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La lucha de una peruana con polimiositis por legalizar el derecho a una muerte digna en su país

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Ana Estrada se alimenta con una sonda directa a su estómago y solo gracias a una traqueotomía puede respirar. En el mejor de los días, soporta solo cuatro horas en la silla de ruedas, el resto lo pasa postrada en la cama.
La lucha de una peruana con polimiositis por legalizar el derecho a una muerte digna en su país

Cuando Ana Estrada tenía 12 años fue diagnosticada con polimiositis, una enfermedad sin cura que consume poco a poco los músculos del cuerpo.

A los 20 años dejó de caminar y comenzó a desplazarse en silla de ruedas; necesitaba ayuda para vestirse, bañarse, ir al baño, alimentarse. Pero eso no le impidió seguir con su vida y graduarse como psicóloga en la Pontificia Universidad Católica de Perú.

Luego trabajó como terapeuta, ahorró dinero para comprar el departamento en el que vive, tuvo una pareja y adoptó un gato. Pero a partir del 2015, todo cambió.

Ya no hay pareja. Ni gato. Tanto los músculos de sus extremidades como aquellos que permiten respirar, se le debilitaron al extremo. Al mismo tiempo, una neumonía agravó su estado, por lo que pasó seis meses en terapia intensiva.

"Ahí sufrí muchísimo. Fue la peor etapa de mi vida. Me intubaron. Tuve un montón de invasiones a mi cuerpo y la postración. Con todos esos elementos sufrí mucho física y psicológicamente. Cuando salí del hospital, estuve un año diagnosticada con depresión", relata Ana en su propio blog, un espacio donde ha ido contando todos los detalles de sus últimos 20 años de vida.

Desde entonces, se encuentra bajo el cuidado de enfermeras las 24 horas y sus padres tuvieron que mudarse a su casa. Hoy, paralizada casi por completo, lucha para que Perú apruebe la eutanasia y ella pueda lograr su objetivo: liberarse de su propio cuerpo.

Su petición

"Soy Ana Estrada, tengo 42 años y soy de Lima, Perú. A los 12 años me diagnosticaron polimiositis, una enfermedad autoinmune, progresiva y degenerativa que atrofia e inflama los músculos causando pérdida de fuerza. Con los años, y de manera insidiosa, las limitaciones fueron cada vez más comprometedoras", expresa también su petición en Change.org.

Actualmente, Ana se alimenta con una sonda directa a su estómago y solo gracias a una traqueotomía puede respirar. En el mejor de los días, soporta solo cuatro horas en la silla de ruedas, el resto lo pasa postrada en la cama.

"Es luchar por la libertad de elección (…) Esto es como estar presa en mi propio cuerpo las 24 horas'', asegura Estrada, quien cree que los pacientes terminales tienen derecho a "una muerte digna".

Relata que pasó dos años investigando en internet sobre la eutanasia, "a solas, clandestinamente", hasta que conoció la organización suiza Dignitas, donde supo que el 80 % de los que se inscriben para solicitar la eutanasia no llegan a cumplir ese propósito.

En efecto, su petición no es para morir ahora, sino para elegir poder hacerlo cuando el dolor de su enfermedad se torne insoportable. Ana sabe que no todas las personas que están enfermas o postradas desean lo mismo, pero exige respeto ante su posición: "Entender que somos diferentes y pensamos diferente".

Contexto legal

Sin embargo, en Perú, el artículo 112 del Código Penal expresa contundentemente que "el que, por piedad, mata a un enfermo incurable que lo solicita de manera expresa y consciente para poner fin a sus intolerables dolores, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de tres años". 

En el año 2015, el congresista Roberto Angulo Álvarez, de la bancada Dignidad y Democracia, presentó un proyecto de ley para legalizar la eutanasia en el Perú y, de esa forma, modificar el artículo 112 del Código Penal. Pero su propuesta no se materializó. Y el tema nunca más ha sido abordado en el Congreso.

En el caso de Estrada, solo la Defensoría del Pueblo acogió su reclamo e indicó que presentará en las próximas semanas una acción de amparo ante un juez, para que la ley no se aplique cuando Estrada decida enfrentar a la muerte.

Según la Organización Mundial de la Salud, no existe una definición exacta de la eutanasia, en tanto esta puede variar de un caso a otro.

Aun así, hay bastante consenso para considerar como eutanasia las actuaciones que producen directa e intencionadamente la muerte de los pacientes, y que se realizan en un contexto de sufrimiento debido a una enfermedad incurable que no ha podido ser mitigado por otros medios.

En la actualidad, la eutanasia es legal únicamente en cinco países a nivel mundial: Colombia, Canadá, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo. Mientras que el suicidio asistido es legal en Suiza, en un estado de Australia y en varios de Estados Unidos.

La cercanía de Perú con Colombia le hace creer que puede ser posible. "Si esto existe en otros países, yo quiero que exista aquí, al menos (mi lucha) es un pequeño granito de arena para algo que nos haga reflexionar a todos".

Pero en Perú, una nación predominantemente católica, donde tampoco están legalizados el aborto ni el matrimonio homosexual, Estrada sabe que su deseo no es fácil. "Es un tema que espanta y nadie quiere meter las manos al fuego", finalizó.

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