El Mercado Común del Sur (Mercosur) inició esta semana la primera Cumbre virtual de su historia, envuelto en marcadas diferencias políticas y en medio de la crisis económica mundial provocada por la pandemia del coronavirus.
Representantes de los gobiernos de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay comenzaron a sesionar el lunes, pero el evento central se llevará a cabo el próximo jueves con la reunión de trabajo en la que está prevista la participación de Alberto Fernández, Jair Bolsonaro, Mario Abdo Benítez y Luis Lacalle Pou.
Antes se realizarán encuentros por separado entre cancilleres, ministros de Economía, Industria, Comercio y Servicios, y el jueves, después de la sesión presidencial, se dará a conocer la declaración final de una cita en la que Paraguay le transmitirá a Uruguay la presidencia temporal del bloque para un periodo de seis meses.
Además de estos cuatro países, Venezuela también forma parte del Mercosur, pero sus derechos fueron suspendidos en 2017 por considerar que el gobierno de Nicolás Maduro violaba la cláusula democrática del bloque. En ese momento, la presión ejercida por los expresidentes de derecha de Argentina, Mauricio Macri, y Brasil, Michel Temer, fue fundamental para expulsar al país caribeño.
Por otra parte, Bolivia se encuentra en proceso de adhesión desde hace años, pero el trámite no se ha concretado y se postergó todavía más después del golpe de Estado que sufrió el año pasado el expresidente Evo Morales. Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú y Surinam, en tanto, son países asociados, pero sin mayor peso en este grupo.
Disputa ideológica
La Cumbre se lleva a cabo en un enrarecido clima de desacuerdos políticos, ya que mientras el presidente argentino adhiere al progresismo, los mandatarios de Brasil, Paraguay y Uruguay forman parte de la oleada de líderes de derecha que gobiernan a gran parte de los países de la región.
Ello se refleja, por ejemplo, en que Fernández participa del progresista Grupo de Puebla, mientras que el resto colabora con el conservador Grupo de Lima. Una de las pruebas más recientes de esa división es el apoyo que Brasil, Paraguay y Uruguay le dieron a Estados Unidos para asumir por primera vez la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo, cargo que desde la creación del organismo recaía en un país latinoamericano.
Por eso todavía es una incógnita la participación de los cuatro jefes de Estado en la sesión del jueves, ya que los enfrentamientos políticos se han recrudecido en los últimos meses y no sería extraño que alguno de ellos faltara, en particular Bolsonaro, quien suele ser menos predecible.
Además, la semana pasada Alberto Fernández sostuvo un encuentro virtual con el expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y lamentó que ya no gobernaran Tabaré Vázquez o José Mujica (Uruguay), Michelle Bachelet (Chile), Hugo Chávez (Venezuela), Evo Morales (Bolivia), Fernando Lugo (Paraguay) y Rafael Correa (Ecuador), todos ellos parte del progresismo que ganó elecciones en Sudamérica durante la primera década de este siglo.
"A duras penas somos dos los que queremos cambiar el mundo, uno está en México, Andrés Manuel López Obrador", dijo el presidente argentino, a solo una semana de la Cumbre del Mercosur en la que debe llegar a acuerdos con colegas con los que mantiene una tensa relación, en particular con Bolsonaro, quien el año pasado llamó a votar en Argentina por el expresidente Mauricio Macri.
También está latente el escándalo que provocó Argentina en abril, al anunciar que se retiraba de las negociaciones de acuerdos de libre comercio del Mercosur con Canadá, Líbano, India Corea del Sur y Singapur, entre otros.
En ese momento se interpretó que Argentina abandonaba el bloque, lo que representaba su virtual desaparición, pero después el canciller Felipe Solá aclaró que solo se frenaban esos acuerdos, no el trabajo ni el proceso de integración del Mercosur.
Economía, coronavirus y dengue
Uno de los ejes de esta Cumbre será el impacto de la pandemia en la región. El Fondo Monetario Internacional ya vaticinó caídas de la economía en los cuatro países miembros del bloque, pero con diferentes escalas.
El caso más grave es el de Brasil porque combina crisis económica y sanitaria, ya que el organismo estima que su Producto Interno Bruto se desplomará en un 9,0 % en 2020. En materia de salud, además, es el país que padece el peor saldo del coronavirus en la región, con casi 1,4 millones de infectados y 58.406 muertes. También encabeza los contagios de la epidemia de dengue, ya que concentra el 65 % de los casos registrados en América Latina. Las protestas, las renuncias de funcionarios y las críticas de la oposición, e incluso a nivel internacional, mantienen a Bolsonaro en una permanente crisis política.
Si se cumplen los vaticinios del FMI, la economía Argentina se derrumbará en un 9,9 %, pero con respecto a la pandemia, el gobierno de Fernández ha logrado controlarla sin que se saturen los servicios médicos y sin que haya un alto nivel de víctimas. Hasta hoy, el país reporta 62.262 contagios y 1.283 muertes.
Sobre Paraguay, en cambio, solo se vaticina una caída económica del 1,0 %, además de que mantiene bajo control el coronavirus, con 2.191 infectados y 16 muertes. El grave problema que enfrenta es la epidemia de dengue, con alrededor de 220.000 casos.
La previsión de Uruguay estima una recesión del 3,0 %, pero a cambio ha logrado aliviar el impacto de la pandemia y hasta ahora registra apenas 932 casos y 27 muertes.
En este contexto, los jefes de Estado intentarán alcanzar acuerdos para continuar y fortalecer el proceso de integración del Mercosur, un bloque que comenzó a forjarse en los años 90 y que el año pasado había alcanzado un postergado acuerdo de libre comercio con Europa que, finalmente, fue echado abajo por el rechazo del parlamento de Holanda.
Cecilia González
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