Mientras que los Gobiernos de distintos países y organismos internacionales de manera unánime condenaron el intento de golpe de Estado en Bolivia, EE.UU. mostró una tibia reacción en la que eludió calificar lo ocurrido de esa forma.
Una portavoz de la Casa Blanca, según EFE, emitió una corta declaración escrita donde aseveró que ese país seguía "de cerca la situación en Bolivia", sin dar más detalle, y que instaba "a la calma y la moderación".
Aunque la Embajada estadounidense en La Paz publicó en su cuenta de X un mensaje más específico que la declaración de la portavoz, lo hizo al final de la jornada, cuando ya el general Juan José Zúñiga, quien encabezó el intento de golpe de Estado en Bolivia en contra de la Administración del presidente Luis Arce, había sido detenido.
"Estamos siguiendo de cerca la situación en Bolivia. Rechazamos cualquier intento de derrocar al gobierno electo y pedimos el respeto al orden constitucional", dice la interacción subida a la plataforma pasadas las 8:00 de la noche (hora local).
Un par de horas antes de esa publicación, la sede diplomática emitió un alerta de seguridad donde se advertía que había "gran presencia militar en la Plaza Murillo", sede del Ejecutivo y el Legislativo, por lo que recomendaba a sus ciudadanos "evitar la zona".
Estas reacciones de la Administración de Joe Biden contrastan con la rápida respuesta que tuvo en América Latina el intento fallido de ruptura del hilo constitucional en el país andino. Los Gobiernos y Cancillerías de Honduras, Nicaragua, Venezuela, Cuba, Colombia, Brasil y México se pronunciaron en contra del intento golpista, al igual que Chile, Ecuador, Perú, Paraguay e incluso Argentina, entre otros.
Tensión con la Embajada de EE.UU.
Precisamente la Embajada de EE.UU. en Bolivia había sido el foco de las tensiones entre los dos Gobiernos, luego de que el Ministerio de Relaciones Exteriores de la nación andina convocara a la Encargada de Negocios de EE.UU., Debra Hevia, para hacerle un reclamo por presunta intromisión en asuntos internos.
Aunque en el escrito no se ofrecieron más detalles, la decisión de la Cancillería boliviana se dio diez días después de que la Embajada estadounidense rechazara las declaraciones del ministro de Economía, Marcelo Montenegro, quien señaló a esa sede diplomática en La Paz de gestar "golpe blando", refiere La Razón.
En esa oportunidad, Montenegro manifestó que había un plan desde la Embajada de EE.UU., y otras sedes diplomáticas "que están de alguna manera involucradas en un "plan de golpe blando a la economía", mencionó.
El pasado 14 de junio, la máxima representación diplomática estadounidense en Bolivia publicó en su cuenta en X que rechazaba "rotundamente las falsas declaraciones" hechas por Montenegro y que lamentaba "que una autoridad de Gobierno acuse a una misión diplomática sin ningún fundamento".
Ambos países no tienen embajadores desde septiembre de 2008, cuando el entonces presidente Evo Morales expulsó al embajador estadounidense Philip Goldberg, tras acusarlo de inmiscuirse en asuntos internos de la nación suramericana; y Washington tomó una decisión similar con el representante boliviano Gustavo Guzmán.
Las advertencias de Maduro
Dos meses antes de que se incrementaran las tensiones entre Washington y La Paz, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, cuyo país es un aliado estratégico de Bolivia, advirtió sobre la estrategia de las autoridades estadounidenses y de la derecha boliviana para "dividir a las fuerzas populares, socialistas y revolucionarias" del país andino.
En ese mensaje, Maduro pidió al pueblo boliviano no "permitir que se cumpla el pronóstico y la profecía del plan imperialista, que está siendo dirigido desde la propia Embajada de EE.UU. en La Paz".
Asimismo, se refirió a Hevia, a quien señaló de tener la capacidad para impulsar los planes de Washington, porque tiene "experiencia mundial de hacer revoluciones de colores", así como en "dividir movimientos revolucionarios en algunos lugares del mundo".
En su opinión, estos intentos de subversión de orden constitucional tiene como objetivo apropiarse del litio del país andino, que posee 24 % de las reservas mundiales de ese minera.