Perspectivas de cooperación ruso-africana: ¿qué nos depara el futuro?

En medio del aumento de la competencia global por la cooperación con África, desarrollar vínculos con el continente se convierte en una "necesidad vital" para Moscú, afirma Oleg Barabánov, profesor del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú (adjunto a la Cancillería rusa) y director del programa del club de debate internacional Valdái.   

¿Cuáles pueden ser las perspectivas y estrategias para fortalecer la cooperación ruso-africana?

De acuerdo con el experto, la primera cumbre Rusia-África, celebrada en 2019, "sentó las bases para un ambicioso programa de ampliar la cooperación entre Rusia y los países del continente". No obstante, la pandemia del covid-19 y la operación militar en Ucrania obstaculizaron esta intensificación de las relaciones.

"La facturación entre Rusia y los países de África creció aproximadamente de 16.900 a 18.000 millones de dólares desde 2019 hasta 2022. La cantidad de los países africanos donde operan Casas Rusas (centros culturales y educativos) aumentó de ocho a once. La cantidad de oficinas comerciales de Rusia se quedó en el mismo nivel como antes (en cuatro países), aunque se declararon planes de aumentarla en un futuro cercano", señala Barabánov. Así, los resultados de cuatro años "pueden parecer más modestos que se esperaba", resume.

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Según el académico, la sociedad y las empresas rusas perciben a África como una región "cultural y conductualmente exótica". No obstante, "en Rusia hay muchas estructuras comerciales, universidades y organizaciones civiles que llevan tiempo trabajando con África con éxito, y gozan de la merecida confianza de sus socios africanos", pero su trabajo tiene un "interés especializado bien marcado en cooperar con el continente africano". 

"Hoy en día, esta situación cambió dramáticamente. Para Rusia, ya no hay Occidente. Por ello, desarrollar enérgicamente toda la gama de vínculos con las regiones y países no occidentales, África incluida, se convierte en una necesidad vital", subraya el analista. Añade que Moscú se ha visto obligado a intensificar muchos aspectos de forma muy rápida, por lo que "son posibles tanto los riesgos como los errores". "Pero esto también da esperanza de que África ocupe un lugar digno en la lista de prioridades rusas", asevera Barabánov.

Competencia creciente: oportunidades y obstáculos para Rusia

El profesor señala que en los últimos años se ha producido una verdadera intensificación de la competencia mundial por África, una competencia en los programas de cooperación con el continente. Se han celebrado diversas cumbres y reuniones, como las de Estados Unidos-África o China-África, entre otras, en las que se han ofrecido a los países del continente proyectos económicos y civiles a gran escala. Esto, por cierto, da a los propios países africanos la oportunidad de elegir. 

"El nivel real de la competencia mundial por África ha llegado a ser tan alto que ya no es posible ignorarlo", subraya. 

De acuerdo con el profesor, Rusia tiene potencial de cooperar con África, pero sus "los oponentes geopolíticos tratan de crear obstáculos de manera mucho más dura que antes".

Perspectivas

En el ámbito de la seguridad y la lucha contra el terrorismo y el separatismo, muy importante para África, Moscú reforzó su presencia en varias naciones del continente, aunque con sus actividades en este sector "se expone a la influencia extremadamente negativa por parte de los oponentes geopolíticos de Rusia".

Asimismo, Barabánov destaca la importancia de la cooperación educativa entre Moscú y los países de África. Para el año escolar 2023-2024, las universidades rusas duplicaron las plazas para estudiantes africano: de 2.300 a 4.700. Sin embargo, existen varios problemas en esta esfera. Además de limitaciones financieras, se indica que entre los estudiantes del continente existe la tendencia de recibir la licenciatura en sus países, mientras que prefieren estudiar la maestría en el extranjero. Entre tanto, Rusia podría reducir el número de programas de maestría tras renunciar al sistema de Bolonia.

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Además, el experto recuerda que tras el inicio de la operación militar en Ucrania, el nivel de presión geopolítica sobre Moscú por parte de Occidente aumentó drásticamente. "Muchos países no occidentales, incluidos los africanos, no pueden ignorarlo al tomar decisiones sobre nuevos contactos con Rusia", agrega. En este contexto, Barabánov y los coautores del informe del club Valdái 'Rusia y África: Auditoría de relaciones' determinaron tres grupos de países del continente en función de su voto en las siete resoluciones contra Rusia en la Asamblea General de la ONU, "pese a toda la relatividad de este criterio".

El primer grupo incluye 19 países, entre ellos Argelia, Camerún, Etiopía, Malí, Sudáfrica, Sudán, Tanzania, Uganda, Zimbabue, que jamás votaron a favor de estas resoluciones. Según el experto, "estos países forman el 'núcleo' que promueve el diálogo entre Rusia y África en las condiciones actuales". El segundo grupo incluye 11 Estados que apoyaron de una a tres resoluciones de las siete. Entre estos países se encuentran, por ejemplo, Angola, Botsuana, Gabón, Guinea-Bissau, Madagascar, Marruecos, Senegal, Sudán del Sur. "Es el tipo del medio de la lista, que puede estar abierto a ciertos aspectos de la colaboración con Rusia, pero para esto serán importantes las restricciones geopolíticas", explica Barabánov.

Mientras, el tercer y mayor grupo está formado por 24 países africanos que votaron a favor de entre cuatro y siete resoluciones. Se trata de Liberia, Benín, Yibuti, Egipto, Gambia, Ghana, Kenia, Libia, así como Níger, Nigeria, Ruanda, Somalia o Zambia, entre otros.

"Al construir las relaciones entre Rusia y estos países, la posibilidad de los limitadores políticos es alta en la mayor medida", concluye el académico.

A pesar de los problemas y retos señalados en el informe del club de Valdái, continúa el profesor, "las perspectivas de fortalecimiento de la cooperación ruso-africana siguen siendo optimistas". A la luz de los cambios que se están produciendo en el mundo, la estrategia de Rusia y, lo que es igual de importante, su posterior aplicación cotidiana, deben ser eficaces y competitivas, concluye el académico.