Estudiantes y docentes de las universidades públicas de Argentina encabezan una intensa campaña en defensa de esas instituciones, que están al borde del colapso debido al drástico recorte presupuestario aplicado por el presidente Javier Milei.
La efervescencia de la lucha, que es creciente en las calles, las facultades y las redes sociales, se coronará el próximo 23 de abril con una marcha nacional educativa que se realizará en todo el país y que tendrá su epicentro en Buenos Aires, en donde partirá del Congreso hacia Plaza de Mayo.
Se prevé que la movilización será masiva e histórica, ya que el riesgo de que las universidades cierren o se privaticen por falta de recursos ha unificado de manera inédita a los gremios docentes y a las agrupaciones estudiantiles, que serán respaldadas por las principales centrales obreras, partidos políticos de la oposición, organismos de derechos humanos, universidades privadas y, sobre todo, por la ciudadanía en general.
Ello se debe a que la educación pública y gratuita es un valor arraigado en la sociedad del país sudamericano. Y hoy su subsistencia está en peligro ante un Gobierno que, en medio de una inflación anual del 289 %, para 2024 les otorgó a las universidades el mismo presupuesto del año pasado, lo que equivale a un recorte en términos reales del 70 %.
En esas circunstancias, las universidades, que en conjunto son atacadas por Milei, han advertido que solo tienen recursos para operar, con esfuerzos, hasta junio. La continuidad de las clases en el segundo semestre, por ahora, es una incógnita. Decenas de miles de alumnos no saben si podrán titularse. Mientras preparan la marcha, el activismo se multiplica.
Apoyo
En medio del debate presupuestario, la consultora Zubán Córdoba realizó una encuesta en la que preguntó sobre el apoyo o rechazo al congelamiento ordenado por Milei y que afecta a las universidades públicas. El 58,5 % advirtió que no está de acuerdo.
El dato más contundente, sin embargo, es que el 84,4 % coincidió en que la educación es un derecho de todos y hay que defenderla.
Por eso cada vez son más numerosas las movilizaciones previas a la marcha nacional de la próxima semana.
El lunes, a modo de protesta, los estudiantes de la Facultad de Derecho tomaron clases públicas en las escalinatas de la entrada. Antes ya lo habían hecho en la Facultad de Filosofía y Letras. El miércoles por la noche, los alumnos de la Facultad de Psicología bloquearon durante horas una avenida.
Este jueves, además, se llevó a cabo un abrazo simbólico y multitudinario en el Hospital de Clínicas, uno de los centros de alta complejidad que dependen de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en donde los estudiantes de medicina realizan prácticas, en tanto que los especialistas se sumergen en investigaciones que suelen tener impacto a nivel internacional.
A la vez, se atiende a pacientes, pero la falta de recursos ya impactó de tal manera que, tan solo en el Hospital de Clínicas, las cirugías se redujeron en un 40 %.
Esta semana también se viralizaron imágenes de las facultades que están funcionando prácticamente a oscuras para ahorrar luz. Al mismo tiempo, los egresados cuentan en las redes sociales su experiencia en la universidad pública, a través de historias que están marcadas por la gratitud.
"Mi mamá nació en Oberá. Mis abuelos solo hicieron la primaria. Mi abuela no la terminó. Llegó a 4to grado. Mi vieja es odontóloga gracias a la UBA. 'Sacando muelitas', como dice ella, nos dio una buena vida y la certeza de que la universidad también nos esperaba a nosotros", escribió, por ejemplo, la periodista Noelia Barral Grigera.
Calidad
De hecho, la UBA es una de las principales referencias en esta lucha, ya que, con sus 347.000 alumnos, está reconocida como una de las 100 mejores universidades del mundo y entre las cinco más importantes de América Latina.
Pero el prestigio y la calidad de su enseñanza está en riesgo por los recortes del Gobierno. Por eso, la semana pasada la UBA se declaró en emergencia presupuestaria.
"La situación es muy angustiante", advirtió el vicerrector Emiliano Yacobitti, quien explicó que desde que asumió Milei los ingresos docentes perdieron entre un 36 % y un 50 % de su poder adquisitivo y no hay intención alguna por parte de las autoridades de negociar salarios.
A pesar de la emergencia, el Gobierno no cede. El miércoles, el vocero presidencial, Manuel Adorni, volvió a defender los recortes, advirtió que no habrá un peso más para las universidades y negó que su subsistencia esté en riesgo.
Javier Lanari, subsecretario de prensa, incluso fue más allá y propuso que los extranjeros que estudian en la UBA paguen matrícula, lo que violentaría el valor social de la gratuidad educativa.
La resistencia está en marcha. En ese proceso, ya se sumó la oposición, entre quienes destaca el gobernador de la provincia de Buenos Aires, el peronista Axel Kicillof, quien invitó a sumarse a la protesta del martes.
"Vamos a llenar la plaza el 23 de abril para demostrar que la educación y la universidad pública no se venden: se defienden. Hoy les decimos que si quieren destruir al sistema educativo también les va a costar bastante'', advirtió al resumir el sentido de una lucha que se expande.