"Le da la espalda al río", suele decirse sobre la Ciudad de Buenos Aires, la capital argentina que linda con el Río de La Plata, el más ancho del mundo. Aquel importante caudal de agua dulce, que muchos confunden con el mar por su inmensidad, ya no forma parte de la vida cotidiana capitalina: grandes porciones de la costanera están privatizadas, y quedan muy pocos espacios libres para el ocio y esparcimiento.
De hecho, los relatos de abuelos que allí se bañaban durante los años de esplendor quedaron plasmados con fotos en blanco y negro, que se contrastan con los emprendimientos inmobiliarios de la actualidad.
Ahora, aprovecha el río quien tiene dinero, y el resto, se amontona en los escasos sitios de uso público, como el Parque de Los Niños, la Reserva Ecológica Costanera Sur o el Parque de la Memoria, que homenajea a las víctimas de la última dictadura. Tres bellos lugares, pero con acceso limitado y poca disponibilidad horaria. Así, aunque por su contaminación ya no se aconseje nadar, tampoco son muchos los ciudadanos que van a tomar mate en la orilla, cada vez más lejana e inaccesible, invadida por el asfalto.
Es que, el mapa ribereño no es uniforme: al norte de la capital, clubes náuticos exclusivos —algunos concesionados por la Universidad de Buenos Aires (UBA)—, restoranes, areneras y predios multiusos ocupan la escena de lo que supo ser un escenario de la cultura popular citadina. Al sur, donde se destacaba el extinto Balneario Municipal, inaugurado en 1918 y apodado 'el balneario de los pobres', se instaló Puerto Madero, un turístico sector con propiedades de lujo nacido en los 90.
Más abajo, por el barrio de La Boca, limítrofe con la Zona Sur de la Provincia de Buenos Aires, está el Riachuelo, el caudal de agua más sucio del país, que desemboca en el Río de La Plata. Así, los amantes del paisajismo tienen pocas opciones para contemplar el horizonte.
Pese a que muchos le atribuyan esto al típico desarrollo de las grandes ciudades, en Montevideo (Uruguay), al otro lado del río, no solo hay una inmensa rambla, sino que la Intendencia preserva playas de arena abiertas al público.
En Buenos Aires, varios optan por trasladarse a jurisdicciones aledañas, como Vicente López, San Isidro o Tigre, para descansar la vista frente al Río de La Plata, aunque es difícil librarse de las aglomeraciones.
Conflicto por la venta de predios públicos con vista al agua
En los últimos meses se desató la polémica por el plan del Gobierno de la Ciudad, de la misma fuerza política que el expresidente Mauricio Macri, para vender tierras públicas en Costanera Norte: Costa Salguero y Punta Carrasco, dos importantes predios junto al río, hasta ahora concesionados a privados. Antes de la pandemia, solían ser el escenario de conocidos 'boliches' —discotecas— e importantes fiestas nocturnas.
De hecho, en 2016 se destapó el escándalo por la muerte de cinco jóvenes durante una fiesta de música electrónica llamada Time Warp, quienes habrían fallecido tras consumir drogas de diseño. Más allá de la conmoción, fue la primera vez que se puso el ojo sobre la concesión de estas tierras, que les pertenecían a los porteños: las 17 hectáreas de Costa Salguero, donde también había hoteles con vista al agua, y hasta un campo de golf, eran administradas por el esposo de Carmen Polledo, diputada nacional del macrismo. Dos años antes, ya se había presentado una denuncia al considerar que el monto pagado al Estado para usar esas tierras era excesivamente bajo.
Se trata de un lugar ligado de forma estrecha a Juntos por el Cambio, Cambiemos, el PRO, y todos los frentes políticos que, aunque cambiaron de nombre, siempre se movieron bajo el ala de su líder: Mauricio Macri. Aquella fue la sede electoral en cada uno de los comicios, y fue allí donde el referente de la centroderecha argentina celebró cada triunfo hasta llegar a la Presidencia en 2015. Sus típicos pasos de baile, junto a los globos y papelitos de colores, salieron de Costa Salguero.
Igualmente, en 2020 se terminó la polémica concesión y las autoridades porteñas decidieron no renovarla. Pero a fines del año pasado, en el cierre de las sesiones legislativas de la ciudad, el oficialismo impuso su mayoría en el recinto y aprobó la venta de estos sitios públicos. El objetivo del Gobierno citadino, en su proyecto llamado Distrito Joven, es lanzar un emprendimiento de viviendas, aunque no estarían destinadas a los más humildes, en una jurisdicción caracterizada por la crisis habitacional y altos índices de indigencia.
Alterando el orden de prioridades, el Ejecutivo pretende montar propiedades de lujo en aproximadamente siete hectáreas, con un helipuerto y hasta espacios para amarrar veleros. En Argentina, cuatro de cada diez personas son pobres, según datos oficiales. En la capital, las personas sin techo rondan el 11,7 %, reveló la Dirección General de Estadística y Censos (DGEyC).
"Especulación inmobiliaria y desigualdad urbana"
El asunto despertó tanta indignación entre los movimientos sociales y partidos opositores de la capital que en la Audiencia Pública por la rezonificación del lugar se inscribieron más de 7.000 personas para hablar, marcando un récord absoluto, y por el momento casi todos expresan su rechazo. Hay tantos inscriptos que se organizaron 29 jornadas, y se espera que el proceso finalice el 27 de enero. También se produjeron manifestaciones en las calles para torcer el brazo gubernamental. A nivel federal, incluso la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) desaconsejó construir edificios altos, por la cercanía con el aeropuerto Jorge Newbery.
Mientras, las propuestas alternativas ya aparecieron en las redes sociales. Algunos cibernautas plantean que, en vez de montar propiedades exclusivas, se instale un parque grande y abierto, llamado Diego Armando Maradona.
En sintonía, desde la coordinadora La Ciudad Somos Quienes la Habitamos impulsaron un proyecto ante la Legislatura para contrarrestar la intención oficial: "Solicitamos la derogación de todas las leyes que privatizan o concesionan la costanera", le dice a RT Jonatan Baldiviezo, referente del colectivo. También pide que "haya una participación ciudadana real" para determinar el uso de los predios, bajo la idea de crear más espacios verdes. El texto, a pesar de tener estado parlamentario, aún no fue debatido por los legisladores.
Igualmente, "sigue vigente la medida cautelar que suspende la venta de tierras públicas", repasa, pero el Gobierno apeló esa sentencia y ahora están esperando la decisión del Tribunal Superior de la ciudad. "Tenemos la Justicia, autoridades nacionales [la ANAC] y una coordinación de asambleas ciudadanas como jamás se ha visto en estos últimos 30 años, oponiéndose a que la costanera quede en manos privadas para seguir profundizando la especulación inmobiliaria y la desigualdad urbana", concluye Baldiviezo.
Por el lado de las autoridades locales, se sostiene que el proyecto sería una forma de volver a unir a la ciudadanía con el río, ya que además de viviendas de lujo —cuyas ventas ayudarían a costear el resto de la obra—, también habría espacios abiertos al público. Los movimientos sociales recuerdan que cuando se construyó Puerto Madero, se dijo el mismo argumento, y solo se logró alejar a casi todos los capitalinos del agua, instalando un barrio para ricos.
"No se desarrollan instancias participativas"
"Todo lo que es el borde costero, está ocupado por emprendimientos privados. Son muy pocos los lugares de acceso público", señala la socióloga Melina Ons, especialista en planificación urbana. Y enfatiza: "Los espacios públicos hay que fomentarlos".
Esta académica repasa que "desde las políticas urbanas neoliberales de los últimos años, se pone el terreno disponible para construir en función de las demandas del mercado, y no las necesidades de la ciudad". Así, "esto permitió la privatización masiva de tierras en la costa del río".
Para la entrevistada el caso más llamativo es el de Puerto Madero: "Deben ser los únicos edificios que hoy tienen vista al río, reservados para una elite, porque esos precios son inalcanzables". A su vez, subraya que "tienen un porcentaje de ocupación muy bajo, ya que son inmuebles destinados a la reserva de valor más que a la vivienda".
Entonces, "pusieron disponible al suelo que miraba hacia el río para la apropiación privada de renta, con un potencial de valorización muy alto, porque tiene una visual muy hermosa". La académica también subraya que esta práctica de ventas y concesiones se inició en la dictadura militar, pero se profundizó en los 90. "Es un desprecio voraz por el ambiente, 'extractivismo urbano', avanzar en la extracción de renta del suelo", comenta.
Así, a pesar de que muchos ciudadanos intentan ser escuchados, Ons lamenta que el Gobierno citadino "no desarrolla instancias participativas". Es que, aunque haya audiencias públicas, muchas veces son tomadas como meras sesiones informativas, y no se producen los cambios planteados por los allí presentes: "La Constitución de la Ciudad dice que tenemos una democracia participativa, pero no tiene ningún asidero".
La Carta Magna de la capital también establece que los espacios del contorno ribereño "son públicos y de libre acceso y circulación". A veces, se construyen emprendimientos dejando un mínimo espacio libre junto a la costa, pero otras, directamente se incumple la normativa.
Entre tanto, durante los 12 años en que gobernó el macrismo la ciudad vendió 473 hectáreas públicas, según datos de la oposición y el Observatorio del Derecho a la Ciudad (ODC). Una de las firmas que más tierras compró es IRSA, que tuvo al hermano del gobernador como directivo durante muchos años. Hoy, Buenos Aires está muy lejos de respetar los 15 metros cuadrados de espacio verde por habitante recomendado por la OMS: solo tiene 5,56, y en algunas comunas bastante menos.
¿Volverán los porteños a disfrutar del Río de La Plata?
Leandro Lutzky
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