Si algo han evidenciado las dos últimas puestas en escena de la política española a nivel nacional –tanto la sesión de control al Gobierno de esta semana como la reciente comisión de reconstrucción– es el nivel de crispación existente entre los distintos sectores ideológicos con representación parlamentaria en el país.
Cada vez con más claridad, las instituciones democráticas españolas comienzan a reflejar una tensión cuyo pulso también se ha sentido últimamente en las calles. En el contexto de un estado de alarma decretado por el Ejecutivo para contener el avance de la pandemia, la clase política, lejos de unir fuerzas en torno a un evidente objetivo común, parece enfrascada en una lucha que evoca los oscuros fantasmas históricos de la Guerra Civil, a veces con referencias explícitas.
Destaca en este panorama la intensa estrategia de acoso y derribo ejercida desde la oposición, cuyos principales grupos, el Partido Popular y Vox, han ido intensificando semana a semana sus críticas y ataques al Gobierno, contribuyendo a un escenario político que dificultará la gestión de una realidad económica que ya está causando estragos entre la población española más vulnerable.
Entre "pirómanos comunistas" y supuestos deseos golpistas
El punto más crítico de esta discordia probablemente tuvo lugar este jueves, en la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica del Congreso de los Diputados.
Habilitada en un principio como un espacio de diálogo y acuerdo entre las diferentes formaciones políticas contra la crisis provocada por la pandemia, el encuentro acabó derivando en una bronca entre miembros de la oposición y del Gobierno, que reflejó la temperatura y la calidad del debate social en el país.
La sesión matinal registró uno de los momentos más tensos de la presente legislatura. El vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, como ponente, opinó abiertamente que a los diputados del grupo ultraderechista Vox "les gustaría dar un golpe de Estado, pero no se atreven".
El diputado de Vox Iván Espinosa de los Monteros, declarándose profundamente ofendido en nombre de su formación y de sus votantes, y calificando lo ocurrido de "espectáculo lamentable", decidió marcharse. "Cierre la puerta al salir", dijo Iglesias, cuando el parlamentario se disponía a salir de la sala.
Por la tarde, la gresca continuó. La diputada de Vox Inés María Cañizares acusó a los miembros del Gobierno de ser "pirómanos comunistas" y la comisión terminó convertida en lo que un diputado de Podemos definió como "un chorreo de insultos", denunciando la "utilización de términos peyorativos constantes".
"La gente no espera de nosotros que estemos todo el día en la crítica, el insulto y la descalificación", lamentó el propio presidente de la Comisión, el socialista Patxi López. "No estamos entendiendo nada de lo que demanda la ciudadanía de esta comisión y, si no lo entendemos, es que no servimos para nada", concluyó.
"Usted es el hijo de un terrorista"
Justo el día anterior, el miércoles, el hemiciclo del Congreso de los Diputados fue el escenario de otro enfrentamiento entre miembros del Ejecutivo y la oposición, que embarró de nuevo una sesión parlamentaria que debería haber sido de control al Gobierno, pero que acabó degenerando en otro ejercicio de reproches y amenazas.
Tras varias intervenciones del vicepresidente Pablo Iglesias, en las que se había referido a la diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo como "señora marquesa" (en sarcástica alusión al título nobiliario que la diputada ostenta), ésta respondió: "Se lo voy a decir una primera y última vez: Usted es el hijo de un terrorista".
Álvarez de Toledo fundamentó su acusación en la ya reconocida militancia de Francisco Javier Iglesias, padre del líder de Unidas Podemos, en el denominado Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), una organización antifascista creada en 1973 por la facción más radical del partido Partido Comunista de España (PCE), que rechazaba la reconciliación nacional propugnada por Santiago Carrillo, histórico líder comunista durante la dictadura.
Esta organización, disuelta en 1978, recurrió a la violencia en varias ocasiones, perpetrando atentados en los que murieron dos miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. Tres de sus miembros, por cierto, formaron parte del último grupo de fusilados por el franquismo, en septiembre de 1975.
"Señora marquesa, si piensa usted que llamando terrorista a mi padre me va a provocar y va a conseguir que pierda la compostura, se equivoca", respondió Iglesias a la diputada del PP. "Usted acaba de cometer un delito aquí, en esta tribuna, y solo alguien con títulos nobiliarios es capaz de creerse con la impunidad de poder llamar terrorista a alguien y le salga gratis", añadió el vicepresidente, asegurando que invitará a su padre "a que ejerza las acciones oportunas".
"Urge una desescalada en la crispación"
El tóxico clima de crispación que se respira en la política española genera inestabilidad social, titulares en la prensa, hastío en la ciudadanía, preocupación en los mercados, y abundantes críticas en las redes sociales.
Muchos usuarios de Twitter, con independencia de sus preferencias ideológicas, han condenado últimamente el nivel del discurso de sus representantes, repartiendo la culpa entre todos ellos y clamando por "una desescalada en la crispación".
"Así es imposible reconstruir nada", advirtió una tuitera, indignada por la actitud de los diferentes líderes políticos.
"Esto empieza a ser irrespirable", lamentó otro usuario, avisando de que "cuando queramos pararlo, va a ser tarde".
¿A quien beneficia todo esto?
Cuando el clima de agresividad y discordia en un escenario político determinado se vuelve crónico, al tiempo que no se percibe que los actores tengan la intención de bajar el tono, surge una pregunta inevitable: ¿A quién beneficia todo esto?
El analista político Cesar Calderón no tiene dudas al respecto: "la actual crispación y polarización tiene dos beneficiarios claros: por un lado el gobierno, y principalmente el PSOE, y por otro lado Vox".
Calderón explica en este sentido que la actual polarización ideológica, generada por la crisis del coronavirus y su gestión gubernamental, hace que las formaciones más moderadas de derechas pierdan fuerza, en detrimento de un grupo extremista y populista como Vox. A su vez, el PSOE se beneficia de esta fragmentación del voto conservador.
Sin embargo, alerta sobre la difícil situación en que quedará el Ejecutivo de Pedro Sánchez: "Ningún gobierno del mundo sale más fuerte con más de 30.000 cadáveres sobre la mesa. Ninguno".
Por lo demás, el analista deplora firmemente este estilo político basado en el ataque y la descalificación constante, y lo considera una forma de gestión ruinosa frente a la crisis económica que se avecina. Asegura que esta estrategia "es tan peligrosa como irresponsable", y no duda en afirmar que "sus ideólogos y actores deben ser expulsados de la vida pública".
David Romero
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