La viceprimera ministra canadiense, Chrystia Freeland, viajará el martes a México para sostener reuniones con funcionarios mexicanos y estadounidense sobre los detalles que faltan para la ratificación del acuerdo comercial T-MEC.
Además, fuentes de la Administración de Donald Trump dijeron a la agencia Reuters que viajarán a la reunión el representante de Comercio de EE.UU., Robert Lighthizer, así como el asesor presidencial, Jared Kushner.
La reunión se celebrará en Ciudad de México, según un breve comunicado del Gobierno canadiense.
Por su parte, el secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, confirmó el encuentro a través de Twitter y señaló que los equipos negociadores de los tres países darán a conocer "los avances alcanzados en torno a la modernización del Tratado de Libre Comercio entre los tres países (T-MEC)".
Lenta negociación
El T-MEC, firmado por los tres países en 2018, busca reemplazar al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). México lo ratificó el pasado 19 de junio, pero los legisladores demócratas de EE.UU. han estancado el proceso de ratificación.
Este lunes, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, pidió a EE.UU. aprobar el acuerdo comercial antes de que inicie de lleno el proceso electoral en territorio estadounidense porque, según el mandatario, es "conveniente" no vincular el T-MEC con la política del país vecino.
Tras meses de discusión en EE.UU., los demócratas de la Cámara de Representantes habrían llegado a un acuerdo tentativo con líderes de sindicatos y la Casa Blanca, según informó la agencia AP, citando una fuente anónima cercana al Partido Demócrata.
Por su parte, un asesor demócrata declaró a Reuters que la presidenta de la Cámara de Representantes de los EE. UU., Nancy Pelosi, tomará la decisión final sobre cuándo podría firmarse el acuerdo, aunque las negociaciones están avanzadas.
Este lunes, el presidente Trump dijo a reporteros que se han logrado muchos avances "en las últimas veinticuatro horas".
El cierre del acuerdo comercial se habría tensado porque EE.UU. pretendía supervisar la aplicación de las leyes sindicales mexicanas, además de que buscaban, junto con Canadá, imponer la obligación de que el 70 % del acero y aluminio utilizado en la industria automotriz mexicana fuera producido en Norteamérica.
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