Parte del éxito que tiene el coronavirus SARS-CoV-2 a la hora de tomar nuestros cuerpos puede deberse a que sus proteínas de espiga se mueven de una manera 'cooperativa'. Esta revelación es uno de los primeros resultados del modelado por supercomputadora de este patógeno, según reportó este 25 de febrero el Centro de Computación Avanzada de Texas.
El equipo científico, integrado por microbiólogos e informáticos de varias universidades estadounidenses, quería entender cómo funciona el virus "de manera integral, como una partícula completa", explicó el profesor Gregory Voth, de la Universidad de Chicago. Para hacerlo, los investigadores se valieron de simulaciones de la dinámica molecular a nivel atómico y algunos experimentos adicionales.
La respuesta la encontraron en la superficie del virus, concretamente en la manera en que se comportan sus espigas. "No se mueven de forma independiente, como un montón de movimientos aleatorios no correlacionados", afirmó Voth. "Trabajan juntas".
Esta acción cooperativa de las proteínas permite entender cómo el coronavirus explora y detecta los receptores ACE2 de la célula huésped, algo que le es imprescindible para fusionarse y penetrar en su interior, infectando de esta manera el organismo humano o animal. Las espigas están conectadas entre sí y, cuando una proteína se mueve, otra también se mueve en respuesta.
La supercomputadora permitió hacer simulaciones de la dinámica molecular de los aproximadamente 1,7 millones de átomos que conforman la proteína de espiga. Los investigadores pudieron ver cómo la parte superior de la espiga se desprende durante la fusión con el receptor ACE2 de la célula huésped, lo que es uno de los primeros pasos del ataque del virus, y que ningún microscopio ha podido observar hasta el momento.
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