En vista de que el 11 de septiembre se conmemora el 50 aniversario del golpe de Estado en Chile, encabezado por el general Augusto Pinochet contra el presidente Salvador Allende, los chilenos recuerdan los horrores de la sangrienta dictadura reflejados no solo en historias, sino también en lugares.
Durante las casi dos décadas del régimen de Pinochet, miles de chilenos fueron torturados, desaparecidos y asesinados por fuerzas represivas subordinadas al dictador. Entre los centros de mayor martirio se encontraba el campamento de prisioneros políticos Tres Álamos, que también albergaba el centro de detención y tortura política Cuatro Álamos. Según estimaciones, 6.000 personas pasaron por allí.
Lugares conmemorativos en vez de los antiguos campamentos de prisioneros
Ahora, los familiares de víctimas de la dictadura y los ciudadanos que desean honrar su memoria intentan convertir este campamento en lugar conmemorativo, ya que actualmente sigue utilizándose como prisión. Así, las celdas que en su día albergaron a presos políticos forman parte ahora del Centro de Internamiento de Menores, donde se recluye a niños investigados por posibles delitos.
Uno de los que lucha por mantener viva la memoria de las víctimas es el presidente del directorio de la corporación Tres y Cuatro Álamos, Lautaro Araneda, cuyo padre fue uno de los presos. Según él, no se trata de una tarea fácil, ya que las organizaciones de derechos humanos en el país "no cuentan con apoyo del Estado" y los partidarios de la iniciativa tienen que financiarla con sus propios bolsillos.
"En un intento de borrar la memoria, instalaron aquí, utilizando la misma celda donde estuvieron nuestros familiares, la misma celda donde se torturó, la misma celda donde hubo gente desaparecida, instalaron a estos muchachos infractores de ley", dijo Araneda al equipo de RT que visitó el lugar.
"Pensaban que al matarlo iban van a acabar con la fuerza de su música"
Además, durante los años del gobierno de Pinochet más de 200.000 chilenos acabaron en el exilio. Entre los exiliados estaban los músicos de la legendaria banda Quilapayún, que luego realizaron una gira por todo el mundo, cantando contra la dictadura en la que vivía su patria.
En el recinto del Estadio Nacional, convertido entonces en campo de concentración, Eduardo Carrasco, uno de fundadores de la banda, recuerda al cantautor revolucionario Víctor Jara, que fue detenido y asesinado precisamente en este lugar. Fue brutalmente torturado y acribillado, con al menos 44 impactos de bala.
"Pensaban tal vez en su ignorancia supina, los militares en su salvajismo, pensaban que al matarlo iban van a acabar con la fuerza de su música, con su mensaje. Y la verdad es que pasó todo lo contrario, porque la muerte de Víctor transformó su imagen en una imagen universal de víctima de la represión, la violencia militar. Y bueno, ese crimen no se lo podrán sacar nunca más los militares de sus recuerdos, de su historia", declaró.