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Incertidumbre, temores y cautela: el impacto de la crisis económica en Argentina

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Las precampañas presidenciales se realizan en un clima de creciente malestar social.
Incertidumbre, temores y cautela: el impacto de la crisis económica en Argentina

Servicios que no pueden presupuestarse a un plazo mayor a una semana. Negocios que ya no aceptan tarjetas de crédito o que solo prefieren pagos en efectivo. Supermercados que a diario reetiquetan los precios. Salarios rebasados por la inflación. Recorte forzado de gastos. Un mercado cambiario ilegal que devalúa el peso aceleradamente.

Estas son solo algunas postales que enfrenta Argentina en la recta final del Gobierno de Alberto Fernández, un presidente que ya anunció que no buscará la reelección en los comicios generales de octubre próximo.

De cualquier forma, las encuestas le anticipaban un magro caudal de votos debido, en gran parte, a la enésima crisis económica que enfrenta un país que arrastra traumas de hiperinflaciones, retención de ahorros bancarios e inestabilidad institucional.

Las precampañas presidenciales se llevan a cabo en medio de un creciente malestar social. Un dato es contundente: hoy, cuatro de cada 10 argentinos vive en hogares pobres.

La cifra aumenta de manera dramática si solo se toma en cuenta a las infancias, ya que el 54 % de los menores de 14 años está en situación de pobreza, lo que implica que en sus casas no hay ingresos suficientes para adquirir una canasta básica de alimentos.

La tensión es latente.

Corridas    

Hace una década, los argentinos comenzaron a padecer una inflación incesante que no deja de romper récords. Hoy ya supera el 100 % anual y es la más alta del mundo, solo después de Zimbabwe.

A ello se suman las constantes corridas cambiarias, es decir, los repentinos incrementos del dólar "blue", el eufemismo con el que se denomina al dólar ilegal que opera en un mercado paralelo de divisas que impacta en la economía real.

Abril, por ejemplo, comenzó con un dólar "blue" a 392 pesos. Y lo terminan a casi 462 pesos. Pero el martes pasado, durante algunas horas, alcanzó los 500.

El aumento de la divisa es sideral tomando en cuenta que, en diciembre de 2019, cuando comenzó el Gobierno de Fernández, el dólar "blue" apenas costaba 78 pesos.

En el mercado oficial, en tanto, el dólar pasó de 63 a 229 pesos en estos casi cuatro años.

La última corrida cambiaria de la semana pasada acentuó la emergencia económica. Mientras el Gobierno negociaba con carácter de urgente un auxilio del Fondo Monetario Internacional (FMI), parte de la población oscilaba entre el hartazgo, el enojo y la moderación.

Impacto

Los más radicales exigen incluso el adelanto de elecciones. Los más prudentes desdramatizan y confían en que, después este nuevo cimbronazo, la economía se estabilizará.

"Este cuento ya es conocido. Son pocos los que tienen el poder de desestabilizar y son siempre los mismos. No hay gobierno que pueda contra ellos", se resigna un abogado con oficina en el microcentro.

Pero el impacto del alza del dólar ilegal en la vida real es inmediato. Florece la especulación.

"Disculpe las molestias, estamos reetiquetando", advierte el cartel de un supermercado en el barrio de San Telmo. Los comerciantes se apuran porque saben que, ante cada emergencia, muchos clientes optan por abastecerse de inmediato de alimentos no perecederos y otros productos básicos. 

Empresas de todo tipo, por ejemplo, de servicios de mudanza, construcción, reparación o impresiones de libros frenaron la entrega de presupuestos a largo plazo. En las actuales circunstancias, un largo plazo es una semana.

Los proveedores se quedan en una especie de limbo comercial, no pueden fijar precios porque cada peso que aumenta el dólar "blue", implica un aumento de los insumos. Y la divisa se infla a diario.

"Es muy desalentador este momento, no sabes qué hacer, qué cobrar, si trabajas o si mejor te quedas en tu casa, a ver qué pasa, es todo muy triste", dice un comerciante de la Avenida de Mayo.

Reacciones

Alquilar también se convirtió en una odisea porque los contratos o se frenaron o establecieron requisitos surrealistas y, sobre todo, ilegales, porque los dueños quieren cobrar en dólares o establecer aumentos mensuales.

En los restaurantes prefieren pagos en efectivo, lo que deriva en escenas que rayan el absurdo si se quieren cubrir cuentas de 20 o 30.000 pesos. Como el billete de mayor denominación es de 1.000 pesos, ya es habitual ver inverosímiles montones de billetes que los clientes posan sobre las mesas.

Las personas que tienen plazos fijos bancarios en pesos se resignan. Saben que, cuando puedan utilizarlos, habrán perdido gran parte de su poder adquisitivo.

"Ya estamos acostumbrados", "estoy harta", "me angustia lo que puede pasar en las elecciones", "ya no compro carne", "prefiero no ver las noticias para no deprimirme más, mejor fingir demencia", "habrá que esperar a que pase la tormenta, siempre pasa", "me preocupo pero todavía no es una situación insostenible", dicen a RT algunos ciudadanos en la transitada calle Florida.

"Estoy triste y desconcertada", "siempre perdemos los mismos", "esta semana llegaron a vivir a esta calle otras tres personas, cada vez hay más", "no hay que darle más importancia de la que tiene", "es muy difícil, casi imposible, llegar a fin de mes", "ayer compré jabón, arroz y papel de baño al por mayor para prevenir los aumentos de precios", "di de baja el cable y cambié el plan del celular", señalan otros.

El Gobierno, en tanto, apura medidas con la esperanza de evitar que la crisis se desborde antes de las elecciones.

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