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Un hombre arponea un león marino en peligro de extinción y afirma que lo hizo para defender a su esposa
El suceso tuvo lugar el pasado 27 de diciembre, cuando una pareja estaba buceando cerca de una playa en la ciudad neozelandesa de Dunedin.
Un hombre de Nueva Zelanda arponeó a un león marino en peligro de extinción alegando que lo hizo para defenderse a sí mismo y su esposa del ataque del animal, informan medios locales.
El suceso tuvo lugar el pasado 27 de diciembre, cuando Matt Kraemer y su esposa Jo estaban buceando cerca de una playa en la ciudad de Dunedin, momento en el cual dos leones marinos empezaron a perseguirlos. Antes de que pudieran alcanzar la playa, uno de los leones que —según declaró el hombre— tenía al menos 2,5 metros de tamaño, empezó a morder las aletas de buceo de la mujer.
El hombre, que este año fue un candidato para el Consejo Regional de Otago, afirmó que el animal los siguió persiguiendo incluso cuando salieron del agua.
"No podíamos huir, porque todavía teníamos aletas en nuestros pies", explicó, añadiendo que su esposa entró en pánico cuando el león se acercó a menos de un metro de ella. Entonces, Kraemer decidió arponear el animal con el fusil de pesca submarina que portaba.
"Le rompí la piel y estoy seguro de que le metí [el arpón] en su grasa, pero sé que no entró muy profundamente: cerca de 3 centímetros", indicó. En su perfil en Facebook, el hombre precisó que no se trataba de un "león marino juguetón ordinario". "Lo pinché muchas veces sin efecto", aseguró.
Especie en peligro de extinción
Mientras tanto, el expresidente de la fundación Sea Lion Trust, Steve Broni, no cree que la situación representara ninguna amenaza real para la vida de los buceadores. "En Dunedin y Otago, nadie fue atacado nunca por un león marino neozelandés", afirmó.
Desde la Policía local señalaron que el caso no se encuentra bajo investigación.
La CNN indica que el león marino de Nueva Zelanda es una especie extremadamente rara de la que solo existen unos 12.000 ejemplares, por lo que las autoridades del país han adoptado estrictas medidas para protegerlos. Así, la persona que acabe con la vida de uno de ellos puede ser castigada con multas de hasta 250.000 dólares neozelandeses (unos 168.000 dólares estadounidenses) y penas de hasta 2 años de prisión.
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