Los palestinos han dado comienzo al ayuno del Ramadán este lunes, al llegar el mes sagrado musulmán con las conversaciones sobre un alto el fuego en punto muerto y el hambre agravándose en la Franja de Gaza, sin que se vislumbre el final de la guerra entre Israel y Hamás, que ya lleva más de cinco meses y ha dejado más de 31.000 muertos.
Hasta la semana pasada, mediadores de EE.UU., Catar y Egipto esperaban poder acordar un alto al fuego antes de que comenzaran las celebraciones del Ramadán, el cual incluiría la liberación de decenas de rehenes israelíes a cambio de prisioneros palestinos, así como la entrada de ayuda humanitaria al enclave. Sin embargo, las conversaciones se estancaron.
Represión a fieles musulmanes en Jerusalén
En este contexto, a última hora del domingo, la Policía israelí impidió por la fuerza a cientos de fieles palestinos acceder a la mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén, para realizar las oraciones en celebración de la víspera del Ramadán. Las autoridades argumentaron que las prohibiciones de acceso se debieron a que los musulmanes más jóvenes son los principales "agitadores".
Este incidente contradijo la promesa que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, había hecho la semana pasada de que no se impondrían restricciones de este tipo durante la primera semana del Ramadán.
Un Ramadán "muy diferente"
A pesar de las sombrías condiciones de Gaza, residentes del enclave palestino intentan avivar la alegría de las festividades. La noche del domingo se celebraron oraciones al aire libre entre los escombros de los edificios destruidos por los bombardeos israelíes y algunos incluso colgaron adornos en sus campamentos de refugiados.
"El Ramadán este año es muy diferente. Hay un ruido incesante de bombas y ambulancias a toda velocidad, la mayoría de las personas están en refugios, en tiendas improvisadas y en la calle", contó a Al Jazeera Atia Harb, un comerciante que fue desplazado desde el norte de la Franja de Gaza junto a su familia de once miembros.
"No se ve a nadie con alegría en los ojos", afirmó a AP otro palestino que trataba de comprar alimentos en Rafa, ciudad del sur del enclave donde se encuentran hacinados más de un millón de civiles y donde Tel Aviv planea lanzar una ofensiva.
El hambre aumenta durante el ayuno
Normalmente, durante el Ramadán, las familias romperían el ayuno diario por la noche con banquetes festivos, pero incluso en los lugares donde hay alimentos disponibles en Gaza, apenas se encuentran más que productos enlatados y los precios son demasiado altos para muchos, por lo que el problema del hambre se agrava en el enclave palestino, mientras aumenta la presión sobre Israel por la creciente crisis humanitaria.
Las fuerzas israelíes han acordonado en gran medida el norte de la franja desde octubre, y los grupos humanitarios denuncian que las restricciones, las continuas hostilidades y la ruptura de la ley y el orden han hecho casi imposible distribuir con seguridad los alimentos que se necesitan desesperadamente en el enclave palestino. En los últimos días, varios países han comenzado a lanzar ayuda desde el aire, sin embargo, estos esfuerzos son costosos e insuficientes.
Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, envió un "mensaje especial de solidaridad y apoyo" a todos los que sufren "los horrores de Gaza" mientras Israel prosigue su implacable campaña de bombardeos durante el mes sagrado musulmán. "En estos tiempos difíciles, el espíritu del Ramadán es un faro de esperanza, un recordatorio de nuestra humanidad compartida", declaró.