La pandemia de coronavirus provocó que haya menos disponibilidad de drogas ilegales y, por lo tanto, que aumenten los precios. Las organizaciones narco están cambiando rutas y modus operandi. Pero, a pesar de la emergencia sanitaria, el negocio sigue pujante, con incautaciones de sustancias y erradicaciones de cultivos que, en realidad, no afectan las ganancias multimillonarias de uno de los mercados ilegales más lucrativos del mundo.
Así lo demuestra el Informe 2020 que la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) presentó la semana pasada, en el que realiza un pormenorizado recuento del panorama de la producción y tráfico mundial de drogas en la era Covid. El documento alerta de manera especial sobre la desatención sanitaria que están enfrentando las personas que padecen problemas de salud mental y trastornos por consumo de sustancias, así como la silenciosa epidemia de consumo que está creciendo entre personas mayores de 60 años.
Según el reporte de 160, páginas, las limitaciones de movilización impuestas por las cuarentenas, que incluyen cierres o mayores controles de tránsito en las fronteras, han derivado en una escasez de numerosos tipos de drogas para la venta al por menor, junto con una subida de los precios. Porque la demanda no decae. Todo lo contrario.
Pero las organizaciones criminales se adaptan. Si bien se redujo el tráfico de drogas vía "mulas", es decir, personas que transportan las sustancias y que viajan en vuelos de pasajeros, la JIFE advierte que es probable que el tráfico de drogas a través del transporte marítimo o la carga aérea comercial haya continuado en niveles similares a los existentes antes de la pandemia porque este sector no tuvo tantas restricciones para seguir operando.
El panorama varía según la sustancia. Por ejemplo, hay indicios de que el tráfico de heroína, que se realiza principalmente por tierra, se ha visto más afectado que el de la cocaína, que depende en gran medida de las rutas marítimas que no se han cerrado. Así lo prueban las grandes incautaciones de cocaína registradas durante el último año en puertos europeos.
Otra adaptación de las organizaciones es que algunos países de la Unión Europea observaron un aumento de la distribución de drogas mediante servicios de correos y de paquetería internacional. En América Latina, el auge del reparto de comida a domicilio o el uso de uniformes para simular que son trabajadores esenciales ha servido para cubrir la entrega de drogas. También aparece la sustitución de sustancias, porque cuando los usuarios no consiguen una, buscan otra.
En República Checa, por citar un caso, se reporta una desaparición total de heroína en el mercado callejero debido a la pandemia, lo que genera preocupación por la posibilidad de que aumente el consumo de fentanilo o alcohol en combinación con benzodiazepinas, mezclas que en EE.UU. ya han generado una epidemia de adicción y récord de muertes.
Centroamérica y Caribe
La JIFE señala que esta región sigue siendo ruta de tránsito para la cocaína con destino a América del Norte, Europa y el resto del mundo. En términos de consumo, además de la cocaína preocupa el uso de anfetaminas y fármacos estimulantes en las comunidades locales.
Durante la pandemia, las pandillas criminales asociadas al tráfico de drogas han seguido operando, ya sea la banda conocida como Bagdad en Panamá o las Mara Salvatrucha y Barrio 18 en El Salvador, Guatemala y Honduras.
Además, Bahamas, Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Trinidad y Tabago han notificado el cultivo ilícito de cannabis al aire libre. Guatemala es un caso particular, ya que los métodos utilizados para cultivar el cannabis se perfeccionaron en los últimos años, lo que permitió un aumento en calidad y precio, por eso es el país más mencionado como origen, salida y tránsito de las incautaciones reportadas, que hasta antes de la pandemia registraban drásticos aumentos.
El único país del que el informe cita datos del año pandémico es República Dominicana, en donde en los primeros cinco meses de 2020 se secuestraron 2,3 toneladas de cocaína y 1,1 toneladas de cannabis, lo que representó un aumento del 18 % con respecto al mismo periodo del año previo. Y mayores secuestros implican que, en realidad, hay mayor producción y tránsito.
Con respecto a las sustancias, la prevalencia anual de consumo de marihuana, según los últimos datos actualizados de 2018, es de 3,39 % en el Caribe, similar al 3,49 % de América del Sur y muy por debajo del 14,56 % de América del Norte, mientras que la prevalencia de uso de la cocaína en Centroamérica y el Caribe es del 0,6 %, por detrás del 2,13 % de América del Norte o el 1,36 % de Europa Occidental y Central.
En contraste con estas cifras, la prevalencia anual del consumo de anfetamina, metanfetamina y fármacos estimulantes en Centroamérica y en el Caribe es del 0,9 %, lo que supera al 0,27 % de Sudamérica.
América del Norte
De acuerdo con el organismo, durante la pandemia América del Norte padeció un aumento del número de muertes por sobredosis, ya que el consumo y el tráfico de fentanilo, cocaína y metanfetamina se incrementaron en 2020, lo que repercutió en la letalidad de las sobredosis de drogas. Por sus niveles de uso, el caso más grave es EE.UU.
En febrero de 2020, la Administración para el Control de Drogas de ese país reconoció que los opioides se siguen usando a escalas epidémicas cada vez mayores, aunque la metanfetamina y la cocaína también van en aumento. Por eso, de noviembre de 2018 a noviembre de 2019 hubo un 3 % más de muertes por sobredosis que en el año previo.
Con respecto al cannabis, después de las elecciones presidenciales del pasado 3 de noviembre, ya son 34 los estados en donde se permite el uso medicinal y 11, además de Washington D. C., en los que se ha legalizado la posesión y uso recreativo.
México, uno de los países de la región que lidera la producción de sustancias y que más ha padecido los resultados negativos de la llamada "guerra contra el narcotráfico", está llevando a cabo una transición de sus políticas de drogas para que se basen en la salud pública, las pruebas científicas y el respeto a los derechos humanos. En ese proceso se inscribe el proyecto de legalización de la marihuana que el Senado debería aprobar a más tardar a fines de abril.
El informe advierte que hay indicios de una creciente epidemia de metanfetamina en México, ya que su consumo aumentó del 0,1 % al 0,9 % entre 2002 y 2016. Además, en un estudio encargado por el Gobierno en relación con los consumidores de heroína y de metanfetamina cristalina, demostró que había fentanilo en el 93 % de la heroína en forma de polvo blanco, el 40 % de la heroína de alquitrán negro y el 100 % del speedball (una combinación de heroína y metanfetamina cristalina), pero los consumidores no lo sabían.
Por lo tanto, si bien el uso de heroína en México no es frecuente salvo en comunidades marginadas, los consumidores han estado expuestos al fentanilo sin saberlo, lo que explica en parte las sobredosis de los últimos años.
En Canadá, la metanfetamina también ha ganado terreno, como lo demuestra el hecho de que, entre 2010 y 2018, las infracciones por posesión de esta droga hayan aumentado en un 626 %. Además, en junio del año pasado el Organismo de Salud Pública informó que en 2019 hubo más de 21.000 sobredosis relacionadas con los opioides y que 3.823 personas murieron, en el 77 % de los casos, por consumo de fentanilo.
América del Sur
La producción de cocaína en Colombia, Bolivia y Perú continúa y sigue aumentando desde 2016 a pesar de los programas de erradicación de cultivo de la hoja de coca, aunque a nivel sudamericano lo que está creciendo es la fabricación y la presencia de drogas sintéticas, especialmente en Chile. Brasil, en tanto, se mantiene como una de las principales vías de salida rumbo a Asia y África, con destino final Europa.
La pandemia provocó que en todos los países de la región se aplicaran diferentes medidas de confinamiento, pero las organizaciones delictivas volvieron a demostrar su capacidad de adaptación en particular en los canales de la circulación, ya que crearon rutas alternas para evadir el cierre de las fronteras y las restricciones a los viajes por tierra y aire.
Así, las rutas marítimas cobraron gran importancia, ya que los traficantes aprovecharon la falta de capacidad de algunos países de la región para detectar e incautar sustancias, a lo que se sumó el aumento del uso de aeronaves ligeras que eluden los radares volando a baja altura para transportar drogas entre Bolivia, Brasil y Perú.
Estos cambios implicaron aumentos en el precio de la cocaína en Brasil y de la pasta de coca en Colombia. Por el contrario, en los primeros cuatro meses del 2020 el precio de la hoja de coca disminuyó entre un 46 % y un 58 % en Perú.
La JIFE reporta que los grupos delictivos organizados con más recursos almacenaron drogas, lo que les permitió prevenir y superar mejor las consecuencias de un confinamiento que modificó el microtráfico en toda la región, porque los traficantes aprovechan cada vez más servicios lícitos existentes, como los de reparto de alimentos, plataformas de Internet y servicios de emergencia, o se mimetizan con ellos para encubrir sus actividades.
Una prueba de ello es que en julio del año pasado en Chile detuvieron a 24 personas que utilizaban un servicio de reparto de alimentos falso como fachada para distribuir cocaína, cannabis y clonazepam.
Otros narcotraficantes, en tanto, han aprovechado el transporte de equipo esencial, como ocurrió en marzo de 2020, cuando autoridades de Brasil descubrieron 1,1 toneladas de cocaína ocultas en un cargamento de guantes quirúrgicos, o las drogas disimuladas en cajas de mascarillas encontradas en Perú con destino a Hong Kong.
En términos generales, el organismo prevé que la crisis económica causada por la emergencia sanitaria hará que las modalidades del consumo y el tráfico de drogas se orienten hacia sustancias más baratas y adictivas. El negocio, con y sin pandemia, se mantendrá.