Una de las propuestas que Gustavo Petro hizo en campaña en materia de política internacional es renegociar el tratado de libre comercio entre Colombia y EE.UU.
Para el hoy presidente este acuerdo comercial ha significado graves consecuencias para la nación suramericana, entre ellas, el deterioro de la agricultura y la industria.
Bajo la perspectiva de Petro, la destrucción de la economía productiva de su país propició que cientos de familias buscaran insertarse en actividades ilícitas, entre ellas, el cultivo de coca.
Al final de cuentas, el tratado de libre comercio con EE.UU. terminó por "fortalecer el narcotráfico", aseguró en mayo de este año.
Por tal motivo, uno de los objetivos de su Administración es establecer nuevos términos con Washington, esto es, sentarse a la mesa para construir un tratado de libre comercio que resulte menos desfavorable.
La tarea, sin embargo, no será sencilla. En el plano interno, enfrenta la oposición de la cúpula empresarial, que prefiere mantener el statu quo. En el plano externo, el panorama tampoco es muy alentador.
El Gobierno de Joe Biden, si bien se ha declarado dispuesto a "revisar" algunos temas específicos del pacto comercial, hasta el momento nada ha mencionado sobre una renegociación.
Y es que establecer tratados de libre comercio con países de América Latina que sean de beneficio mutuo no es práctica común en Washington. De ahí que todo apunta a que, en su temerario intento, Petro no hará sino "ponerse con Sansón a las patadas".
Seguridad alimentaria, en un serio predicamento
Con motivo de los diez años del tratado de libre comercio con EE.UU., el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo de Colombia informó en mayo pasado que el acuerdo había logrado traducirse en "resultados positivos”.
De acuerdo con datos oficiales, entre 2012 y 2021 las exportaciones de bienes no minero energéticos pasaron de 3.415 millones a 5.239 millones de dólares, un aumento de un 53,4 por ciento.
Entre tanto, las inversiones de EE.UU. en la nación suramericana durante la última década registraron un monto acumulado de 22.834 millones de dólares (principalmente en minería y manufactura), que representa una participación promedio anual de un 17,8% y convierte a Washington en el principal inversionista extranjero.
Para funcionarios de alto nivel durante el Gobierno de Iván Duque, el pacto comercial con Washington no ha significado sino beneficios para la economía, incluso para el sector primario.
Con respecto a los sectores agrícola y de alimentos, en un reporte oficial se destaca que entre 2012 y 2021 las exportaciones aumentaron un 47 por ciento.
Sin embargo, en el documento se omite señalar que, en paralelo a este incremento de las exportaciones, han venido aumentando las importaciones.
De acuerdo con datos recabados por la Sociedad de Agricultores de Colombia, la nación suramericana importa por lo menos un 30% de los alimentos que consume. Productos que antes se cultivaban en territorio nacional, hoy se importan de EE.UU.
Según cifras de este gremio del agro, el año pasado Colombia importó 3,6 millones de toneladas de maíz, trigo y torta de soya.
En este sentido, si se toma en cuenta que hay un incremento sustantivo de las importaciones de productos básicos como el maíz, la seguridad alimentaria hoy está en un serio predicamento, advierten organizaciones campesinas.
De acuerdo con datos recabados por la Sociedad de Agricultores de Colombia, la nación suramericana importa por lo menos un 30% de los alimentos que consume. Productos que antes se cultivaban en territorio nacional, hoy se importan de EE.UU.
Cifras de la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales y Leguminosas, revelan que en 2021 Colombia importó 6.017.059 toneladas de maíces blanco y amarillo, principalmente provenientes de EE.UU.
La Federación alerta que desde 2012, cuando entró en vigor el tratado de libre comercio con EE.UU., las importaciones de este grano han aumentado en más de un 65 %.
De hecho, entre 2019 y 2020 Colombia se convirtió en uno de los mercados de exportación de maíz con más rápido crecimiento para EE.UU., únicamente detrás de China, de acuerdo con datos del Observatorio de Complejidad Económica.
El declive de la producción agrícola de vastas regiones se ha traducido en la pérdida de fuentes de trabajo de cientos de familias y, con ello, de ingresos.
A su vez, este deterioro de los sectores agrícola y de alimentos ha llevado a que muchas de estas familias se dediquen al cultivo de coca y otras actividades ilegales.
Por tal razón es que, de acuerdo con Gustavo Petro, el tratado de libre comercio con EE.UU., toda vez que socavó el agro de Colombia, "terminó fortaleciendo el narcotráfico".
Así lo declaró en una entrevista al semanario The Economist en mayo de este año. De ahí que rescatar el agro colombiano requeriría, de manera irremediable, renegociar los términos del pacto comercial suscrito con EE.UU. en 2012.
El plan de Gustavo Petro consiste en "construir soberanía alimentaria". La idea es implementar una "política de aranceles inteligentes", a fin de tener una relación comercial menos desventajosa, por lo menos en el sector primario.
Una situación inédita en América Latina
Si Gustavo Petro logra su cometido, sería un hecho inédito en la región: no existe precedente de que, por iniciativa de un país de América Latina, el Gobierno de EE.UU. haya aceptado renegociar un tratado de libre comercio.
En 2018 México suscribió un nuevo tratado de libre comercio, el T-MEC, pero no fue a propuesta del Gobierno de Enrique Peña Nieto, sino por una exigencia de la Administración estadounidense.
El declive de la producción agrícola de vastas regiones se ha traducido en la pérdida de fuentes de trabajo de cientos de familias y, con ello, de ingresos.
En aquel momento, Donald Trump era el presidente de EE.UU. y consideraba que el pacto comercial con México y Canadá había significado más perjuicios que beneficios para su país.
Bajo el lema 'America First', Trump puso 'contra las cuerdas' al Gobierno mexicano, que durante meses no fue capaz de llegar a un arreglo.
Las negociaciones se destrabaron a raíz de la victoria de López Obrador en las elecciones de 2018, quien ya como presidente electo, designó a un representante para apoyar el diálogo con Washington.
La mayoría de las exigencias de EE.UU. se incorporaron en el nuevo pacto comercial, entre ellas, reglas de origen en el sector automotriz, patentes y propiedad intelectual.
Del otro lado se logró la inclusión de un elemento que López Obrador consideraba fundamental para su proyecto de Gobierno: un capítulo en el que se reconoce la soberanía de México sobre su política energética y sus recursos naturales.
Un apartado que, cabe destacar, hoy está siendo cuestionado por la Administración de Joe Biden, que ya solicitó la activación de un mecanismo de consultas por considerar que la política energética de López Obrador incumple varias de las reglas del pacto comercial.
Revisiones solicitadas por México, solamente ha habido una hasta la fecha, sobre las reglas de origen del sector automotriz.
Tanto en esta consulta, como en la solicitada por EE.UU. sobre la política energética, se alega el incumplimiento de las reglas del tratado de libre comercio, pero ninguna de ellas implica renegociar sus términos.
Gustavo Petro, en cambio, está solicitando modificar el pacto comercial con EE.UU. Esto es, llevar a cabo cambios que permitan abrir la posibilidad de revertir la crisis de los sectores agrícola y de alimentos.
La apuesta del presidente de Colombia ha despertado el rechazo de la élite empresarial, que está de acuerdo con realizar una "revisión", tal como ha sucedido en el caso del T-MEC, pero bajo ninguna circunstancia una renegociación.
Representantes de cámaras empresariales de la nación suramericana argumentan que sentarse a la mesa con EE.UU. nuevamente sería un riesgo "demasiado grande" que no vale la pena asumir, tomando en cuenta los "beneficios" que ha aportado el acuerdo comercial.
Oposición dentro de Colombia y más allá
El Gobierno de EE.UU. está dispuesto a "revisar" el tratado de libre comercio con Colombia con el objetivo de "mejorarlo", pero hasta el momento nada ha dicho sobre una renegociación, que eventualmente implicaría modificar sus términos.
Cabe destacar que el mecanismo de consultas (revisiones) ya es parte de este acuerdo de libre comercio. El fin de este mecanismo es aclarar temas específicos. Se trata de dialogar en torno a interpretaciones distintas respecto a las cláusulas del tratado.
De no llegar a un arreglo en el marco de este mecanismo, se podría llegar incluso a un panel de solución de controversias. Sin embargo, una cosa es hacer algunos ajustes por un tema de interpretación, y otra modificar de raíz los términos firmados hace una década.
Por otro lado, tomando en cuenta las prioridades que el nuevo ocupante de la Casa de Nariño se trazó para sus primeros días de Gobierno, varias de ellas guardan estrecha relación con el pacto comercial establecido con Washington.
Los objetivos de rescatar el campo, apuntalar el crecimiento de la economía, así como adoptar una política alternativa para combatir el narcotráfico, están ligados de una u otra manera a la evolución de la relación comercial con EE.UU.
Los obstáculos no son menores. En el plano interno hay voces en contra de la renegociación, que la consideran un "alto riesgo". Instalar una mesa de negociaciones, aseguran, "aumentaría la incertidumbre" y, con ello, "desalentaría los flujos de inversión extranjera directa".
En su lógica, es "altamente improbable" que EE.UU. acepte nuevos términos. Y, si las negociaciones fracasan, el tratado de libre comercio incluso estaría en riesgo de ser cancelado, algo que Colombia "no puede permitirse" en medio de un contexto económico internacional adverso.
"Renegociar implica que el otro país también cambia las condiciones de acceso y tenemos que ser claros, el acuerdo comercial que tenemos es uno de los más generosos en términos de oportunidades para Colombia", asegura María Claudia Lacouture, actualmente directora de la Cámara de Comercio Colombo Americana.
En opinión de Lacouture, el objetivo de alcanzar la seguridad alimentaria "supone estar en armonía con el libre mercado". Esto es, plantea que si el Gobierno busca sacar adelante el agro, no debe poner en entredicho los pactos comerciales suscritos hasta el momento.
Hacerlo, de acuerdo con la perspectiva de quien fuera ministra de Comercio, Industria y Turismo durante el Gobierno de Juan Manuel Santos, lejos de resolver una crisis, provocaría una de mayor dimensión:
"Se necesitará construir sobre lo construido y mucha sabiduría de todas las partes involucradas para que al final no nos quedemos sin el pan y sin el queso".
Ariel Noyola Rodríguez
@noyola_ariel