Descubren por qué las venenosas arañas joro se adaptan a condiciones urbanas
Las venenosas arañas gigante joro, una especie invasora de Asia oriental que lleva extendiéndose por el este de EE.UU. desde 2013, han vuelto a ser noticia.
La misteriosa disposición de esta especie a tejer telarañas de entre 90 y 30 centímetros en concurridas áreas suburbanas y urbanas ha impulsado a los científicos a investigar las causas de esa tolerancia al 'estrés urbano'.
Ahora, un equipo de investigadores ha concluido que estas arañas pueden deber su tolerancia al bullicio de la ciudad a una particular capacidad fisiológica, informa Scientific American.
"Construyen sus redes doradas entre cables de electricidad, sobre semáforos e incluso encima de los surtidores de las gasolineras locales, ninguno de los cuales es un lugar particularmente tranquilo", indicó la Universidad de Georgia (EE.UU.), cuyos investigadores llevan años estudiando la vida de esta especie.
Se cree que las intimidantes arañas joro ('Trichonephila clavata'), de cuerpo amarillo y negro que puede medir más de 2,5 centímetros de largo y una envergadura de patas que puede alcanzar unos 10 centímetros, llegaron al país norteamericano desde el este de Asia en contenedores de carga.
Una nueva investigación, publicada en la revista Physiological Entomology, sugiere que la actitud tranquila de estas arañas pudo facilitar su expansión por la costa este de EE.UU. En comparación con otras especies de arácnidos, las joro mantienen una frecuencia cardíaca constante, aunque alta, y bajo estrés, determinaron los autores.
"Sí reaccionan a estos factores estresantes diarios que afrontan", explicó Andy Davis, de la Universidad de Georgia, quien dirigió el estudio. "Sin embargo, pueden manejar ese estrés", destacó.
En su trabajo, Davis y la coautora del estudio, Christina Vu, se centraron en el ritmo cardiaco de las arañas, analizando 79 ejemplares de dos géneros diferentes. Compararon a la joro con una especie estrechamente relacionada del mismo género conocida como araña de seda dorada ('T. clavipes'), así como con dos especies de tamaño similar del género Argiope, la araña de jardín amarilla ('A. aurantia') y la araña de jardín rayada ('A. trifasciata'), que prefieren entornos tranquilos para tejer sus telarañas.
El experimento reveló que las arañas joro no eran inmunes al estrés y que su frecuencia cardíaca se duplicaba cuando estaban inmovilizadas, un resultado que no difiere de las otras especies sometidas a las pruebas.
Sin embargo, en comparación con las arañas de jardín, las joro y las arañas tejedoras de seda dorada tuvieron un ritmo cardíaco menos variable durante el experimento de 10 minutos: aunque su corazón bombeaba rápido, la frecuencia se mantuvo alta y constante en lugar de alta con muchos picos y caídas, como sí ocurría en las otras dos especies de arañas.