Brasil expectante ante el polémico retorno de Bolsonaro: ¿qué escenarios le depara el futuro?

Este jueves es el día pautado por el expresidente brasileño Jair Bolsonaro para escribir una nueva página sobre su destino político y judicial, ya que es cuando anunció que retornaría a su país, donde tiene pendientes varias acusaciones.

La llegada del exmandatario ultraderechista de 68 años, quien ha permanecido tres meses en EE.UU., genera gran expectación. Se espera que aterrice hacia las 07:30 de la mañana (hora local) en el aeropuerto internacional de Brasilia, donde será recibido por su mujer, Michelle Bolsonaro, miembros de la cúpula de su espacio político, el Partido Liberal (PL), y una multitud de seguidores.

De ahí tiene previsto trasladarse a su casa en el lujoso barrio del Lago Sul. Las autoridades de Brasilia ya han autorizado un fuerte esquema de seguridad para evitar que eventuales aglomeraciones deriven en disturbios, en medio de la alta polarización política que vive el país y de temores de que el mandatario pueda ser detenido para declarar en las múltiples causas que tiene pendientes en el Supremo, en la justicia común y en la justicia electoral.

Según el diario O Estado de S. Paulo, al mandatario le gustaría recorrer el trayecto a su casa en un descapotable para saludar a sus seguidores.

No obstante, varios medios informan que las autoridades planean acordonar el aeropuerto para evitar la llegada masiva de bolsonaristas y que el exmandatario haga un mitin improvisado. Incluso, especulan que el político será obligado a dejar la terminal por una puerta lateral, lo cual habría irritado profundamente a Bolsonaro. 

Sin "fuero privilegiado"

Fiel a su estilo polémico, Bolsonaro viajó a EE.UU. el pasado 30 de diciembre, dos días antes de que tuviera que entregarle la banda presidencial al izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, su mayor enemigo político.

En ese momento ya tenía un horizonte judicial comprometido, ya que al dejar el cargo iba a perder el llamado "fuero privilegiado", abriendo la puerta a la posibilidad de ser juzgado por la justicia común, más expeditiva.

Pero desde entonces el panorama se le ensombreció mucho más. Las imágenes de los radicales bolsonaristas arrasando con palos, piedras y todo lo que hallaron a su paso los icónicos edificios del presidencial Palacio de Planalto, el Congreso Nacional y el Supremo Tribunal Federal (STF) dieron la vuelta al mundo.

La irrupción en Brasilia fue la forma que asumió parte del bolsonarismo para mostrar su descontento por el regreso de Lula al poder y su desconfianza en el sistema electrónico de voto, una duda que Bolsonaro fue abonando durante años con su insistente campaña sin pruebas contra la fiabilidad de las urnas, su impugnación de los resultados y su negativa de reconocer públicamente la victoria del patriarca del Partido de los Trabajadores (PT).

El STF decidió entonces investigar la presunta responsabilidad del expresidente en los ataques, específicamente si había alentado o no a sus seguidores. No obstante, esta semana Bolsonaro reiteró en una entrevista que jamás "se le pasó por la cabeza dar un golpe de Estado".

El escándalo de las joyas sauditas

En la máxima corte, el mandatario tiene abiertos otros procesos. En los expedientes constan acusaciones por los ataques a los miembros de ese tribunal con declaraciones incendiarias, y por supuestamente interferir en la Policía Federal (PF) para evitar investigaciones en su entorno familiar.

Pero más recientemente hay otro caso que genera mucha polémica y tiene que ver con las lujosas joyas, valoradas en más de 3 millones de dólares, que la monarquía de Arabia Saudita le regaló a Bolsonaro y a su esposa durante su mandato.

Parte de ellas fueron ingresadas sin declarar y, aparentemente, el mandatario se las quedó para su colección personal, sin incluirlas en el patrimonio de la Unión, como establece la ley. Otra puñado de joyas fueron incautadas en el aeropuerto de Sao Paulo, cuando uno de sus colaboradores intentaba meterlas al país sin notificar a aduana.

El asunto, objeto de una investigación en la Policía Federal (PF), podría ser encuadrado como corrupción.

El ministro de Relaciones Institucionales, Alexandre Padilha, dijo este miércoles que, a su regreso, Bolsonaro "tendrá que dar explicaciones sobre las joyas (....) sobre varios otras cosas que se están descubriendo sobre su gobierno".

Además, Bolsonaro se enfrenta a una quincena de investigaciones en el Tribunal Superior Electoral, entre ellas por difundir noticias falsas sobre el sistema electrónico de voto.

Las consecuencias de todos estos frentes abiertos contra Bolsonaro son difíciles de predecir, pero la mayoría de analistas coinciden en que lo más probable es que, antes de que el STF o la justicia común ordenen detenerle provisionalmente o resuelvan sus casos, el TSE decida inhabilitarlo políticamente, lo que le impediría presentarse a las próximas elecciones de 2026.

Desde Florida, el expresidente mencionó la posibilidad de que por esas investigaciones se le declare "inelegible", pero consideró que si lo detienen, "sería por una arbitrariedad".

"Tengo miedo de que lo maten"

Su hijo y coordinador de la campaña electoral que perdió contra Lula, el senador Flávio Bolsonaro, declaró recientemente que temía por la integridad física de su padre.

"Nuestra principal preocupación no es solo su arresto o su inhabilitación, porque no hay razón para ello. Ahora, como ha reducido la seguridad, tengo la preocupación, como un hijo, de que alguien intente quitarle la vida nuevamente. Tengo miedo de que lo maten", afirmó.

Aunque para él, una eventual inhabilitación o detención de su padre solo daría más combustible para su figura. "Si se llega a ese punto", Bolsonaro "se convertiría en el mayor anzuelo electoral de la historia de Brasil", auguró.

"Bolsonaro fue alimentado por el sentimiento anti-PT (el partido de Lula) y fue golpeado por su agresividad irracional y errática. Con su vuelta, quiere dirigir a la derecha que sacó del armario, movilizó y acabó por desbaratar", escribió en el diario Folha de S.Paulo el periodista y escritor Elio Gaspari.