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¿Cerrón contra Castillo? Cómo cambia el escenario político de la izquierda peruana tras el cimbronazo en el gabinete presidencial

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El líder de Perú Libre ya ha comunicado que no apoyará el nuevo gabinete, acusando al presidente de virar hacia la centroderecha.
¿Cerrón contra Castillo? Cómo cambia el escenario político de la izquierda peruana tras el cimbronazo en el gabinete presidencial

La primera semana de octubre estuvo marcada en Perú por la renuncia de Guido Bellido, quien fungía como primer ministro del gabinete del presidente Pedro Castillo. La decisión se llevó a cabo dos meses después de haber sido nombrado en el cargo y un mes después de haber conseguido un esquivo 'voto de confianza' del Parlamento.

No se trata de una renuncia más en el gabinete, que desde su inicio ha estado marcado por las presiones de los poderes peruanos y la consecuente inestabilidad, sino de una salida que puede cambiar para siempre el rumbo del Gobierno. Este movimiento, sin embargo, no sabemos todavía si obedece a un giro ideológico hacia la derechización por parte del presidente o si se trata de un cambio de estrategia en la consecución de los mismos objetivos.

Lo que queda claro es que más que un cambio de gabinete hay una redefinición del Gobierno que ha transmutado en una composición más moderada para bajar las presiones y ganar mayor margen de maniobra para su administración. Pero esto trae otros problemas, más estratégicos, a Castillo.

Si algo ha quedado en evidencia es que el Gobierno de Castillo es débil y que sin cumplir los primeros cien días, ya sufre una crisis interna que va a definir lo que sucederá con él de aquí en adelante.

Dicho de otra manera, queda por comprobar si Castillo se comportará como un nuevo Ollanta Humala, presidente que empezó con un planteamiento radical y terminó bajo un Gobierno entregado al sistema, o si lo que está sucediendo es un replanteamiento inteligente. Esta última opción estaría encaminada a mantener el poder con nuevos actores tranquilizantes y buscar los mismos objetivos planteados en la oferta electoral de Castillo, aunque de manera más atemperada y lenta, pero necesaria debido a la situación de inestabilidad política imperante.

Lo cierto es que parte central de la oferta electoral victoriosa de Castillo ha venido cediendo. Su propuesta de realizar una constituyente se ha debilitado. De igual forma, ha venido cambiando el discurso en torno a la relación con las empresas trasnacionales que explotan recursos en territorio peruano.

Si algo ha quedado en evidencia es que el Gobierno de Castillo es débil y que sin cumplir los primeros cien días, ya sufre una crisis interna que va a definir lo que sucederá con él de aquí en adelante.

La nueva situación

Para que se vea la magnitud del problema de la renuncia de Bellido, hay que tener en cuenta que la recién nombrada primera ministra, Mirtha Vásquez, debe iniciar el mismo camino que transitó hace apenas un mes su predecesor y, por ende, requiere la necesaria aprobación de un voto de confianza del Congreso. De esta manera, Vásquez deberá concentrarse estos días en buscar una mayoría parlamentaria, así que deberá negociar con partidos de centro como el Partido Morado, Juntos por el Perú o Acción Popular, quienes dieron su 'sí' a Bellido y seguramente la apoyen a ella también.

El nuevo problema se ubica esta vez en la bancada de Perú Libre, el partido de Castillo, que tiene el mayor número de diputados pero que ahora podría quitarle el apoyo al nuevo gabinete, debido a que sus principales cuadros fueron sacados del anterior y ya algunos voceros han negado la posibilidad de otorgar el voto de confianza a este.

Por ello, el apoyo de la izquierda y del centro podría ser insuficiente. Vásquez necesitará abrir diálogo con sectores de centroderecha, lo que podría cambiar el signo del Gobierno y acabar de defenestrar su propuesta electoral.

La nueva primera ministra es una militante de izquierda, defensora de derechos humanos y ambientales, por lo que no se espera un giro rotundo hacia la derecha. Sin embargo, ya ha sido presidenta del Congreso en 2020, por lo que puede ser vinculada a la política tradicional que justamente prometió enfrentar Castillo.

Ahora la pelota se ubica del lado de Vladimir Cerrón, presidente y líder del partido Perú Libre, ya que si mantiene su actitud hostil con el nuevo gabinete, obligará a este último a recurrir a sectores de centroderecha para poder conseguir tanto el necesario voto de confianza como una mínima gobernabilidad.

Incluso si con este giro Castillo gana gobernabilidad, también puede perder mucho: ha sembrado dudas entre los sectores con mayor capacidad de movilización para defender su Gobierno.

Cerrón ya ha comunicado que no apoyará el nuevo gabinete y ha abierto una brecha con Castillo, acusándolo de virar hacia la centroderecha: "Existe un inocultable giro del Gobierno y su gabinete hacia el centroderechismo". Sin embargo, algunos miembros de ese partido han decidido participar en el gabinete. Se trata de una situación compleja que no solo acompaña al Gobierno de Castillo.

La izquierda, la gobernabilidad y América latina

El caso de Pedro Castillo no es único entre los nuevos gobiernos de izquierda en el continente.

La nueva oleada progresista en América Latina –con el triunfo de Alberto Fernández en Argentina, Andrés Manuel López Obrador en México y Luis Arce en Bolivia– llega mucho más débil que la vivida a principios de siglo. Son gobiernos que requieren de mucha más maniobra política de mano izquierda que de proclamas maximalistas y radicales, como en las anteriores experiencias.

Para gobernar ya no resulta suficiente con la agitación de las masas y la acentuación hacia la izquierda, sino que el problema se centra en cómo hacer gobierno sin fracasos económicos en un momento en el que las crisis económicas pospandémicas, así como el bajón de los commodities, prefiguran para los países latinoamericanos una realidad diferente a la de la primera década de este siglo.

Los fracasos económicos de la izquierda en Venezuela, el surgimiento de una oposición interna en Cuba en medio de una grave crisis económica y la derrota electoral de los progresismos que dio origen a derechas radicales –como la de Macri en 2015 y Bolsonaro en 2018– hacen ver que el camino de la transformación radical profunda, aunque pueda ser deseado en América Latina, no parece viable en las actuales circunstancias.

Bajo esa nueva situación hay que entender el repliegue de Castillo. Sin embargo, incluso si con este giro gana gobernabilidad, también puede perder mucho: ha sembrado dudas entre los sectores con mayor capacidad de movilización para defender su Gobierno ante una eventual, aunque esperada, intención de derrocamiento.

Las próximas semanas se apreciará cómo se desarrolla el Gobierno de Perú, cuánto queda de su propuesta inicial y qué sectores lo defenderán cuando el conflicto se vuelva inminente.

Ociel Alí López

Es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América Latina.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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