La tendencia que se observa en el último año en el mercado de los camiones en China podría ser un indicio del futuro reemplazo gradual y a escala global de la gasolina y de otros productos derivados de petróleo por el gas natural licuado, estiman en la agencia estadounidense Bloomberg.
Uno de cada tres nuevos camiones pesados que se vendieron en China el pasado mes de abril consume el así llamado combustible súper frío, la versión del GNL que se utiliza por lo general para producir energía eléctrica. Se trata de un crecimiento considerable a corto plazo, puesto que sólo uno de cada ocho camiones tenía la misma combustión hacía un año.
Hace tiempo que el GNL se percibe como una alternativa al diésel y a la gasolina en el transporte de larga distancia, pero su atractivo se ha visto apuntalado por un período sostenido de bajo coste. Tras alcanzar valores máximos en 2022, los precios del GNL retrocedieron bastante y se espera que se mantengan moderados durante la década en curso debido a las abundantes inversiones en su producción en Estados Unidos, Catar y otros países.
Este año, el 10-12 % del consumo de diésel y gasolina en China será reemplazado por vehículos eléctricos y camiones propulsados por gas licuado, pronosticó el pasado marzo el Instituto de Investigación de Economía y Tecnología, subordinado a China National Petroleum Corporation (CNPC).
El gas natural es atractivo debido a su "mejor eficiencia de combustión, unas emisiones más ecológicas y un mayor apoyo político en provincias específicas de China, en comparación con el diésel", explica el consultor Shiqing Xia, de la empresa británica Wood Mackenzie.
Además, el GNL representa cerca del 3 % del mercado mundial de combustibles marinos y también se está volviendo más competitivo en términos de costes del transporte marítimo, sector sobre el que la Organización Marítima Internacional y varios gobiernos ejercen presiones para que se descarbonicen. Junto al metanol, el amoníaco y los biocombustibles, el gas licuado es considerado como una de las alternativas más prometedoras al combustible derivado del petróleo para propulsar barcos.
Los expertos de Bloomberg desconocen hasta dónde puede llegar esta tendencia, ya que algunos propietarios de embarcaciones pueden optar directamente por alternativas como el amoníaco. Mientras tanto, el GNL sigue siendo un combustible fósil, si bien relativamente más limpio que el petróleo, lo que impide contemplarlo como un remedio contra el cambio climático.