Los familiares de desaparecidos en México describen el dolor que sienten como un duelo permanente. Sin sus seres queridos de regreso, no hay forma de cerrar la herida. Pero en esa espera interminable, algunas encontraron un espacio para transformar la pena en un abrazo colectivo que, sin curarlas del todo, las deja más fuertes para continuar con su búsqueda.
Un sábado caluroso que resiste la llegada del invierno, Verónica Rosas, Fabiola Pensado, Karina Morales y María Antonieta Muñoz se reúnen en la sede de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en pleno centro de Ciudad de México, para la última sesión del año del taller 'No te rindas'. Las esperan las dos creadoras del grupo: Cinthia Eslava, la funcionaria pública más solidaria del lugar, y Cristina López, la maestra de yoga y danza que dirige las actividades.
Desde hace dos años, mujeres como 'Vero', 'Faby', 'Kary' y 'Tony' han acudido a este espacio para compartir recomendaciones sobre la búsqueda de sus seres queridos, llorar de impotencia y de esperanza, o fundirse en abrazos solidarios. No siempre fue así. Cristina cuenta que al principio algunas llegaron enojadas —como se puede estar por no encontrar a un hijo, una hermana—, otras enemistadas.
"A partir de ahí fueron haciéndose muy conscientes y su temple, su energía, la consciencia que han logrado en el manejo de sus emociones, ha ayudado en procesos de búsqueda [de sus desaparecidos] en vida y en fosas [clandestinas]", dice Cristina en entrevista con RT. "A lo largo del camino han aprendido no solo a respetarse o a tolerarse, sino a ser buenas amigas", agrega la maestra.
Los cerca de 10 integrantes de 'No te rindas' han realizado actividades que les permiten lidiar mejor con sus emociones, que van desde teatro, poesía, psicodrama, acupuntura, yoga, danza, aromaterapia y bordados. Este sábado, las cuatro mujeres presentes escogen sutilmente los aceites que usarán para dar masaje a su compañera.
'Tony', una señora de ojos cristalinos y cabello corto pintado de rubio, comienza por masajear el cuello de 'Faby', una mujer de cabello rizado negro y grandes pestañas. Las dos comparten la desaparición de sus hijos —Argenis Yosimar Pensado Barrera, ocurrida un 16 de marzo de 2014, y Guillermo Muñoz Roa, el 16 de noviembre de 2011— en Veracruz, un estado que en los últimos meses acaparó la atención de la prensa por las masacres cometidas.
'Vero', mamá de Diego Rosas Valenzuela, un joven secuestrado el 4 de septiembre de 2015 en Estado de México y actualmente desaparecido, termina una llamada telefónica con una persona del colectivo Uniendo Esperanzas y se incorpora a la sesión. "¿Y yo qué hago?", pregunta la mujer mientras 'Faby', quien viajó desde Veracruz, le da a oler un aceite y masajea su cuello.
Con los ojos cerrados y sentadas sobre tapetes de yoga, las integrantes de 'No te rindas' comienzan a hablar de sus sentimientos: "Yo me siento como enojada", dice Cinthia, la funcionaria que se ha convertido en una más en esta familia. 'Vero', del Estado de México, en cambio, cuenta que sintió mucha desesperanza cuando despertó de su último sueño.
Si el masaje relaja sus cuerpos, el aroma trae inevitablemente recuerdos. 'Faby' asocia una loción con el desodorante favorito de su hijo Argenis, uno con olor a chocolate. La maestra solidaria, en tanto, comienza a 'bañar' las cabezas de estas mujeres con pétalos de rosa blancos, rosas y guindas, como los que acompañan las fotografías de sus familiares desaparecidos, que están junto a un árbol de donde cuelgan ramas con mensajes positivos: "Ríe", "Perdona", "Pide ayuda", "Comunica lo que sientes".
"Mucho se habla de las injusticias, pero no se habla de lo que se siente por esas injusticias, lo que duele", dice la maestra de yoga y danza, convencida de la importancia de que los familiares de desaparecidos cuenten con un espacio para trabajar sus emociones.
Para ella, las autoridades apuestan por el desgaste emocional cuando llegan las exigencias de las personas que buscan a sus seres queridos por una razón: "un familiar cansado, enfermo, no busca, no se pelea".
Pero en este espacio frío e iluminado, estas mujeres han recargado fuerzas para seguir peleando, aunque eso no evita que caigan lágrimas. La señora 'Tony' toma su turno con un hilo de seda en mano y pide "fortaleza para todas", mientras que 'Faby' admite que se siente acompañada.
La más joven del lugar, 'Kary', hermana de Viridiana Morales Rodríguez, desaparecida el 12 de agosto de 2012 en Estado de México, toma el extremo de un hilo de lana y le entrega la bola restante a 'Vero', del Estado de México, como agradecimiento para decirle que admira "toda la fortaleza" que tiene.
Con lágrimas en los ojos, 'Vero' le responde que no sabe cuánto tiempo tenga que seguir, pero que no le importa mientras encuentre a Diego. Siempre, con el apoyo de ellas, su familia adoptada: "No nos rendimos", sentencia.
Las cifras del horror
Desde 2006, México vive una crisis de violencia que no ha podido revertir. Las cifras de desaparecidos en todos los estados de la República narran el horror que vive el país latinoamericano desde hace 13 años, superando con creces las 30.000 desapariciones estimadas durante la dictadura argentina (1976-1983).
El Gobierno de México reconocía 40.000 personas desaparecidas entre 2006 y 2018. No obstante, dos altos funcionarios de la Administración de López Obrador declararon a medios locales recientemente que la estimación que se informará en unos días será 30 % mayor; es decir, que habría cerca de 52.000 desaparecidos en el país latinoamericano.
Con instituciones rebasadas, mujeres como Verónica Rosas, Fabiola Pensado, Karina Morales y María Antonieta Muñoz se organizan en colectivos para localizar a sus seres queridos, con búsquedas en vida —en calles, plazas, hospitales, cárceles, centros de adicciones—, en morgues y en las 3.024 fosas clandestinas halladas hasta ahora a lo largo del territorio nacional.
Para los familiares de desaparecidos la única opción es encontrar a sus seres queridos. Por eso es común escuchar sentencias como las de 'Vero': "Yo no me quiero ir de este mundo sin saber qué pasó con Diego".
José Beltrán
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