En la cápsula Crew Dragon de SpaceX que el pasado 30 de mayo partió rumbo a la Estación Espacial Internacional (EEI) desde EE.UU. había tres tripulantes: los astronautas Bob Behnken y Doug Hurley y un dinosaurio con lentejuelas.
"Terminamos con un polizón a bordo de nuestro vehículo", comunicó Behnken, quien aclaró que se trataba de "un 'Apatosaurus'" llamado Tremor y era el juguete de uno de sus hijos.
"Espero que (nuestros hijos) estén súper emocionados de ver sus juguetes flotando con nosotros a bordo", aunque "preferirían estar aquí", manifestó este astronauta estadounidense.
Como en otras misiones anteriores, la función de Tremor era flotar para revelar en qué momento la cápsula entra en zona de ingravidez. "Parece que vimos nuestro indicador de gravedad cero flotando por ahí", comentó un miembro de la NASA durante la transmisión del lanzamiento 10 minutos después del despegue.
Sin embargo, no fue el primer dinosaurio que viajó al espacio: en 2013, la astronauta Karen Nyberg, esposa de Doug Hurley, cosió uno para su hijo Jack mientras se encontraba en la EEI.
La tradición de abandonar la Tierra con juguetes nació cuando el cosmonauta Yuri Gagarin viajó al espacio a bordo del Vostok-1, en 1961. El año pasado, los responsables de SpaceX incluyeron en otra misión a Earthy, un planeta de felpa que el director ejecutivo de esa empresa, Elon Musk, describió como "un indicador de alta tecnología".
En 2016, la hija del cosmonauta ruso Alexéi Ovchinin le entregó un pequeño búho que, junto a su compatriota Oleg Skrípochka y el astronauta Jeff Williams, viajó a bordo de la Soyuz TMA-20M y cumplió la misma función que Tremor.
Un año antes, un muñeco de felpa que representaba al robot R2-D2 de la saga de 'Star Wars' también viajó en la Soyuz.
En 2014, esa función la cumplió el muñeco de nieve Olaf, un personaje de la película 'Frozen': "Mi hija menor tiene ocho años y lo eligió como talismán", contó el cosmonauta Antón Shkáplerov.