Es innegable que México tiene bajas expectativas de crecimiento económico, lo ha señalado no solo el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, también el Banco de México (Banxico), además de calificadoras como Moody's y Fitch.
Pero por qué han caído las expectativas de crecimiento para México, donde siete de cada ocho pesos que se invierten en el país son de la iniciativa privada.
"El crecimiento de un país, como el de un hogar, depende de que se le esté invirtiendo. En el caso de la economía, si no se le invierte de manera importante, no crece, y en el caso de México, la mayor parte de la inversión viene de particulares, y ellos no están invirtiendo porque hay incertidumbre de hacia dónde va el país", afirma Enrique Díaz-Infante Chapa, director del sector financiero y seguridad social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).
El pasado lunes, el Banco Central de México dio a conocer los resultados de la última Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado. Los resultados no arrojaron mucha esperanza: se recortó el pronóstico de crecimiento para 2019 de 0,80 % a 0,50 %. Este ajuste a la baja ha sido constante mes con mes, según la misma medición. Mientras que para 2020 esperan un crecimiento de 1,4 % desde 1,5 %, considerando la encuesta anterior.
El especialista ve uno de los motivos en el Plan Nacional de Desarrollo, que en términos de la Carta Magna mexicana debe establecer la planeación general de desarrollo para el país, y "el que se presentó —publicado el 12 de julio pasado— no dio directrices de cómo se pretende lograr el crecimiento del 4% anual, el documento no dio confianza", resalta.
La Confederación de Cámaras Industriales estimó en junio pasado, en una reunión con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que para que crecer al 4 % anual, como se estima, la inversión pública y privada debe escalar al menos al 25 % del Producto Interno Bruto (PIB). "Para lograrlo, el esfuerzo es monumental, considerando que en los últimos años la inversión se ha mantenido alrededor del 20 % del PIB", apuntó Francisco Cervantes Díaz, presidente de la confederación.
A ello hay que agregar que en los próximos dos años, la iniciativa privada en México tiene como meta aumentar la inversión de 17,5 % a 20% del PIB.
Obras canceladas
Al Plan Nacional de Desarrollo, Díaz-Infante agrega al desánimo de los inversionistas las cancelaciones de obras o acuerdos emprendidos en la Administración de Enrique Peña Nieto (2012-2018).
"Antes de arrancar el sexenio, este Gobierno canceló en forma irracional, sin sustentos lógicos, la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco, que ya llevaba el 30 % de avance, para construirlo en la base militar de Santa Lucía; luego redujo significativamente las importaciones de gasolina de Estados Unidos, según informó The Wall Street Journal, que es cuando se da el desabasto y se argumenta el combate al 'huachicoleo', lo que sumó más a la desconfianza. Y después vino la cancelación de los contratos de los gasoductos a los privados. Entonces, ahora que el Gobierno les dice invierte, surge la duda sobre si se van a respetar los acuerdos. Se perdió la confianza y los particulares no están invirtiendo, si no se invierte no se genera crecimiento", señala.
Díaz-Infante ve en la carta de renuncia de Carlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda una muestra de que el actual Gobierno actúa "sin diagnóstico, sin planeación, sin evidencias". El funcionario dimitió el pasado 9 de julio, argumentando que en la actual Administración se han tomado "decisiones de política pública sin suficiente sustento".
¿Una promesa alcanzable?
Para cumplir la promesa de llegar a un crecimiento del 4 %, López Obrador pidió a los empresarios del Consejo Mexicano de Negocios (CMN) que se comprometieran a invertir 32.000 millones de dólares este año, ofreciendo a cambio crear un ambiente propicio para recibir esos capitales.
Alfonso Romo, un reconocido empresario a cargo de la Oficina de la Presidencia, admitió este miércoles que debido al estancamiento de la economía mexicana mostrada en los últimos meses, no se podrá alcanzar la meta de crecimiento que había anunciado el Ejecutivo.
"El crecimiento económico del país será el que dicen los economistas, entre 0,6% y 0,7%", dijo Romo, quien aseguró que se debe de impulsar la inversión pública, dar certeza a los proyectos del sector energético y construcción, y continuar con los acuerdos entre el Gobierno y la iniciativa privada.
"No lo vamos a lograr si no tenemos un sector que tenga confianza en lo que el Gobierno está haciendo; tenemos que ser muy claros a donde vamos, reglas claras", subrayó el empresario a medios locales.
Para dar un viraje, el experto del CEEY recomienda "un golpe de credibilidad", como anunciar que se retoman "el proyecto del aeropuerto" o "las rondas de inversión privada en la exploración y explotación de petróleo".
Una jugada similar se dio el 27 de agosto pasado cuando López Obrador y el multimillonario mexicano Carlos Slim anunciaron un acuerdo entre el Gobierno y empresas del sector energético para modificar las condiciones de contratos de transportación de gas, firmados en la Administración de Peña Nieto, lo cual a decir del mandatario implicará un ahorro de 4.500 millones de dólares para las finanzas públicas.
El director del sector financiero del CEEY destaca que hay un punto a favor y es la forma en que el Gobierno "hajugado bien a la defensa", respetando la autonomía del Banco de México, buscando la ratificación del tratado de libre comercio con Canadá y EE.UU., teniendo en orden la política fiscal y tratando de mantener el superávit. "Los macropilares están en orden, el equipo no deja que le metan goles, pero no tiene capacidad para meterlos".
Obstáculos para el crecimiento económico
En el mediano y largo plazo, expresa Díaz-Infante, México no tiene perspectivas de mucho crecimiento. "No veo ningún desastre en el escenario, veo un crecimiento mediocre, de un 1 %, en promedio, y poco entusiasmo de los particulares para invertir", apunta.
Entre otros factores que podrían obstaculizar el crecimiento económico del país —según la misma encuesta de Banxico— están la gobernanza y las condiciones económicas internas.
"México, de alguna manera, está viviendo una gobernabilidad que no tenía antes, pero tampoco es un país que entusiasme y no está demostrando tener mucho rumbo", dice el especialista.
Calificadoras como Moody's, Fitch o Standard & Poor's han hecho eco de dicha perspectiva y, a lo largo del año, han cambiado constantemente la calificación de México de 'estable' a 'negativa'.
Este miércoles, Moody's volvió a amagar con degradar la calificación soberana de México, actualmente en A3, debido a un menor crecimiento económico y la presión fiscal de Pemex.
"La calificación de la deuda lo que hace es determinar a los inversionistas, a los tenedores de deuda, qué tanta capacidad de pago tiene el país, estas disminuciones de calificación tienen que ver con que a un país que no se le ven muchas perspectivas de crecimiento, se le va una menor capacidad de pagar la deuda y, en el caso de México, está muy ligada su deuda al desempeño de Pemex", explica Díaz-Infante.
Moody's sustenta su decisión al observar "inconsistencias en las políticas económicas" del país latinoamericano. "En primer lugar, ha faltado realismo en las acciones para ayudar a Pemex y eso causa incertidumbre. De igual forma hay grandes dudas sobre el marco regulatorio por la cancelación del NAIM y la renegociación de los contratos de los gasoductos", zanja Ariane Ortiz-Bollín, analista del soberano de México, durante una reunión el pasado 4 de septiembre.
"México —continúa Ortiz-Bollín— le está apostando a rescatar a Pemex y compromete mucho el grado de inversión, lo que están haciendo las calificadoras es decir 'mira, ese país no está creciendo' y, en cambio, aunque Pemex es una de las 100 empresas más grandes del mundo, está endeudadísima y no tiene capacidad de crecer su valor, entonces se degrada la nota".
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Paola Morales