Pese a los más de 100.000 muertos y a las constantes críticas por su gestión de la pandemia, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha conseguido los mejores índices de popularidad desde que asumió su mandato: un 37 % de los brasileños considera 'bueno' su mandato.
Este aumento se debe principalmente al programa de ayuda de emergencia, una idea impulsada por la oposición y aprobada por el Congreso, y con la que el Gobierno, a pesar de sus reticencias iniciales, ha dado un giro de 180º a una narrativa que en sus inicios era contraria a los programas sociales.
La ayuda de 600 reales al mes (unos 111 dólares), que comenzó a pagarse en abril y que fue ampliada hasta agosto, ha alcanzado a más de 66 millones de personas y ha supuesto un coste total de 254.200 millones de reales (unos 46.300 millones de dólares). En estos momentos, se discute si se prorrogará hasta diciembre, pero con un subsidio menor teniendo en cuenta el estado de calamidad de las finanzas públicas.
Bolsonaro considera que los 600 reales "pesan mucho" al Estado. "Es endeudamiento. Y si el país está demasiado endeudado terminará perdiendo credibilidad en el futuro", comentó el miércoles el mandatario, quien al mismo tiempo opina que no son suficientes los 200 reales (unos 36 dólares) propuestos por la cartera de Economía.
En Brasil, la pandemia ha dejado 3.456.652 contagiados y 111.100 fallecidos. A pesar de estas escandalosas cifras y la actitud negacionista del jefe de Estado, contrario al aislamiento social, un 47 % de los brasileños considera que Bolsonaro no tiene culpa alguna de estas muertes.
"Las personas están claramente optando por las cuestiones económicas frente a las de sanidad pública. Es triste, pero es un reflejo del proceso de polarización política que vive el país", afirma el analista y profesor Creomar de Souza, fundador de Dharma Political Risk and Strategy.
Las medidas de aislamiento social, aunque parciales, han provocados graves daños a la economía, y los trabajadores informales y autónomos han sido los más golpeados. El Banco Central calcula que Brasil podría cerrar 2020 con una caída por encima del 5,6 % del PIB, mientras que el Gobierno prevé un déficit primario de hasta 787.449 millones de reales (unos 154.000 millones de dólares).
Según un estudio realizado por Rogério Jerônimo Barbosa, de la Universidad de Sao Paulo, e Ian Prates, del Centro Brasileño de Análisis y Planificación, el auxilio de emergencia ha evitado que 23,5 millones de brasileños terminasen estos meses en situación de pobreza.
"Capitalizando los impactos"
"El presidente está capitalizando los impactos de la ayuda de emergencia de la que irónicamente estaba en contra. En esta ayuda participó la oposición y fue una conquista de la Cámara", recordó Fernanda Melchionna, líder del izquierdista Partido Socialismo y Libertad (PSOL), tras conocerse el aumento de popularidad de Bolsonaro.
En el mismo sentido, De Souza argumenta que el mandatario y su equipo han sido muy hábiles a la hora de agenciarse la ayuda de emergencia, a pesar de que fue el Congreso el artífice de este programa.
"Ni los congresistas ni la oposición tuvieron la capacidad narrativa de transformar esta innovación política en un elemento de popularidad. En cambio, nada más aprobarse la ayuda, Bolsonaro publicó inmediatamente en las redes el apoyo del Gobierno a esta medida e hizo creer que era su idea", explica.
Una nueva narrativa dirigida sobre todo a los más pobres y que, por el momento, ha conseguido el efecto esperado. En el empobrecido nordeste, tradicional bastión del Partido de los Trabajadores (PT), el rechazo a Bolsonaro bajó de un 52 % hasta un 35 %.
"La ayuda ha supuesto un impacto enorme para las familias. De pronto, estas personas han visto al presidente como alguien que se preocupa de los más pobres. Y esto explica el crecimiento de Bolsonaro en términos de popularidad", comenta De Souza.
Antes de la pandemia, Gobierno estuvo enfocado en los grandes actores del mercado financiero, entre los que ha ido perdiendo algunos apoyos. Bolsonaro también ha visto alejarse a la clase pudiente tras la salida del Ejecutivo del popular ministro de Justicia, Sergio Moro, y el titular de Sanidad, Luiz Henrique Mandetta. Y a todo ello hay que añadir su participación en actos contra el cierre del Congreso y la Corte Suprema, así como los escándalos de corrupción que salpican a su familia.
"Bolsonaro y su equipo percibieron que era posible construir una nueva imagen del presidente mucho mas próxima al liderazgo popular y para eso utilizaron la ayuda de emergencia y la Renta Brasil", subraya De Souza.
"Tentativa de deconstrucción"
A pocos meses de las elecciones municipales y a dos años de las presidenciales, la estrategia del Gobierno es lanzar en enero de 2021 el programa 'Renta Brasil', una reformulación de 'Bolsa de Familia', plan estrella de Luiz Inácio Lula da Silva en 2003 y convertido un año después en ley.
La idea es extender la ayuda de emergencia hasta finales de año e iniciar la transición con este programa, que todavía debe pasar por el Congreso y que pretende beneficiar a unas 21 millones de familias, frente a las 14 millones que atiende la 'Bolsa de Familia'".
'Renta Brasil' está dirigido a los sectores más vulnerables de la población, muchos de ellos en el nordeste, por lo que no es casualidad que Bolsonaro haya iniciado una serie de visitas precisamente a esta parte del país, donde menos votos consiguió en las elecciones de 2018.
"Los viajes al nordeste son como si estuviese en campaña electoral. No son viajes de un presidente, pero sí de un candidato a la presidencia", agrega De Souza. Desde el PT, su presidenta, Gleisi Hoffmann, asegura que hay "una tentativa de deconstrucción" de la formación.
En medio de estas estrategias, las privatizaciones y las reformas administrativas se han visto postergadas. La semana pasada dos secretarios claves del Ministerio de Economía dimitieron ante la falta de avances. Mientras, el ministro de Economía, Paulo Guedes, se ha mostrado inflexible ante la posibilidad de sobrepasar el techo de gasto.
"La posición de Guedes es una posición de austeridad fiscal y con la ayuda emergencial el Gobierno gasta en un mes el mismo valor que lo que se desembolsaría en un año con la Bolsa de Familia. Esto ha provocado una situación en la que el ministro tiene muchas dificultades para justificar los gastos y al mismo tiempo mantener tranquilo al sector financiero", concluye el analista.
Marta Miera
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