España está viviendo unas jornadas de conmoción después de que en las últimas 24 horas tres crímenes machistas hayan acaparado las portadas de todos los medios de comunicación del país. El asunto se está convirtiendo en una cuestión de Estado tras el recrudecimiento de las cifras que se están conociendo.
En lo que va de año 18 mujeres han sido asesinadas por su pareja o expareja, pero la mitad de esas muertes violentas se han producido en tan solo un mes, desde el pasado 9 de mayo, cuando decayó el estado de alarma que estuvo vigente en el país durante seis meses para luchar contra la pandemia de coronavirus y que incluyó el toque de queda, la limitación de reuniones sociales y las restricciones en los locales de ocio.
Algunos expertos señalan que este macabro repunte se debe a la vuelta a la normalidad en la vida de las mujeres, que han empezado a salir con más frecuencia y hasta más tarde, lo que ha podido provocar la reacción de parejas machistas que temen perder el control sobre ellas.
La delegada del Gobierno contra la Violencia de Genero, Victoria Rosell, ha avisado en una entrevista en la radio pública de que durante este verano es previsible que continúe el repunte de violencia machista y ha pedido a todas las administraciones y colectivos de mujeres que estén alerta para proteger a las mujeres y a sus hijos ante cualquier indicio de maltrato.
"Avisamos en pandemia que la violencia contra las mujeres era una pandemia sobre otra pandemia. Al normalizarse, al liberarnos con las vacunas, simplemente se destapa la que había debajo. Después de un periodo de restricciones es como si se quitara el tapón al machismo", ha sostenido Rosell.
Esta violencia no solo ha acabado con la vida de mujeres, sino que, si se confirman los asesinatos de las dos niñas secuestradas por su padre en Tenerife, serían ya 41 pequeños los que habrían sido asesinados por sus padres o las parejas de sus madres desde 2013, cuatro tan solo en lo que va de 2021.
Las pequeñas Anna y Olivia
El caso que más ha sacudido a la opinión pública española es el de las pequeñas Anna y Olivia, de seis y un año de edad, secuestradas por su padre el pasado 27 de abril. Ayer se hicieron realidad los peores augurios cuando se encontró en el fondo del mar, a 1.000 metros de profundidad y amarrada a un ancla, el cuerpo de la mayor de las hermanas. Se teme que la pequeña haya corrido la misma suerte.
Se trata de un caso de violencia vicaria, la forma más cruel de violencia machista. Tomás Gimeno, el padre y asesino de, por el momento, una de sus hijas, pretendió hacer el máximo daño a su expareja arrebatándole para siempre lo que más quería y permitiendo que viviera en la incertidumbre, pues su plan consistía en que no se recuperaran nunca los cuerpos.
El caso ha merecido el apoyo y solidaridad hacia la madre de las dos criaturas y el repudio más absoluto hacia el crimen, después de que una oleada de velas blancas encendidas inundara las redes los últimos días en respuesta a la petición de la madre, que siempre pensó que sus dos pequeñas estaban vivas y creía que las velas podrían ser un faro que las guiara de vuelta.
Una mujer de 17 años asesinada y descuartizada
También este jueves se ha conocido que la expareja de una joven desaparecida en Sevilla, Rocío Caíz, ha confesado que la asesinó, la descuartizó y esparció sus restos en distintos puntos de la localidad sevillana de Estepa.
Se trataba de una menor de edad, de tan solo 17 años, que acababa de ser madre y tenía un bebé de cuatro meses. Dejó a su pareja porque la maltrataba, según aseguró a su familia, aunque nunca llegó a presentar denuncia ante la Policía. Su asesino ha sido el padre de su hija, que tan solo unas horas antes de confesar, atendía a los medios de comunicación asegurando que él nunca había maltratado a la adolescente y que no sabía donde estaba, pero que seguramente se habría fugado.
La joven había acudido a casa de su expareja para recoger sus pertenencias y nunca se la volvió a ver. La misma noche de la desaparición, su asesino llamó a su familia para decirles que Rocío le había robado 300 euros y había huido con otro hombre. La familia nunca creyó esta versión.
Arrojada por un balcón
La pasada jornada, la Policía Nacional confirmó como un crimen machista el asesinato de una joven de 21 años en Ibiza. Una semana antes se habían descubierto los cadáveres de una pareja y el incidente se había tratado como un desafortunado caso de 'balconing'.
Ahora los indicios apuntan a que la joven habría sido arrojada por su pareja por el balcón de la cuarta planta de un hotel de la isla, donde estaban alojados. Posteriormente, el hombre, de 26 años, se habría suicidado utilizando el mismo modus operandi.
Indignación ciudadana
La suma de todos estos crímenes han levantado la indignación de la ciudadanía. Mientras tanto, en el ámbito político se ha dado la unanimidad en la condena de estos asesinatos, pero una gran confrontación en el análisis de sus causas.
Mientras la gran mayoría de los partidos políticos los han calificado de crímenes machistas, y en el caso de las niñas Anna y Olivia, de violencia vicaria, y han expresado la necesidad de seguir trabajando para acabar con ella, el partido de ultraderecha Vox ha sido la voz discordante.
Con 52 escaños Vox es la tercera fuerza del Parlamento y reiteradamente ha negado la existencia de la violencia machista, calificándola de violencia intrafamiliar y negando las violencias que sufren a lo largo de su vida las mujeres por el hecho de serlo.
Además, en este año de pandemia, las restricciones para frenar el avance de los contagios de coronavirus solo han supuesto la prohibición de la manifestación feminista del 8M en Madrid. Así, en la capital española ha habido concentraciones de todo tipo de colectivos, desde negacionistas de la pandemia hasta protestas por el encarcelamiento del rapero Pablo Hasel, pasando por pensionistas o contrarios a la reforma educativa.
Ahora, antes esta situación que califican de emergencia y la sensación de criminalización del feminismo, diversas organizaciones han convocado para este viernes a las 10 de la noche concentraciones frente a los ayuntamientos de todas las ciudades del país. Se pide a los asistentes que vistan de negro y que porten una vela, símbolo de solidaridad con la madre de las dos pequeñas de Tenerife.