Los medios internacionales demuestran cierta perplejidad ante el discurso del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, de abrir el escenario de un referendo revocatorio en su contra, en 2022.
Esto pasa a escasos días desde que el presidente de EE.UU., Donald Trump, declarara a la Revista Axios que era posible una reunión con Maduro. Y este respondiera que también estaba dispuesto.
La cadena colombiana Caracol, por ejemplo, enemiga acérrima del Gobierno venezolano, catalogó la oferta de Maduro de "sorprendente", sin mayores epítetos.
El diario español de derecha ABC, acostumbrado a adjetivar con contundencia al mandatario venezolano, tituló: "Maduro asegura estar dispuesto a salir del poder en 2022 con un referendo revocatorio". Comparémoslo con el de RT: "Maduro anuncia su disponibilidad de someter su cargo a un referendo en 2022". Muy similares ambas, a pesar de su diferencia ideológica.
Cotejada con las típicas lecturas disímiles que suceden sobre Venezuela entre medios con línea editorial abiertamente crítica al Gobierno, este hecho ha mostrado un ánimo bastante diferente a otros acontecimientos del pasado reciente. Mucha cautela de actores y medios internacionales que han citado a Maduro sin adjetivarlo ni condenarlo a priori. Incluso puede verse en las primeras reacciones una cierta suavización del discurso hacia el mandatario, una expectativa que no estaba presente en la condena y criminalización tácita de siempre.
Casi 24 horas después del discurso, ni la BBC, ni Washington Post, ni el New York Times habían publicado el hecho. Algo no común en estos medios, muy pendientes siempre de Venezuela.
Lo mismo ha ocurrido en el escenario interno a Venezuela. Los principales actores y partidos políticos de oposición no han declarado al respecto.
Es difícil para un medio o actor político desmeritar un discurso de esa naturaleza democrática. Incluso desde el relato del "Maduro dictador", no tendría sentido alguno reaccionar contra un llamamiento tan democrático como un referendo. El caso de Pinochet sería el argumento perfecto contra cualquier discurso escéptico, debido a que con un recurso similar se finiquitó la dictadura chilena que dejó miles de desaparecidos.
Rechazar de plano su propuesta sería reducir la política a un acto más que nihilista, absurdo. Aunque tampoco sería una reacción extraña, ya que esta larga disputa tiene muchos vericuetos.
Referendo revocatorio: ¿un regalo de Maduro?
Maduro no ha dicho nada nuevo. La posibilidad de hacerle un referendo revocatorio en 2022 está establecida por la Constitución. De hecho en 2004, Chávez se enfrentó a un proceso similar, a pocos años de haberse creado esta figura en la Carta Magna de 1999.
Según la Constitución venezolana, después de la mitad de todos los períodos de elección popular se puede, mediante un proceso de recolección de firmas, hacer una convocatoria a referendo para revocar funcionarios. Sin embargo, la oposición se muestra cautelosa, ¿por qué?
En abril del 2016, la oposición, impulsada por su triunfo electoral de las parlamentarias 2015, intentó este camino institucional y fue impedida básicamente desde argumentos técnicos y administrativos, por parte de la antigua directiva del Consejo Nacional Electoral (CNE).
El ente aprobó la iniciativa en una primera etapa, pero en la siguiente, cuando los partidos debían recoger un porcentaje pequeño de rúbricas, adujo irregularidades administrativas en los firmantes y rechazó de cuajo el pedimento, generando frustración en el electorado opositor y un caldo de cultivo para las visiones más radicales, que plantearon la especie de que Maduro no entregaría el poder por vías pacíficas y que la ruta violenta era la única opción posible para provocar un cambio político.
Pero hay cambios importantes en el escenario político actual que pueden terminar de provocar un llamado a referendo.
Nuevo CNE
El nuevo CNE, proclamado el pasado 12 de junio, tiene la condición de no haber sido electo por la Asamblea Nacional, tal como dicta la Constitución, sino por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), tras declararse la omisión inconstitucional del Parlamento en desacato para la designación de los integrantes del ente.
Si bien buena parte de la oposición no lo reconoce, su propia designación viene a comprobar que hay voluntad política de abrir un proceso electoral para las parlamentarias este año. La conformación interna de la directiva del CNE incluye a sectores políticos de oposición, que no tienen una postura extrema, lo que podría quitarle drama a un conflicto agónico.
Esto podría generar confianza en Maduro para permitir un proceso electoral antes de que culmine su mandato.
Por otra parte, el bloqueo financiero ejercido contra el gobierno de Maduro provoca un nivel de presión que puede llevar al mandatario a aceptar un procedimiento de este tipo, que en 2016 no fue posible.
Ahora Maduro está en mejores condiciones, con la oposición totalmente derrotada en los planos electoral (de donde se retiró) y en el plano militar, en el que ha recibido estruendosos fracasos. La economía está mucho más estabilizada que en aquellos años. Con ese panorama, el mandatario puede aceptar un tipo de disputa electoral presidencial, cuyo resultado negativo no ponga en riesgo la vida del alto funcionariado, después de las denuncias de narcotráfico y terrorismo, esgrimidas por EE.UU. para ofrecer recompensas millonarias por las capturas de los líderes del gabinete chavista.
Entre el atentado con drones en 2017, la autojuramentación de Guaidó y todo lo que trajo —el golpe militar del 30 de abril, el fallido desembarco de la operación Gedeón—, sumado a toda la presión internacional de los factores más poderosos del mundo que le han instado a que abandone el poder, Maduro ha sabido campear todas las adversidades y ya a la oposición solo le queda la carta de la invasión norteamericana, que parece cada día más alejada.
Todas las vías han sido probadas y ninguna se ha acercado a provocar su caída, por el contrario, parecen haberlo fortalecido políticamente. Ahora el propio Maduro recuerda el escenario electoral (descartado por el antichavismo radical), pero si la oposición considera que esta oferta es una manipulación y la rechaza de manera automática, el mandatario podría terminar tranquilamente su gestión en enero de 2025 o lanzarse a un nuevo período.
Y no sería tan sorprendente que esto ocurriera. Uno de los argumentos usados por la oposición para no participar en las presidenciales de 2018 es que Maduro había "adelantado las elecciones" de diciembre a mayo. Este tipo de justificaciones absurdas han sido planteadas, junto a muchas otras, para explicar la política abstencionista. Sin embargo, es fácil advertir que esa postura es consecuencia del triunfo del antichavismo más extremo a lointerno, que solo contempla una salida violenta porque no quiere que el movimiento bolivariano quede en pie como fuerza, sino que sea perseguido bajo el argumento del "narco terrorismo genocida", que tanto se vocifera desde los funcionarios de EE.UU. y la derecha radical venezolana que vive en ese país.
De aplicarse la figura del referendo revocatorio, las probabilidades de que Maduro sea derrotado son bastante altas porque, según dice la Constitución, la oposición tendría que sacar más votos de los que el mandatario obtuvo en 2018, algo sumamente fácil, debido a que el Jefe de Estado alcanzó poco más de 6 millones. En contraste, cuando se celebraron las elecciones parlamentarias de 2015, la oposición conquistó las urnas con más de 7,7 millones de sufragios.
Otro elemento a sumar es que el tipo de sufragio de un referendo, dividido entre afirmativo y negativo, unifica automáticamente al antimadurismo, entre quienes también habría chavistas.
Sin embargo, este referendo presenta también una opción de renovación para el chavismo puesto que, en el supuesto de una derrota de Maduro, en el mes siguiente deberían convocarse nuevas presidenciales y en ese breve lapso sería difícil para la oposición tener un candidato de consenso. Sus divisiones internas podrían darle ventaja a un candidato nuevo del chavismo.
Este último escenario hace peso en los sectores radicales para que no se acepte la vía del referendo revocatorio. Sin embargo, las vacilaciones de Trump sobre Maduro pueden provocar en la oposición política una desobediencia hacia el ala radical, alineada a la derecha norteamericana, y terminar aceptando la vía del referendo.
Esto está por verse. Por ahora han preferido no declarar.
Ociel Alí López
Es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América latina.