La renegociación de la deuda de Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI) comenzó este jueves su camino en el Congreso en medio de un escenario de incertidumbre, ya que el Gobierno no cuenta ni siquiera con el apoyo total de las bancadas oficialistas y gran parte de la oposición ya anticipó su rechazo.
El presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, se reunió con el resto de los líderes parlamentarios para fijar la agenda del debate mientras esperaban la llegada del acuerdo que el Gobierno pactó con el organismo.
La apuesta del presidente Alberto Fernández es que se discuta en el pleno a más tardar el 10 de marzo para después pasar al Senado.
Con miras a cumplir ese plazo, el Gobierno anunció este jueves que había concretado el acuerdo con el Fondo y que lo enviará por la tarde a la Cámara de Diputados para que inicie el debate.
"El nuevo programa busca seguir generando condiciones de estabilidad necesarias para abordar los desafíos estructurales existentes y fortalecer las bases para un crecimiento sostenible e inclusivo", afirmó el comunicado del Ministerio de Economía que incluyó detalles sobre inflación, tarifas, déficit fiscal y jubilaciones, entre otros aspectos.
A fines de enero, Fernández anunció un esperado acuerdo con respecto a la deuda de 44.000 millones de dólares que el organismo le prestó al expresidente Mauricio Macri en 2018 sin mayores condicionamientos y que en realidad se convirtieron en una bomba de tiempo.
El préstamo, que fue histórico, ha sido objeto de un álgido debate porque formó parte de una estrategia para apoyar a Macri en una reelección que finalmente perdió y porque los recursos, en lugar de ayudar a la maltrecha economía del país, lo sumieron en una nueva crisis crediticia porque no tiene fondos suficientes para pagar los vencimientos.
De hecho, el propio FMI reconoció en un informe que el préstamo no cumplió sus objetivos.
Luego de meses de tensas negociaciones, Fernández explicó que, a diferencia de Macri, quien tomó la multimillonaria deuda sin consultar al Congreso, esta reestructuración se discutiría en el Poder Legislativo.
El problema es que el anuncio reavivó la fractura del Gobierno, ya que el sector que responde a la expresidenta y actual vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, rechazó la negociación con el FMI por considerar que implica un "ajuste" que contradice los principios políticos de este espacio.
La pelea interna se tradujo en la renuncia de Máximo Kirchner como jefe de la bancada de la coalición oficialista Frente de Todos en la Cámara de Diputados. Además, ni siquiera estuvo presente en la apertura de sesiones de la Asamblea Legislativa que protagonizó el pasado martes el presidente y que equivale a un informe de gestión anual.
Memoria
Durante su discurso, Fernández recordó que Macri no consultó al Congreso para endeudar al país y que los recursos no fortalecieron las reservas del Banco Central porque se utilizaron para financiar la fuga de capitales.
"No quedó nada del dinero recibido en Argentina, ni un puente ni una carretera. Solo nos quedó una deuda externa impagable", dijo.
También recordó que los compromisos que asumió Macri eran incumplibles dada la precariedad de la economía y lamentó que hubiera recurrido a un organismo con el que Argentina ya no mantenía dependencia alguna desde 2006, cuando el fallecido expresidente Néstor Kirchner canceló por completo la deuda que el país mantenía con el FMI.
"El acuerdo que anunciamos sobre el marco de políticas económicas es el mejor acuerdo que el Gobierno podía conseguir", dijo Fernández en un mensaje directo a los oficialistas que siguen oponiéndose a los términos del pacto.
Por otra parte, los legisladores opositores que pertenecen al PRO, el partido de Macri, abandonaron el recinto justo en el momento en el que Fernández advirtió que seguirán adelante las causas judiciales que investigan al expresidente y a varios de sus exfuncionarios por este endeudamiento.
Horas más tarde, la mayoría de ellos anunció que votará en contra al considerar que "afectará" al país, lo que es contradictorio ya que formaron parte del Gobierno que tomó una deuda que, en las condiciones en las que está, y que en ese momento avalaron, es impagable.
Así, a partir de este jueves el Gobierno tiene por delante la dura tarea de conseguir en escasos días los votos necesarios en sus filas internas y en la oposición para evitar que el país quede nuevamente al borde de la cesación de pagos.