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Elecciones presidenciales de Chile: 7 candidatos aspiran a suceder a Piñera en un proceso colmado de escándalos e incertidumbre sobre los resultados

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En un caso inédito, uno de los aspirantes hizo campaña a larga distancia desde EE.UU. y en ningún momento participó en los debates.
Elecciones presidenciales de Chile: 7 candidatos aspiran a suceder a Piñera en un proceso colmado de escándalos e incertidumbre sobre los resultados

Más de 15 millones de ciudadanos están convocados a elegir el próximo domingo al próximo presidente de Chile entre una lista de siete candidatos que culminan unas campañas que han estado envueltas en escándalos, en medio de una crisis institucional por la amenaza de destitución a Sebastián Piñera, con la redacción de una nueva Constitución en marcha y sin que se pueda anticipar con seguridad ningún resultado.

En el álgido clima político que se vive en el país, el 21 de noviembre también serán electos 155 diputados, 27 senadores y 302 consejeros regionales. Y en caso de que ninguno de los candidatos presidenciales obtenga el 50 % más uno de los votos, los dos que alcancen las mayores preferencias se enfrentarán el 19 de diciembre en una segunda vuelta.

Las encuestas anticipan una dispersión de simpatías entre los postulantes que impide apostar con seguridad por cualquier pronóstico, ya que los principales candidatos apenas si rozan el 30 % de intención de voto en un escenario en el que más del 25 % del electorado se muestra indeciso.  

Hasta el mes pasado, el candidato de la coalición izquierdista Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, encabezaba los sondeos, pero en las últimas semanas fue desplazado por el ultraderechista José Antonio Kast, del Partido Republicano, quien a su vez avanzó gracias a la debacle de Sebastián Sichel, el abanderado de Vamos Chile apoyado por Piñera.

El candidato oficialista ahora disputa un lejano tercer lugar junto con la expresidenta del Senado, Yasna Provoste, de la coalición centroizquierdista Nuevo Pacto Social, y Franco Parisi, del Partido de la Gente, quien ha realizado una campaña 'sui géneris' desde Estados Unidos, sin ningún acto presencial en Chile y sin haber participado en ninguno de los debates presidenciales.

La lista de aspirantes la completan Marco Enríquez-Ominami, del Partido Progresista, y Eduardo Artes, de la Unión Patriótica (izquierda radical), quienes se mantienen en los últimos lugares de intención de voto.

Hasta el mes pasado, las encuestas anticipaban que en cualquier escenario de segunda vuelta Boric se imponía frente a Kast, pero en la recta final de las campañas las posiciones entre ambos se intercambiaron.

La debacle

Sichel, un abogado de 44 años que fue ministro de Desarrollo Social de Piñera y luego presidente del Banco del Estado, comenzó la campaña presidencial como el candidato favorito de la derecha, después de vencer sorpresivamente al alcalde de Las Condes (Santiago), Joaquín Lavín, en las elecciones primarias de julio pasado.

Aunque intentó promoverse como una nueva figura que renovaba la clase política del conservadurismo, jamás logró quitarse la sombra de ser el candidato oficialista, lo que terminó afectándolo debido al desgaste de Piñera, cuyos niveles de desaprobación rondan el 80 %.

Estos meses, además, quedó marcado por dos escándalos: una investigación periodística que descubrió anomalías en los reportes del gasto de la campaña a diputado que encabezó en 2009, y la revelación de que había retirado sus fondos de jubilaciones a pesar de haber votado en contra de esta medida, que ha sido una de las más controversiales en Chile en los últimos dos años.

Por otra parte, Sichel sufrió el embate de Kast, el candidato ultraconservador que desde el principio de la campaña y durante los debates presidenciales lo atacó en un afán de arrebatarle los votos de los simpatizantes de la derecha, lo que finalmente logró.

La meta de Kast, un abogado que ya se postuló por primera vez a presidente en 2017, es llegar a la segunda vuelta y derrotar a Boric.

El candidato izquierdista, por su parte, es una figura que representa la renovación de la política exigida en las históricas manifestaciones de 2019, en las que participó activamente.

A sus 38 años, este abogado, que ya ocupaba una curul en la Cámara de Diputados, logró de manera sorpresiva la postulación del principal bloque progresista y ha fortalecido su protagonismo durante la campaña, pero no como para garantizar su triunfo.

Inédito

Una de las perlas del proceso electoral es el papel que ha jugado Franco Parisi, el candidato del Partido de la Gente que, a pesar de vivir en EE.UU. y no haber vuelto a Chile, ronda el 10 % de la intención de voto.

El dirigente quedó envuelto en una grave polémica después de que un reportaje televisivo revelara que debe por los menos 207 millones de pesos (unos 252.000 dólares) por concepto de manutención de sus dos hijos menores de edad y que por esa razón podría ser detenido en cuanto aterrice en el país.

Aunque Parisi ha negado las acusaciones, la verdad es que en ningún momento viajó a Chile durante la campaña. Además, hay documentos judiciales que demuestran que desde 2016 dejó de cubrir las cuotas correspondientes y que incluso hay una orden de arraigo en su contra.

Parisi es un dirigente conservador de 54 años que se postula por segunda vez a la presidencia. En 2013, cuando realizó su primer intento, quedó en cuarto lugar con el 10 % de los votos. En 2017 volvió a intentarlo, pero ni siquiera logró registrarse oficialmente.

En 2018, el candidato se fue a radicar a la ciudad estadounidense de Alabama, desde donde mantuvo una activa presencia mediática en Chile, lo que le permitió seguir vigente ante la opinión pública y postularse este año a la presidencia.

La crisis de Piñera

Las elecciones marcan la recta final del segundo Gobierno de Piñera, que será recordado por el estallido social de 2019 que desvaneció el espejismo que había convertido a Chile en el ejemplo del éxito neoliberalismo en la región ante la opinión pública internacional.

Cuando ocurrió la crisis de las protestas protagonizadas por estudiantes del secundario, Piñera llevaba año y medio en la presidencia. Desde entonces su popularidad se sumió en una debacle de la que nunca pudo recuperarse.

El presidente dejó de ser mostrado como líder modelo de la derecha en América Latina, fue acusado de delitos de lesa humanidad y perdió las elecciones de convencionales constituyentes, así como de gobernadores regionales y alcaldes. También fue derrotado en votaciones clave en el Congreso, como las relativas a los retiros anticipados de las pensiones.

Además, las protestas, marchas y cacerolazos en su contra no cesaron, ni siquiera durante las duras restricciones que impuso durante la pandemia.

Piñera ya era uno de los presidentes peor evaluados de la región a principios de octubre, cuando los Papeles de Pandora, un trabajo del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), reveló que Carlos Delano, uno de los empresarios más acaudalados de Chile y amigo de Piñera, compró en 2010 Minera Dominga, una firma en la que la familia presidencial tenía mayoría de acciones.

La revelación le costó el inicio de una investigación penal y de una acusación constitucional que alteró por completo el panorama político, ya que podía culminar en su destitución a escasos días de las elecciones y a sólo cinco meses de terminar su Gobierno.

Finalmente, esta madrugada la mayoría del Senado votó en contra de la acusación, por lo que Piñera podrá entregarle la banda presidencial a su sucesor el próximo 10 de marzo.

Cecilia González

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