La imagen de un cadáver tirado en el medio de la calle y a plena luz del día frente al Palacio Nacional de Haití, —sede de la Presidencia— advierte la dramática situación que vive el país caribeño, en medio de una crisis multidimensional que se ha recrudecido tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio pasado.
La agencia EFE reportó que había encontrado el cadáver al mediodía del domingo mientras yacía tirado en medio de la vía que conduce a la sede de Gobierno. El cuerpo fue descrito como el de "un hombre famélico", que tenía "las costillas marcadas en extremo" y los brazos "delgadísimos".
El hombre vivía en situación de calle y habría fallecido por hambre, dijeron personas que están en la misma condición y que compartieron con la víctima en la plaza Champ de Mars, cercana a la sede gubernamental. Fueron ellos quienes colocaron su cuerpo en la calle, desde la mañana, para que las autoridades se lo llevaran.
La escena es apenas una traducción de la grave situación social, económica y política que padece Haití. El medio local Balistrad publicó un reportaje que explica algunas razones por la que los haitianos han caído prácticamente en hambruna: la primera de ellas es la pérdida del poder adquisitivo de la población, que alcanza a ganar poco más de 5 dólares al mes, lo que dificulta la compra de alimentos.
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Haití se mantuvo en 2020 entre las "10 peores crisis alimentarias mundiales". Además, entre agosto de ese año y febrero de 2021, al menos 4,1 millones de haitianos, de 11,4 millones de habitantes, sufrían de hambre. "La situación puede deteriorarse para junio de 2021 con 4,4 millones de personas en crisis o peor, si no se implementa una respuesta adecuada", advertía la FAO en el Informe Global sobre Crisis Alimentarias de mayo pasado.
¿Qué pasa en Haití?
En lo político, la crisis de gobernabilidad en Haití se agravó con el magnicidio de Moïse el 7 de julio pasado, una acción paramilitar ejecutada por un grupo de mercenarios colombianos y que se ha convertido en un polémico caso que aún sigue sin resolverse.
Además, han cobrado fuerza los grupos armados irregulares que toman territorios a la fuerza para ejercer control sobre la ciudadanía. Las bandas criminales, incluso, han tomado la terminal petrolera Varreux para manejar el acceso a los combustibles ante la agravada escasez de carburantes que sufre el país.
La actualidad haitiana enfrenta también la parálisis de la ruta electoral, una salida que podría ayudar a encaminar al país a la tan ansiada estabilidad política, vital para poder atender la coyuntura que afecta la prestación de los servicios públicos fundamentales.
La situación preocupa al Papa Francisco, quien solicitó el fin de semana a los líderes globales auxiliar a la nación antillana. "Cuánto sufrimiento, cuánto dolor hay en esta tierra. Oremos juntos por Haití, no los abandonemos", dijo.
De momento, Haití es sinónimo de protestas, ingobernabilidad, de abusos y de violencia armada generada por las bandas que integran la coalición G9, dirigida por el expolicía Jimmy Chérizier, alias 'Barbecue', quien junto a criminales de las nueve pandillas más peligrosas de Puerto Príncipe, aprovechan el desastre para tomar el control territorial, imponer su ley e incluso exigir la dimisión del primer ministro, Ariel Henry, a cambio de desbloquear las instalaciones de combustible que mantienen secuestradas.
En paralelo, aún no se resuelve el secuestro de un grupo de 17 misioneros, 16 estadounidenses y un canadiense, de la organización religiosa Christian Aid Ministries, que fue secuestrado por la pandilla '400 Mawozo', una banda criminal que pide un rescate de un millón de dólares por cada rehén o 17 millones por el conjunto, que incluye a cinco niños. Si eso no sucede, amenazan con asesinarlos.
El asesor de Seguridad de EE.UU., Jake Sullivan, dijo la semana pasada que su país había activado a un "número significativo" de medios y especialistas para la liberación de los misioneros, tras asegurar que el propio Joe Biden está directamente involucrado en el plan de rescate.
Tensión en la frontera con República Dominicana
Mientras la situación en Haití es cada vez más complicada, las advertencias de su vecino no se han hecho esperar. Esta semana, el canciller de República Dominicana, Roberto Álvarez, indicó que a pesar de las alertas que ha dado su país sobre la crisis haitiana, aún no hay una reacción desde la comunidad internacional.
"República Dominicana viene llamando la atención de la comunidad internacional sobre la alarmante situación en Haití, sin reacción debida", dijo Álvarez en Twitter, donde citó un artículo de opinión del Washington Post, titulado "Haití desciende al caos, mientras el mundo continua mirando para otro lado".
Por su parte, el presidente dominicano, Luis Abinader, ha sido reiterativo en la solicitud de realizar una cumbre internacional para encontrar una solución a la crisis haitiana e insiste en que la comunidad internacional, "en particular EE.UU., Canadá, Francia y la Unión Europea, deben actuar en Haití y con urgencia".
Mientras tanto, dijo, que su país seguirá aplicando "medidas migratorias más estrictas" y en ese sentido decidió "pausar indefinidamente" el programa especial de visados para estudiantes haitianos.
Del lado haitiano, el canciller haitiano Claude Joseph respondió que su país también sufre el "aumento de la delincuencia" y citó la advertencia del Departamento de Estado de EE.UU., del 25 de octubre, que indica sobre el peligro de viajar a la isla que comparten República Dominicana y Haití.
Además, Joseph hizo un llamado en Twitter al gobierno dominicano a "trabajar juntos para frenar el problema de la inseguridad en la isla". Sus declaraciones, sin embargo, fueron calificadas de "imprudentes y desacertadas" este martes por el ministro de Interior y Policía dominicano, Jesús Vásquez.
Mientras tanto, el comandante del Ejército dominicano, Julio Florián, informó el pasado viernes que desplegaría un operativo en la frontera con 11.000 soldados para observar y actuar ante la tensa situación en Haití.
¿Cómo se lee la escasez de carburantes?
El diario Balistrad explica que además de la escasez de combustibles, el país ha perdido acceso a dólares estadounidenses, moneda utilizada como "refugio seguro" para sortear la devaluación del gouerdes, la moneda local.
"Al quedarse sin dólares, el país está luchando por importar suficiente combustible para hacer funcionar las estaciones de servicio a tiempo, lo que ha llevado a la popularización de los vendedores ambulantes de gasolina con galones amarillos en las aceras. Los precios no son fijos y solo observan incrementos", explica el medio.
Además, los conductores de camiones con carburantes se han limitado a despachar en rutas seguras, pues a menudo sufren asaltos armados por los pandilleros que se ubican en las entradas Sur y Norte de la capital. Cuando logran hacerlo, comienza otra guerra entre civiles, transportistas y motorizados, que realizan colas interminables mientras luchan por llenar los galones.
Todo esto, aunado a las extorsiones que sufren los comerciantes amenazados por las pandillas, hacen que el mercado de alimentos y rubros esenciales registre incrementos volátiles, entre ellos, arroz, carnes, arenque, leche en polvo, aceite comestible, limón, plátanos, guisantes y azúcar.