Los residentes que siguen en Mariúpol relatan cómo intentan sobrevivir y esperan ayuda
La ciudad ucraniana de Mariúpol, escenario de algunos de los combates más intensos del operativo ruso en Ucrania, continúa con la evacuación de la población civil a través de corredores humanitarios acordados entre Kiev y Moscú.
No todos los vecinos de la ciudad logran abandonarla, porque no existen vías de transporte o tienen a algún familiar enfermo que no está en condiciones de emprender un viaje. Para sobrevivir, los habitantes de Mariúpol acuden a puntos concretos donde se reparten agua o algunos alimentos esenciales.
"No hay transporte y simplemente nos quedamos como rehenes aquí. No hay salida. Incluso si vamos hacia el territorio ruso ¿Y luego qué? Niños, adultos, todos son rehenes", sostuvo un hombre que conversó con RT.
Los vecinos se organizan para trasladar alimentos a sus hogares y aseguran que tratan "solamente de sobrevivir", con la esperanza de que cesen los disparos y que llegue la ayuda humanitaria. "En este momento no tenemos la oportunidad de irnos. Particularmente nosotros. Y ahora estamos reponiendo provisiones porque la tienda está cerrada", contó un lugareño.
"Fuimos a la base a buscar a buscar comida, a buscar agua. Porque mira, vivo en el sótano, la casa está arruinada, sin ventanas, sin puertas, sin nada. Vivimos en el sótano y los gatos están con nosotros, por eso fuimos en busca de comida para ellos y de agua", explicó una mujer. "Hijo, la abuela y nosotros estamos vivos. El apartamento está casi en orden, solo que ahora no tiene ventanas. Nuestra área ya no está siendo bombardeada, o más bien, ya no hay disparos", dijo a la cámara.
Los puntos de control
En el último punto de control para abandonar la ciudad, los militares realizan un chequeo para evitar que entre los civiles se haya infiltrado alguna persona que sea considerada neonazi. Para ello, los soldados tratan de averiguar si tienen alguna señal en su cuerpo o algún otro indicio de que hayan estado combatiendo en este lugar.
"No sabía que iba a ocurrir algo así. Pensábamos que serían uno o dos días y que luego todo se calmaría. Mi familia y yo nos quedamos allí. Ya saqué a mi familia. También vine por otra familia", explicó un hombre. Otro, padre de tres hijos, reveló que simplemente tenían miedo y que uno de los niños, de tan solo 3 años de edad, ya ha incorporado la palabra "bum" a su léxico.
A pesar de los temores o dificultades que tuvieron los habitantes de la ciudad para marchar, ahora sí que han encontrado el valor y las posibilidades para poder desplazarse a una zona relativamente más segura.