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Al ras de la primera línea: Los rostros de la brigada que atiende a los heridos de las protestas en Lima

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En un sábado agitado con enfrentamientos en la capital peruana, la Brigada San Martín atiende a una treintena de personas en una hora.
Al ras de la primera línea: Los rostros de la brigada que atiende a los heridos de las protestas en Lima

Myriam Escalante y Daniel Vargas esperan con ansías a que termine su jornada laboral para ponerse el uniforme y salir a caminar las calles del centro de Lima, la capital peruana que diariamente es testigo de consignas contra el Gobierno de Dina Boluarte y el Congreso, en una serie de masivas protestas que han terminado con incidentes violentos en todo el territorio, incluyendo enfrentamientos, represión estatal y la pérdida de 59 civiles y un policía.   

Ellos forman parte de la Brigada San Martín, un grupo de profesionales que por las tardes se convierte en paramédicos voluntarios para ayudar a los heridos de las movilizaciones en Perú, un país que vio pasar a seis presidentes en seis años y medio. En la más reciente crisis política, con la destitución de Pedro Castillo y la juramentación de Boluarte, la represión estatal y la violencia de algunos manifestantes contra la policía han acentuado la tensión social. 

Mientras las cifras oficiales documentan un saldo de 1.879 personas heridas —1.299 civiles heridos y 580 policías lesionados— desde el pasado 7 de diciembre, en las calles hay cientos de ciudadanos que son atendidos por brigadas voluntarias de paramédicos que se multiplicaron tras el fallecimiento, en noviembre de 2020, de Inti Sotelo y Bryan Pintado, de 24 y 22 años, ocasionado por el impacto de perdigones y proyectiles de arma de fuego.

"Las ambulancias no llegan a entrar a la zona de conflicto, ya sea por miedo a la agresión, por los proyectiles que dispara tanto la Policía como los manifestantes (...) digamos que no hay garantías para ello", dice Vargas, el fundador del colectivo que se gana la vida con una empresa de contabilidad.

Los integrantes de la Brigada San Martín se abren paso entre la confusión por las piedras, los palos y el estruendo de las bombas de gas lacrimógeno para atender las lesiones de civiles, policías y hasta perros y gatos que se desvían de los parques cercanos. El fundador del colectivo resume esa primera línea de las movilizaciones como "un campo de batalla". 

Atención de heridos

En un sábado agitado con enfrentamientos en la capital peruana, la Brigada San Martín atiende a una treintena de personas en una hora. Entre quien pisó una piedra y se fracturó un tobillo; gente que se hiperventila y los solidarios le dan pastillas; y hay personas que llegan con quemaduras, laceraciones o heridas de sangre en la cabeza, producto de lacrimógenos o proyectiles de bala.

En los casos graves, la Brigada San Martín da una atención prehospitalaria y piden a la gente que los heridos sean trasladados de inmediato a un centro médico. 

"Cada persona que conforma la Brigada San Martín es alguien fundamental y tiene una tarea. Hay unos que atienden, hay un centinela que es quien ve por donde viene la manifestación o por donde está la policía, hay otra persona que protege cuando estamos en atención y quien ve para dónde nos vamos a mover", explica Vargas en entrevista con RT. 

A las dificultades en el terreno, se le suma que los brigadistas trabajan entre la desconfianza de las autoridades y de los propios manifestantes. Vargas describe el día a día como un "limbo" en el que se mantienen "lo más neutrales posibles"

La Brigada San Martín se mantiene con sus propios recursos y gracias a las donaciones que reciben. El equipo que necesitan incluye pastillas, radio, máscara, casco, rodillera, radio, estetoscopio, pulsioxímetro. En el caso de Myriam, su 'uniforme' le ha costado 753 soles (unos 196 dólares); a Daniel Vargas, 3.600 soles (938 dólares).

Testigos de primera muerte en Lima

La noche del sábado 28 de enero, Escalante y Vargas fueron testigos del momento en que Víctor Santisteban Yacsavilca se convirtió en el primer manifestante que falleció en Lima durante la presente crisis política y social.

Escalante llevaba su traje de paramédico e izaba la bandera blanca de la Brigada San Martín en la avenida Abancay cuando dos agentes presuntamente dispararon directamente al cuerpo del hombre de 55 años. Vargas alcanzó a ver "un perímetro de sangre de 40 o 50 centímetros", pero "no había casi nada por hacer" debido a que la policía seguía atacando sin cesar con lacrimógenas y perdigones. 

La mujer —que es también periodista y bombera voluntaria— cuenta que Santisteban Yacsavilca falleció a un costado de donde estaba la brigada. 

"Pudimos haber sido nosotros", resume Escalante, sincerándose en que el miedo siempre está presente, pero también que ese temor la "motiva a salir y salvar vidas", explica a este medio.

En cambio, Vargas dice que no teme salir a las calles pese a exponer su vida en cada jornada. No obstante, el administrador de profesión reconoce que su familia tiene miedo de que "ya no regrese".

Mientras se preparan para una nueva movilización en Lima, Vargas dice que no se imagina a uno de sus compañeros "caído". Esta incertidumbre rondó en su cabeza después del fallecimiento de Santisteban Yacsavilca.

"Le di vueltas el sábado que sucedió el fallecimiento. Pero si nosotros nos ponemos a pensar en esto, y nos quedamos en buen recaudo, la pregunta es: ¿quién hace ese trabajo?, ¿quién ayuda a esa gente? Nadie lo va a hacer. Nadie lo va a hacer", reflexiona Vargas.  

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