema se correspondía con un programa fiscal y monetario muy contractivo, que te aseguraba una economía en recesión e inflación alta".
En medio de este contexto, el 27 de octubre se elegirá al nuevo presidente. Luego de los resultados en las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), la economía tuvo grandes coletazos. Y para la entrevistada, este clima de tensión puede perdurar en las próximas semanas: "Fernández tiene los votos para ser presidente, pero recién en octubre, entonces quedó un vacío de gobernabilidad, con un Ejecutivo débil".
¿Remontará la situación el Gobierno de Macri?
Leandro Lutzky
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