Primero rechazaron la llegada de médicos cubanos al acusarlos de ser "espías" que solo venían a infiltrarse y realizar tareas de inteligencia. Y ahora convocan a violar la cuarentena para salir a protestar contra el "comunismo" que, según ellos, quiere implementar el presidente Alberto Fernández con el pretexto de la pandemia.
Parte de la oposición argentina revivió así la Guerra Fría, con lemas y consignas inusitadas para la época, y que además ponen en riesgo al resto de la población al azuzar a los ciudadanos a terminar con el encierro a partir de decisiones individuales más allá de lo que decrete el gobierno.
"Con barbijo y respetando la distancia, volvemos a las calles: no queremos comunismo", reza uno de los afiches que invitar a salir de manera masiva el próximo jueves a las esquinas de las ciudades. Otro advierte: "Revolución del barbijo, basta de dejarle el poder absoluto al gobierno".
Uno de los principales impulsores es Miguel Ángel Boggiano, un economista de derecha y simpatizante del expresidente Mauricio Macri que advirtió que el próximo lunes saldrá a las calles, incluso si el presidente decreta un nuevo aislamiento.
Antes, la senadora macrista Felicitas Beccar Varela, ya había advertido sobre los peligros "comunistas" que acechaban a Argentina. "El coronavirus es una excusa para cerrar la economía, para cerrar las fronteras y para que todos los comercios e industrias fundan y una vez que funden, empiezan a estatizar. Compran las empresas a precio muy barato y si no te las pueden comprar te la sacan", dijo en un audio que se viralizó.
El pasado 20 de marzo, Fernández impuso la cuarentena obligatoria en Argentina, medida que, desde entonces, se amplió en dos ocasiones. El último alargamiento rige hasta el domingo, pero el presidente ha estado consultado al resto de los gobernadores y se especula que el encierro podría prolongarse para el 25 de mayo.
Con el apoyo de la oposición, el gobierno argentino aplicó algunas de las estrategias más drásticas frente a la pandemia ya que, además de la cuarentena obligatoria, cerró fronteras, impuso sanciones a quienes violaran el encierro y solo permitió que siguieran funcionando actividades esenciales. Hasta este martes, había 4.487 contagios y 262 muertes, lo que lo convierte en uno de los países de la región en donde menos ha impactado la pandemia con respecto al número de víctimas.
El consenso político y social con el que Fernández contó al principio de la emergencia se desdibujó y la oposición retomó sus críticas, en particular los sectores que acentuaron su preocupación por la economía y que comenzaron a exigir el fin del aislamiento para reabrir empresas y negocios de todo tipo.
Los reclamos hacia el gobierno se intensificaron cuando los operativos para que las y los jubilados cobraran sus pensiones se realizó de manera desorganizada y provocó que las personas mayores, que son población de riesgo para el coronavirus, se amontonaran afuera de los bancos.
Después llegaron las campañas para exigir que los funcionarios de todos los poderes del Estado se bajaran los sueldos, para que no vinieran los médicos cubanos y la resistencia a la propuesta del gobierno para que la población más rica del país pague un impuesto especial por única vez del 1,0 % para sumar esos recursos a la lucha contra la pandemia. Al mismo tiempo, la oposición partidaria y mediática denunció que, con el pretexto del coronavirus, el gobierno estaba liberando en masa a violadores, asesinos y peligrosos delincuentes en general, aunque ello no estaba ocurriendo.
Cada uno de esos reclamos provocó "cacerolazos" de mayor o menor intensidad, sobre todo en la ciudad de Buenos Aires, que la semana pasada se intensificaron y que tendrán su continuidad con la marcha del próximo jueves que, de acuerdo con la convocatoria, también incluirá golpes a las ollas y sartenes para rebelarse a la continuidad de la cuarentena por considerar que ahora es más importante atender la economía y no la salud.
El argumento de los manifestantes es que, al mantenerlos encerrados, el gobierno ataca sus libertades individuales y se aprovecha de una sociedad que no sabe defender sus derechos civiles ni garantías constitucionales, además de que consideran que el encierro ya no hace falta porque en Argentina no hubo tantos contagios ni muertos como en otros países, y ahora la urgencia pasa por reabrir las empresas.
"La cuarentena la vamos a terminar saliendo a la calle. No cuando nos indique un burócrata soviético. El efecto positivo de la cuarentena quedó atrás. Hoy los costos de seguir encerrados superan a los beneficios. Tenemos que parar esta locura de una vez", escribió, por ejemplo, el economista Boggiano, en un mensaje al que se sumaron otros ciudadanos.
Sin ser tan drásticos, políticos opositores macristas insisten en poner en duda los beneficios de las estrategias oficiales. "Alberto Fernández se enamoró de la cuarentena", dijo la presidenta del partido PRO, Patricia Bullrich. "El gobierno no puede mandar a la oposición a cuarentena para siempre", señaló por su parte el ex candidato a la vicepresidencia Miguel Ángel Pichetto.
En respuesta a la convocatoria a violar el aislamiento, el infectólogo Pedro Cahn, uno de los especialistas más importantes del país, explicó que si no ha habido tantas víctimas, es precisamente gracias al encierro.
"Hay una frase que se usa en educación que dice que la educación es cara que prueben con la ignorancia. Yo diría que los que creen que la cuarentena es mala, que prueben con el coronavirus, con la terapia intensiva y con la muerte", ironizó.